miércoles, 20 de enero de 2010

Fernando Savater, "El regreso de Mecenas"


Me parece un artículo muy interesante.

No sé si será prudente recordar este dictamen recién acabado el año Darwin, sin embargo, lo cierto es que el conde de Gobinau -de infausto renombre político y ocasionalmente grata relectura- señaló como a su juicio improbable que el hombre descendiese del mono, pero consideraba fuera de duda que muchos avanzan hacia él a toda máquina. Supongo que exageraba en lo biológico aunque, considerando otros campos menos graves, ciertos indicios parecen anunciar el retorno de expedientes sociopolíticos que uno tenía ya por definitivamente arrumbados. En Cataluña, por ejemplo, hace poco algunos han propuesto un decálogo para reinventar los reinos de taifas como futuro progresista del actual Estado de derecho español. Puede que ni los monos de Gobinau ni estos taifas renovados sean idénticos a los de antaño, pero como líneas evolutivas no dejan de resultar inquietantes.

Si prospera el gratis total facilitado por Internet vamos a volver al antiguo régimen
Algo semejante puede vislumbrarse si prospera la iniciativa propiciada con fervor mesiánico por algunos internautas a favor de la libertad total -es decir, gratis total, porque la libertad es otra cosa- de descargas culturales en la Red. En este caso lo que va a recobrarse, si los dioses virtuales no lo remedian, es la figura de los mecenas artísticos y literarios. Gayo Mecenas fue un distinguido caballero de origen etrusco que ejerció como consejero personal y hombre de confianza del emperador Augusto, aunque seguimos conservando su apellido en nuestro léxico para conmemorar su empeño como patrocinador de escritores: Virgilio, Horacio, Propercio, Vario y otros varios fueron beneficiarios de su munificencia. Algunos le debieron su independencia creadora, como Virgilio (al cual sugirió según dicen el tema de sus Geórgicas), y otros posesiones nada desdeñables, como la granja sabina de Horacio. Claro que tanta generosidad fue voluntariosamente agradecida por los poetas, que le devolvieron el favor en forma de loores al régimen imperial...

Mecenas murió ocho años antes del comienzo de la era cristiana (tras perder el favor de Augusto y de introducir en Roma las piscinas de agua caliente, otra demostración de buen gusto), pero el mecenazgo continuó a lo largo de los siglos. Pintores, escultores y literatos tuvieron que buscar el amparo de los reyes, de la Iglesia, de la nobleza con ansias de grandeza o de simples burgueses enriquecidos. En cualquier caso, vivían dependiendo de los caprichos e intemperancias de quienes financiaban sus obras y su misma subsistencia. Produjeron logros sublimes, desde luego, pero nunca dejaron de saberse -hay testimonios abundantes de ello, algunos amargos- empleados en el mejor de los casos y criados distinguidos en el peor. Así fue hasta que socialmente nació un público que apreciara y retribuyera su trabajo, independizándoles al menos en parte de las directrices ideológicas impuestas y de la interesada tutela de los poderosos.

Ahora parece que gracias al "gratis total" facilitado por Internet vamos a volver al antiguo régimen. Desde luego los mecenas de mañana serán distintos, más corporativos y multinacionales, pero volverán a reservarse la exclusiva de los artistas empujados a su protección por la necesidad. Y no lo duden, también impondrán sus condiciones a los productos que van a financiar. ¡Otra retroconquista! Un adagio latino decía que si los tontos volasen, oscurecerían la luz del sol. Para comprobar su actualidad, basta con pasearse por ciertos sitios de la Red... Por no hablar, claro, de Rodríguez Ibarra.



martes, 12 de enero de 2010

Centenario de Edgar Allan Poe


Poe celebra 200 años como maestro del terror

Edgar Allan Poe (1809-1849), autor de narraciones que destilan un horror atemporal, mantiene su influjo dos siglos después, como prueban varios actos conmemorativos y la publicación en España de tres antologías de sus relatos y una nueva biografía a cargo del británico Peter Ackroyd.

Coinciden en las librerías las recopilaciones Cuentos completos (Edhasa), Todos los cuentos (Galaxia Gutenberg) y Cuentos completos. Edición comentada (Páginas de Espuma), que incluye 69 introducciones -una por cada relato- escritas por otros tantos autores españoles y latinoamericanos, entre ellos el mexicano Carlos Fuentes y el peruano Mario Vargas Llosa. Mención especial merece la biografía que ha escrito el crítico británico Peter Ackroyd, Poe. Una vida truncada (Edhasa), en la que se adentra en la existencia atormentada del autor de El gato negro. A la conmemoración se suman el álbum ilustrado Annabel Lee (Sins Entido), basado en el poema homónimo de Poe, y la ópera rock Legado de una tragedia, compuesta por miembros de bandas españolas de heavy.

Poe nació el 19 de enero de 1809 en Boston y se quedó huérfano a temprana edad. Fue adoptado y se crió en la casa de Frances y John Allan, una familia rica de Richmond, en Virginia. Tras un breve paso por la Universidad de Virginia y otro, igualmente corto, por la academia militar de West Point, Poe inició su carrera literaria a los 18 años con la publicación de Tamerlane y otros poemas. En los veintidós años siguientes, destacó como poeta, crítico, periodista romántico y fue uno de los primeros escritores de Estados Unidos, y sobre todo maestro mundial del relato corto. Tras esos inicios titubeantes con la poesía, Poe colaboró durante varios años en periódicos y diarios, en los que ejerció la crítica literaria. Con ello se hizo un nombre entre los lectores. Fue una ocupación que le llevó a trasladarse entre Baltimore, Filadelfia y Nueva York. Y fue en Baltimore donde se casó con su prima Virginia Clemm, de 13 años, en 1835.

El éxito le llegó diez años después con el poema El cuervo (1845), un poema narrativo que recrea una atmósfera sobrenatural dominada por el ave que le da nombre. El prestigio literario, sin embargo, no acabó con la existencia atormentada de Poe. Dos años después su mujer murió de tuberculosis. Poe consideró la poesía la forma de creación literaria más elevada y formuló las reglas que debía cumplir el cuento. Destacó, sin duda, en la escritura de relatos. Suyos son algunos de los que han configurado una antología del miedo atemporal, como El corazón delator (1843), El pozo y el péndulo (1842) y El barril de amontillado (1846). Otros de sus cuentos pusieron los cimientos de la narrativa detectivesca, como Los crímenes de la rue Morgue (1841), en el que deslumbró la destreza deductiva de Auguste Dupin, o La carta robada, y algunos más propusieron agudas reflexiones sobre la masificada sociedad contemporánea, como el citado El hombre de la multitud (1840).

El 7 de octubre de 1849, Poe murió en Baltimore, ciudad que en la que esta semana se inicia casi un año de conmemoraciones que incluyen visitas guiadas a la última residencia del escritor, en el 203 de la Calle Amity, que ahora alberga un museo abierto en temporada. Los homenajes culminarán el 10 de octubre, con una representación de su funeral, coincidiendo con el 160 aniversario de la muerte del escritor. Casi de acuerdo con la obra característica de Poe -que incluye cuentos de terror, relatos detectivescos, situaciones macabras y misterio, mucho misterio-, la causa de su muerte nunca se aclaró. Las especulaciones incluyen alcoholismo, congestión cerebral, abuso de drogas, cólera, fallo cardiaco, suicidio, tuberculosis y hasta hidrofobia.

La influencia de Poe, cuyas exploraciones intelectuales incluyeron asuntos como la criptografía y la cosmología, alcanzó a escritores como Jorge Luis Borges, Julio Cortázar y H. P. Lovecraft. Los relatos de Poe se han multiplicado en adaptaciones cinematográficas, en cómics, y en la televisión (como algunos episodios de la serie española Historias para no dormir) y en las series de dibujos animados, como Los Simpson, en la que se ha recreado el poema El cuervo. Durante la conmemoración del 199 cumpleaños de Poe, el año pasado, más de 150 personas se congregaron fuera del cementerio de la Iglesia Presbiteriana Westminster.