jueves, 25 de febrero de 2016

HISTORIA DE UNA ESCALERA Antonio Buero Vallejo


          Historia de una escalera es un drama en tres actos estrenado en 1949 en el Teatro Español de Madrid. Fue dirigida por Cayetano Luca de Tena tras obtener el premio Lope de Vega de ese año y tuvo 187 representaciones, lo que indica un enorme éxito.  

 

            La obra describe la fatalidad que persigue a los vecinos de una casa modesta, quienes no pueden, de ninguna manera, mejorar su condición social de “pobres”: tres generaciones (primera: Doña Asunción, Paca, etc.; segunda: Fernando, Urbano, Carmina, Elvira, etc.; tercera: Fernando hija, Carmina hija, etc.) están condenadas a vivir en la mediocridad, a la sombra de la escalera de una casa de vecindad. Este hecho supone el fracaso continuo de los personajes, por un lado como componentes de una sociedad que no tiene esperanzas de mejora, por otro, como seres individuales que se condenan ante la imposibilidad de ver realizados sus sueños. Además, esta situación llevará a algunos de ellos a la desgracia. Buero termina la obra con un final abierto: ¿podrán Fernando y Carmina hijos, a través de un amor prohibido por sus padres, librarse de la escalera, de la mediocridad de esas vidas?

 

            Contexto histórico: Por aquellos años España se encontraba en la época más dura de la posguerra, además de estar inmersa Europa en la Segunda Guerra Mundial. La censura, la prohibición de multitud de derechos civiles, además del hambre, las cartillas de racionamiento, era la situación que vivía una población que sentía el peso de los trágicos recuerdos de la guerra.

            A consecuencia de la fuerte censura que se cernía sobre el teatro, estos temas no podían ser tratados directamente en el escenario. Por esa razón, entre el segundo y el tercer acto se elude, y a la vez se alude la guerra civil; es decir, está en la mente de los espectadores y constituye un personaje más, indispensable parar entender las reacciones de los personajes. El tema de España, por lo tanto, está presente de manera constante en la obra, tratado desde una perspectiva crítica, con una visión que hunde sus raíces en Cadalso, Larra, Galdós y la Generación del 98. El dolor por el atraso, la falta de futuro, la frustración por la imposibilidad de prosperar que manifiestan los personajes son los mismos que se encuentran en todos ellos. Frente a esa España real, Buero opone una España posible, soñada, mediante la esperanza que representa el final.

           

            Contexto literario: Buero es, ante todo, un trágico. Para él la tragedia tiene doble función:

a)     Inquietar: plantear reflexiones al espectador sobre temas trascendentales de la condición humana.

b)     Curar: no imponer soluciones, dejando siempre una puerta abierta a la esperanza.

   La temática de sus obras siempre es la condición humana ante la que interroga. Sus obras tienen mucho de investigación y desvelamiento de las limitaciones de la personalidad humana: la búsqueda de libertad, de felicidad, de autenticidad, pero dentro de su mundo cotidiano concreto, nunca en abstracto.

   Esta temática la enfoca en dos planos: el plano existencial (meditación sobre la condición humana); el plano social (denuncia de las injusticias sociales concretas, directamente relacionadas con la situación concreta de la España de la época). Estos dos planos aparecen entremezclados en sus obras.

   Atendiendo a los contenidos o enfoques de sus obras, en la trayectoria de Buero pueden señalarse, en general, tres etapas:

1.      La primera época (paralela a los años de búsqueda y el primer realismo social) iría hasta 1957 y predomina en ella el enfoque existencial.

Además de su primera obra Historia de una escalera (1949), en donde presenta a tres generaciones de varias familias modestas, con todos sus problemas de frustración, tanto por el peso del medio social como por la debilidad de los personajes, escribe las siguientes obras: En la ardiente oscuridad (1950), La tejedora de sueños (1952), Hoy es fiesta (1956) y Las cartas boca abajo (1957).

2.      La segunda época, que abarcaría desde 1958 a 1968-70, es paralela al realismo social.

El predominio del enfoque social no supone un descanso en la atención por el individuo concreto, pero ahora se insiste más en las relaciones entre el individuo y su entorno. Los actos individuales quedan enmarcados en un tiempo y unas estructuras sociales concretas y se hace hincapié en las raíces y las consecuencias sociales de los actos (aunque todo ello dentro de los límites que le permite la censura). En esta época cultiva reiteradamente cierto tipo de “drama histórico”, aunque en estas obras la anécdota histórica es sobre todo un pretexto para plantear problemas actuales sorteando a la censura. Destacan sus obras: Un soñador para un pueblo (1958), Las Meninas (1960), El concierto de San Ovidio (1962), El sueño de la razón (1970) y El tragaluz (1967), que tiene también algo de histórico, aunque se sitúe en el presente y haga alusión a la historia reciente (la guerra civil y sus secuelas).

3.      La tercera época, que se inicia hacia 1970. Algunos críticos la consideran más como de continuación o intensificación de la etapa anterior. Buero no quiere permanecer al margen de las inquietudes experimentales que proliferan en estos años.

Destacan obras como: La llegada de los dioses (1971), La detonación (1977), La fundación (1974), que nos introduce en una celda de presos políticos, donde se reflexiona sobre el compromiso con la realidad, la lucha por transformarla, el ideal de libertad, etc.

Lo más destacable de esta etapa en cuanto a los temas es que los contenidos sociales y políticos se hacen más explícitos. En cuanto a la técnica, las novedades escénicas son importantes: es primordial el desarrollo que alcanzan los llamados “efectos de inmersión” (recursos de sonido, luz... que hacen “oír” o “ver” las cosas tal como las imagina o percibe un personaje, a la vez que se logra, así, expresar la subjetividad y se propicia una participación más intensa del espectador).

 

            El estreno fue un acontecimiento en el teatro de posguerra y significó la aparición de un nuevo teatro, cargado de profundas preocupaciones, en una línea existencialista, frente al teatro de evasión, más generalizado en aquel momento.   Supo sintetizar la corriente realista con la simbolista de, por ejemplo, Alejandro Casona. Además, integró la tradición del sainete con la tragedia unamuniana o lorquiana. Tras el estreno, algunos quisieron repudiar la obra señalando que “sólo” era “un sainete”, o reprochando su “pesimismo”.

            Otros autores antes habían utilizado el sainete para trascenderlo, como Valle-Inclán en buena parte de su obra (especialmente en La hija del capitán, en 1926), Arniches... La novedad es que él hace una tragedia de tipo unamuniano. El sentimiento trágico de la existencia lo impregna todo. Escribir la tragedia española moderna ya se lo habían propuesto Unamuno o Lorca. El modelo lorquiano no podía ser continuado, habría sido una mera repetición; pero Unamuno sí, porque no había conseguido encontrar un lenguaje teatral válido.

            El uso del sainete es para él el hallazgo de un lenguaje fácil para el público y que no asustaba a los empresarios, quienes huían,en cambio, de todo lo “intelectual”.  El éxito fue tan enorme que repitió la experiencia con Irene o el tesoro (1954) o Hoy es fiesta (1956). Posteriormente, la influencia de Historia de una escalera es notable en autores como Rodríguez Buded (La madriguera), Alfonso Paso (Los pobrecitos) o, sobre todo, Lauro Olmo (La camisa).

            El tema central de la obra es la impotencia, el fracaso y la frustración que acompañan desde el comienzo a los protagonistas, quienes intentan, inútilmente, salir de la situación en que se encuentran. El medio social en el que se desenvuelven y sus propias circunstancias personales les impiden realizar sus ambiciones. En la obra se presenta la vida de tres generaciones en un proceso cerrado, caracterizado por dos sentimientos: la desilusión y el fracaso, aunque parece que al final Fernando y Carmina hijos podrán romper el círculo antes de que también a ellos les alcance el fracaso colectivo.

   Los motivos secundarios son las causas (directas o indirectas) del fracaso y de la frustración de los personajes; son los siguientes:

q       La pobreza y la resignación (a pesar de que no llegan a un estado de necesidad, los vecinos son pobres).

q       El amor (se ha dicho que la obra es “el drama del amor frustrado”).

q       La cuestión social (es una obra testimonio de los problemas de la España de 1919-1949).

q       El tiempo (el paso inevitable del tiempo revela el fracaso de estos seres que, como ellos mismos presienten en el 1º Acto, jamás verán realizadas sus ilusiones juveniles).

q       La incomprensión entre padres e hijos (la cita bíblica que encabeza el drama ya alude al choque generacional).

q       La antinomia activos-contemplativos, presente en buena parte de la obra de Buero Vallejo. En este caso, el personaje activo es Urbano, frente al contemplativo Fernando (en El tragaluz, serán Vicente y Mario). Su oposición se verá reforzada por la lucha que mantienen por el amor de Carmina y, finalmente, por la guerra civil, eludida entre el segundo y tercer acto.

q       El trasfondo mítico. En este caso, están presentes de forma subyacente los mitos de Caín y Abel y de don Quijote. El mito cainita aparece ya en la cita que abre la obra y va creciendo a medida que se oponen Urbano y Fernando, amigos casi hermanos y finalmente, tras el paso de los años (y de la guerra) enemigos irreconciliables que siembran su odio entre sus propios hijos. En cuanto al mito de don Quijote, el profesor Ricardo Doménech apunta la posibilidad de que, por debajo de la obra  está latente, ya que los personajes aspiran a salir de una escalera “sanchopancesca” a una nueva España soñada.

 

            Destacamos algunos procedimientos formales:

·        Aunque los personajes están perfectamente dibujados y dan impresión de ser protagonistas (Fernando,Urbano, Carmina,Elvira), es la comunidad de vecinos, es decir, la colectividad, la auténtica protagonista de la historia. En este drama de familias se repiten a lo largo de tres generaciones las mismas pautas de comportamiento. La personalidad de los hijos es un eco de la de sus padres, y aquellos transmiten, a su vez, la herencia que han recibido.

·        La obra está construida sobre una red de repeticiones y paralelismos que le dan unidad.  Así, por ejemplo, opone la figura obesa de la señora Paca a la alta y delgada de doña Asunción, o las escenas en que Fernando y Carmina, padres e hijos, se declaran su amor.

·        La escalera es un auténtico personaje. Se huye así del habitual salón de la comedia burguesa. Buero concede tal importancia a la escalera que incluso en una ocasión hace que el escenario permanezca vacío unos instantes, indicando en la acotación que “la escalera queda sola”. Todos los personajes se sienten ligados a ella; algunos la odian; otros, la consideran una vieja compañera.

·        La característica principal de los diálogos de la obra es la recurrencia. Se tiene la sensación de que los personajes podrían estar hablando de los mismos asuntos acto tras acto e, incluso, parece que se continúan diálogos comenzados en un acto anterior.

 

viernes, 12 de febrero de 2016

TEMA7. TEATRO ANTERIOR A 1939. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS PRINCIPALES.


Desde principios del siglo XX van relegándose las formas del drama romántico, cuyo mejor exponente fue José de Echagaray (1832-1916). El espectador se interesa por la realidad, pero es difícil introducir novedades en un género dependiente del espectador convencional. Hay que distinguir, pues, un teatro que triunfó en los escenarios, de otro inquieto y renovador, pero que tuvo más dificultades para llegar al público. 

A TEATRO QUE TRIUNFA

1. TEATRO REALISTA

Llamada también “alta comedia”, continúa la tendencia realista de la segunda mitad del siglo XIX. Es el teatro burgués por excelencia: Sus temas predominantes son las costumbres sociales, se desarrolla en un marco urbano y se dirige a la media y alta burguesía. Decorados, elegidos para producir un realismo escénico.

Máximo representante: Jacinto Benavente. Comenzó su carrera denunciando los defectos de la clase media y alta, atacando la hipocresía, lo que le granjeó la admiración de los jóvenes por su carga crítica y su renovación del lenguaje teatral, pero su obra El nido ajeno (1894), tuvo muy mala acogida por parte del público por lo que en adelante el autor prefirió ir acomodando la temática de sus obras a los gustos de la burguesía. Entre sus obras destacan los dramas rurales La malquerida y Señora ama, y otras que están en la línea de la llamada “comedia de salón” como Rosas de otoño..., pero su obra maestra es Los intereses creados, farsa que utiliza los personajes y el ambiente de la vieja comedia dell'arte, pero que encierra una cínica visión de los ideales burgueses.

Benavente hizo un teatro con una fina de presentación de ambientes cotidianos y una “filosofía” desengañada. Destaca su habilidad escénica y la fluidez de sus diálogos. Su línea fue seguida por Gregorio Martínez Sierra, Manuel Linares Rivas o más modernamente Luca de Tena o Calvo Sotelo.

2. TEATRO EN VERSO.

Hacia 1910 comienza a elaborase un teatro en verso de signo antirrealista, heredero del teatro romántico de mediados del siglo XIX, y modernista por su lenguaje. Con resonancias del teatro del Siglo de Oro, su temática principal fue el drama histórico. Su postura es anticrítica, en oposición a la Generación del 98: se exaltan personajes y situaciones de la España medieval e imperial, idealizando la grandeza del imperio español. Se trata de un teatro brillante pero vacío.  Sus máximos representantes fueron:

Eduardo Marquina (1879-1946), que ensalzó los valores tradicionales de valentía, nobleza, nostalgia del pasado imperio y patriotismo en En Flandes se ha puesto el sol y Las hijas del cid.

Francisco Villaespesa (1877-1936). En El Alcázar de las perlas, Abén Humeya y otras, evoca la España árabe, el mundo oriental y la historia de España, y se ambienta en lujosos salones habitados por atractivas princesas.

En este estilo modernista harán también teatro los hermanos Machado, coautores de La Lola se va a los puertos obra ambientada en la Andalucía popular del cante jondo.

3. TEATRO CÓMICO

Toma la tradición de los pasos de Lope de Rueda, los entremeses y los sainetes. Engloba dos géneros que alanzaron gran éxito entre el público: la comedia costumbrista y el sainete (fue a finales del siglo XIX la modalidad característica del “género chico”, en la mayoría de corta de extensión; ahora se amplía y va perdiendo la parte musical). Representantes:

Carlos Arniches (1886-1946). Su obra original se clasifica en dos garndes grupos:

--Género chico: sainetes de ambiente madrileño, como El Santo de la Isidra, Los guapos o La Doloretes. Interesantes por su habla castiza (creada en parte por el autor), los personajes son tipos populares tratados con gran fuerza expresiva y rasgos melodramáticos, la comicidad se logra con graciosos diálogos y el chiste fácil.

--Tragicomedia grotesca: funde lo risible y o conmovedor, con una observación de las costumbres más profunda y una actitud crítica ante las injusticias. Un buen ejemplo es La señorita de Trevélez.

Los hermanos Quintero, Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944). Nos presentan en sus sainetes una Anadalucía artificial, edulcorada y sin asomo de problemática, que no representa en absoluto la Andalucía real. Las obras están pobladas de tipos andaluces, simpáticos, bondadosos, con sabor local y cierto sentimentalismo. Dominan la técnica teatral logrando la comicidad con situaciones disparatadas, juegos de palabras y lenguaje fluido, gracioso y ocurrente. Conciben el teatro como producto de consumo. Diferenciaron entre sainete (un sólo acto que refleja tipos y costumbres populares) y comedia (al menos dos actos y refleja tipos y costumbres no populares). Escribieron unas 200 obras entre entremeses, juguetes, sainetes, zarzuelas, comedias y dramas, de las que destacaremos: La reja, Abanicos y panderetas, El patio, Las de Caín.

Pedro Muñoz Seca (1881-1936). Destaca en el terreno de la parodia: creó un nuevo género llamado astracán, degeneración de un híbrido teatral que mezcla elementos del juguete cómico y del melodrama cómico de costumbres. Son piezas descabelladas sin más objetivo que levantar la carcajada. Destaca La venganza de Don Mendo.

No podemos dejar de mencionar el teatro lírico. El género chico tuvo una vida breve. En Madrid y Barcelona había muchas salas de este género. Es un teatro de consumo con estructura fija, dominado por las voces del elenco. El sainete y otros géneros se adaptaron con partes cantables. Con su declive, la zarzuela recobró prestigio y su repertorio se renovó. Desde los 30 vuelven a estrenarse nuevas obras aunque con menos éxito.

 

B. TEATRO INNOVADOR Y MINORITARIO.

Se alejan del realismo dominante y ensayan nuevas fórmulas dramáticas. Entre ellos, se alzan Valle Inclán y Lorca.

1. TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 98

Unamuno. Cauce de expresión para los conflictos humanos que le obsesionan (muerte, angustia, inmortalidad...). Son dramas de ideas con un diálogo denso y sin concesiones a las exigencias escénicas, personajes a los que confiere un carácter filosófico o simbólico, y todo ello presidido por la concepción unamuniana de la obra como “desnudez”. Destacaremos La Raquel encadenada, Fedra, El otro o La esfinge.

Azorín. Quería renovar el teatro apartándolo de la realidad, lo que se traduce en un teatro antirrealista (que permita aflorar el mundo del subconsciente lo maravilloso) y subjetivo, en la línea de lo irreal y simbólico. Destaca Old Spain y La guerrilla. Diálogos animados y vivos. Su mejor obra: Angelita sobre su obsesión por el tema del tiempo.

Valle Inclán. Su teatro tiene una clara vocación de ruptura, tanto en la forma como en la temática, lo que le convierte en una de las cumbres del teatro europeo del siglo XX. En su obra, al igual que en la novela, se observa un proceso de evolución que va desde los dramas “decadentistas” de raíz modernista hasta el esperpento, aunque este desarrollo no es lineal. Podemos dividir sus obras en:

--Tres obras varias (estética modernista): El Marqués de Bradomín, Voces de gesta, Cuento de abril. La primera es una adaptación parcial de Sonata de otoño que inicia la técnica de múltiples lugares de acción, técnica que se deriva del origen novelesco de la obra.

--Etapa de transición: las comedias míticas. En esta etapa cabe destacar: la trilogía de las Comedias bárbaras, llamadas así porque su técnica es teatral y por las violentas pasiones que perturban a sus personajes, así como por la visión apocalíptica del mundo. Supone un alejamiento de los ambientes esteticistas del Modernismo y la primera muestra de su “teatro en libertad” (libertad de imaginación creadora). La acción se sitúa en Galicia. Muestra la descomposición de una sociedad arcaica y rural. Divinas palabras, que también tiene Galicia por escenario, se puede incluir ya en la estética del esperpento por su tema y sus características.

--Las farsas: las obras de este ciclo aparecen recogidas bajo el título Tablado de marionetas para la educación de los príncipes. Elige la farsa para ridiculizar personajes y situaciones, lo que supone un paso más hacia el esperpento. También hay que destacar La Marquesa Rosalinda, obra que entrecruza elementos procedentes del teatro de marionetas con otros de la commedia dell’arte y del entremés.

--Los esperpentos: el esperpento se constituye en un método fustigador contra una determinada sociedad: pretende comunicar el sentido trágico de la vida española a través de una estética deformadora: física, espiritual, de lenguaje y de acción (el espejo cóncavo). El esperpento supone la superación del dolor y de la risa. Los personajes, se transforman en marionetas, en fantoches. Los títulos más destacados: Luces de bohemia (destacar las novedosas y litearias acotaciones del autor y la gran variedad de registros lingüísticos que recoge, que van del más culto al más vulgar) y tres piezas breves recogidas en Martes de carnaval.

Jacinto Grau. Coetáneo a la Generación del 98 pero con una estética próxima al Novecentismo, realiza un teatro eminentemente intelectual, esbozando en sus obras planteamientos filosóficos y trascendentales. Entre sus títulos, destacaremos El hijo pródigo, El conde Alarcos y su mayor éxito, El señor de Pigmalión.

2. TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 14.

Ramón Gómez de la Serna combinó elementos simbolistas, modernistas, dadaístas y presurrealistas. Reacciona contra la burguesía puritana y vulgar. Los medios seres, Escaleras.

3. TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 27.

Federico García Lorca. Para Lorca el teatro es “la poesía que se levanta del libro y se hace humana”. Su teatro, además, tiene voluntad didáctica, pues está destinado a elevar el nivel cultural de sus destinatarios, el pueblo. Lorca, además, concibe el teatro como un espectáculo total en el que se unen poesía, música, baile y coreografía.

Lorca toma influencias del teatro modernista (la estructura de dramas en estampas, preferencia por el mundo rural), del teatro clásico español ( fusión de música y danza), y del teatro de títeres.

Su temática: el conflicto entre la realidad y el deseo, el choque del autoritarismo y la libertad.... aunque el elemento neurálgico del universo lorquiano es la frustración. Lorca lleva a escena destinos trágicos, pasiones condenadas por la soledad o la muerte, amores marcados por la esterilidad, y en varias obras todo ello aparece encarnado en personajes femeninos, son arquetipos, de ahí su preferencia por los femeninos (encarnan más dramáticamente el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista).

En cuanto al lenguaje, conviven poesía y realidad: sabor popular y aliento poético. Destaca por la densa presencia de símbolos, metáforas y comparaciones.

En cuanto al estilo, usa el verso y la prosa. Sus dos primeras obras están escritas totalmente en verso: El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda. En prosa escribió La casa de Bernarda Alba (una prosa profundamente poética). En el resto de sus producciones combinó prosa y verso.

En la evolución de su teatro la experimentación es el elemento determinante. Partiendo del drama modernista, adopta las posibilidades escénicas de la Vanguardia y los recursos de la tradición popular en busca de la expresión adecuada para desarrollar todo el conflicto temático de sus obras:

Teatro modernista: Mariana Pineda, escrita en verso.

Etapa de las farsas: entroncan con formas populares del teatro de títeres. Escribe farsas para guiñol (Retablillo de Don Cristóbal), farsas para personas (La Zapatera prodigiosa, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín). Su farsa, al revés que Valle, intenta engrandecer a sus personajes por su dimensión trágica.

—Comedias imposibles, como las llamó el propio Lorca El público y Así que pasen cinco años. Experimentales: rupturas de lógica espacio-temporal, desdoblamientos de personalidad, multiplicación de interpretaciones posibles... Se sitúan en una línea superrealista.

Neopopularismo: destacan sus tragedias Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores no es tragedia rural pero está montada sobre valores populares. Es un drama urbano (Granada) que simboliza la frustración femenina: su protagonista consume lenta e inútilmente su vida esperando al amado ausente.

Hay que destacar la creación de “La Barraca”, con la que realizó una entusiasta labor representando en los pueblos españoles obras de nuestro teatro clásico.

 

Otros autores del 27 o coetáneos a esta generación:

Alberti: El hombre deshabitado, El adefesio, Noche de guerra en el Museo del Prado.

Miguel Hernández: Obras con matiz político: Pastor de la muerte. (lo meto aquí, aunque no sea realmente del 27)

Salinas: El director, La cabeza de Medusa.

Jardiel Poncela: Supone la renovación del teatro cómico: sus obras se acercan al teatro del absurdo. Eloísa está debajo de un almendro.

 

C. TEATRO SIMBOLISTA: ALEJANDRO CASONA.

Dirige antes de la guerra varios grupos para difundir el teatro clásico. Rasgos:  simbolismo y gran calidad en su lenguaje. Obra: La sirena varada. En Nuestra Natacha rompe con la estética del teatro poético y gana en contenidos críticos. Otras obras: Los árboles mueren de pie, Prohibido suicidarse en primavera. Aciertos: ilusión y fantasía mezclados con misterio e intriga.

D. TEATRO TESTIMONIAL Y REALISTA: MAX AUB.

Su trayectoria supone una constante experimentación.

Teatro de vanguardia: cuando está triunfando Benavente, escribe un teatro innovador y de minorías. Trata aspectos existenciales (problemas de comunicación, lo objetivo y o subjetivo). Tiende a lo discursivo en detrimento de la acción. Obras: Crimen, Narciso, Jácara del avaro.

Teatro de urgencia: De baja calidad. Pedro López García.

T. de testimonio: inmerso en el exilio se siente solidario con los otros exiliados, abocados y víctimas de la tragedia universal, la guerra, la injusticia, el odio y la deshumanización. Consigue en esta línea sus mejores obras: Cara y cruz, No, Morir por cerrar los ojos, Deseada.

 

 

 

sábado, 6 de febrero de 2016

TEMA 6. LA POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 27


1. Contexto histórico.

Los “felices veinte” constituyen una época de tranquilidad en toda Europa que propició el desarrollo de una intensa vida cultural y la experimentación de nuevas formas artísticas. En España, corresponde con el golpe de estado de Primo Rivera. Pero cuando pasa esta euforia económica vuelve de nuevo el descontento. Los años treinta se abren con una crisis económica y social que deriva de la crisis económica mundial de 1929. Así, en 1931 se proclama la República. Es el momento conocido como bienio progresista, pero el gobierno se desgastó y la derecha se hizo con el poder en 1933. Su reacción contra las medidas del gobierno anterior provocó una revolución popular que preparó el triunfo de un Frente Popular de izquierdas y el posterior golpe militar de derechas. El alzamiento nacional supuso el comienzo de la Guerra Civil (1936-1939) y un paréntesis de varios años para la vida cultural del país.

 

2. La Generación del 27.

El conjunto de poetas que se escalonan desde Salinas a Altolaguirre recibe el nombre de  Generación del 27 por el acto conmemorativo del tercer centenario de la muerte de Góngora que organiza en 1927 el Ateneo de Sevilla. Por la gran afinidad entre ellos, pronto constituyeron un grupo de auténticos amigos que, aun careciendo de un programa común, sintieron el mismo deseo de pureza y de renovación lírica. La Residencia de Estudiantes, con sus tertulias y actividades culturales, el Centro de Estudios Históricos y los cafés madrileños, fueron su punto de encuentro.

Profesores universitarios y escritores como Alejandro Casona o F.García Lorca, que con la compañía teatral “La Barraca” quiso dar a conocer nuestro teatro clásico por toda España, tomaron pronto medidas para acercar la cultura al pueblo.

Colaboraron además en las mismas revistas, como la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria, pero hubo muchas más: Litoral (fundada por Altolaguirre y Prados), Verso y prosa, Cruz y raya (dirigida por Bergamín), Caballo Verde para la poesía (dirigida por Neruda)...

Sin embargo, la Guerra Civil terminó con esta intensa vida literaria y cultural, de ahí que, a excepción de Lorca, muerto en 1936, y V.Aleixandre, Gerardo Diego y Dámaso Alonso, que permanecieron en España, los demás marcharon durante o al finalizar la contienda al exilio. Este partida supone un giro artístico en su producción: comienza la rehumanización.

Los poetas del 27, aunque en conexión con los movimientos vanguardistas europeos,  conjugaron en sus obras tradición y renovación. Bebieron de la influencia de varios ismos, pero sobre todo del Surrealismo, Creacionismo y Ultraísmo. De la generación precedente, Juan Ramón Jiménez servirá de guía a los que cultivaron la poesía pura; de  Ramón Gómez de la Serna y sus greguerías recogerán el uso de la metáfora y la tendencia lúdica y evasiva; y Ortega y Gasset será un mentor de estos jóvenes que vieron publicadas sus obras en la Revista de Occidente. De la tradición literaria española, junto a Góngora, debido al carácter deshumanizado de gran parte de su obra, se sintieron atraídos por la obra de Manrique, Garcilaso, Fay Luis, San Juan, Quevedo o Bécquer. Especial interés suscitó Lope de Vega, sobre todo por poesía de tipo popular.

 

3.  La poesía de la Generación del 27

Calificada esta etapa como segunda “Edad de Oro” de la literatura española, la mayoría de los poetas cambiaron su modo de hacer poesía a lo largo de 40 años. A grandes rasgos se aprecia una evolución paralela que parte de la intrascendencia de la Vanguardia para llegar, después de varias fases, a un compromiso humanizado o político.

En una primera etapa (hasta 1928 ó 1929) se aprecia en ellos un afán de pureza y desnudez, que le vino de la mano de Juan Ramón Jiménez. Una poesía en la que está ausente lo narrativo, de perfección técnica y depuración expresiva. Consideraban el poema como obra artística autosuficiente. Fueron acusados en sus comienzos de herméticos y fríos debido a la contención en la expresión del sentimiento y el intelectualismo, pero su predilección por la poesía popular (tan impregnada de “impurezas sentimentales”) los aleja de la pureza extrema. Al matizar la influencia de las vanguardias con la herencia de la poesía moderna posterior al Romanticismo (Bécquer, Darío, Machado o Juan Ramón) sintetizaron en los poemas material sentimental con material conceptual, por lo que nunca llegaron a considerarse deshumanizados o puros.

Toda esta síntesis de influencias se aprecia también en la métrica. Tras los experimentos vanguardistas, en los que prefirieron el verso libre, el verso blanco y el versículo, a partir de 1925 aumenta el uso de estructuras métricas tradicionales como el soneto, la décima, la canción, el romance o el villancico, que se renuevan al verter en ellas una temática e ideología modernas (como las famosas décimas de Guillén o el Romancero gitano de Lorca).

Sintieron predilección por el poema breve, en el que convergieran tradición y modernidad, y experimentaron con estructuras exóticas como el haiku, que trata de describir de forma brevísima una escena, vista o imaginada.

En cuanto al lenguaje poético, la metáfora y la imagen son los recursos fundamentales de evocación y asociación. Sintieron atracción por el objeto cotidiano, que adquiere entidad poética.

La influencia del Surrealismo será fundamental en ellos a partir de la publicación del Manifiesto surrealista de Bretón. Lo adaptaron y combinaron (el Surrealismo) con el humor y lo grotesco de la poesía popular. Algunos autores acogen el Surrealismo en sus poemas con imágenes oníricas y violentas y con la exploración del subconsciente con cierto tono angustioso. La imaginación, los procesos oníricos, el humor corrosivo, la pasión erótica e incluso la crueldad son instrumentos para luchar contra la cultura burguesa y las hipocresías de un orden moral establecido.

En una segunda época, a partir de los años treinta se siente la profunda crisis histórica y la poesía se va rehumanizando, se funden de nuevo arte y vida y vuelve la poesía de compromiso social (el poeta siente que su poesía debe estar al servicio de fines sociales). Esta rehumanización es el resultado de la expresión abierta de los problemas íntimos, de la tendencia a alejarse de los postulados del purismo y de prestar mayor atención al mundo contemporáneo.

 

4. Corrientes literarias más destacables.

 

Neopopularismo.

Se trata de una poesía popular actualizada que vuelve los ojos a los poetas anónimos del Romancero viejo y del Cancionero tradicional. A la cabeza de esta corriente están:

Federico García Lorca. Esta corriente abarca su obra Libro de poemas, Canciones, Poema del cante jondo y Romancero gitano. Con ellas penetra en las entrañas andaluzas para destacar lo hondo y profundo de esta región, no lo pintoresco. En Romancero gitano destacan las metáforas, el sensualismo y la transformación por vía poética del maltratado pueblo gitano. Exalta la dignidad de esta raza marginada y perseguida e ilustra el tema del destino trágico que aparece en toda su obra: sus personajes son seres al margen de un mundo convencional y hostil y por ello marcados por la frustración y abocados a la muerte. Es el punto más alto de la fusión de lo culto, incluso lo vanguardista, y lo popular. Tras esta obra, Lorca dará un giro al Surrealismo.

Rafael Alberti. En sus obras Marinero en tierra, La amante y El alba de alhelí compone canciones en las que se mezclan inspiración popular (estilo nominal, paralelismos, concisión, condensación expresiva a través de la elipsis, sencillez léxica...) y expresión culta. En todas ellas expresa en poemas cortos y sugerentes la nostalgia de un paraíso perdido lejos del mar. Nunca abandonó del todo el neopopularismo pero tras El alba de alhelí compone obras que se inscriben en otras corrientes del momento como el neogongorista Cal y canto o el surrealista Sobre los ángeles. Recuperará el neopopularismo en 1954 con sus Baladas y canciones del Paraná.

 

Poesía pura.

Jorge Guillén. Compone Cántico como expresión jubilosa de la realidad y del hombre. Su tema, la afirmación del ser y del vivir. Es un libro de poesía pura, pero después de sucesivas ampliaciones e incorporaciones de poemas, se observa en ellos una vena de sentimiento y humanidad: consigue un equilibrio entre emoción e inteligencia mediante la expresión contenida y refrena del sentimiento. La luz se convierte en palabra fundamental en su poesía. Sus décimas constituyen modelos de impecable perfección.

Pedro Salinas. Supera con La voz a ti debida y Razón de amor libros anteriores como Seguro azar y Fábula y signo. La voz a ti debida es un extenso poema amoroso que relata una historia personal y vivida desde la pasión, pasando por la unión plena, hasta el umbral de la separación, dado que la ruptura tiene lugar el Razón de amor. Se trata de un amor intelectualizado cuyo objeto puede ser la mujer o la propia poesía. Tras estas obras su poesía no cambia sustancialmente, aunque en El contemplado se abre más allá de su mundo íntimo. Entre los rasgos de su obra: intelectualismo y un permanente diálogo mediante el que los interlocutores profundizan en sí mismos y en sus contrarios y se enriquecen mutuamente. La poesía se convierte en la forma de acceder a la esencia de la realidad.

 

Surrealismo.

En Federico García Lorca la experiencia surrealista llega tras un cansancio del neopopularismo y un viaje a NY con Poeta en Nueva York, en el que nos ofrece una visión negativa de la ciudad y el rechazo a una civilización mecanizada que destruye la libertad del hombre y lo auténtico humano, aunque junto a ella exprese la fascinación que le produce la mezcla de razas, el cine, el jazz..., mediante elementos oníricos, de forma dislocada, sin apenas nexos lógicos. La métrica es variada. Otra obra de esta corriente es el poema elegíaco Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, en el que nos presenta en una atmósfera irreal a una figura mítica que la muerte arrastra a la nada desde la cogida del toro hasta la muerte del espíritu.

Rafael Alberti compone como resultado de una crisis espiritual, religiosa, amorosa y estética Sobre los ángeles, en la que el surrealismo es vía de expresión de sus obsesiones, angustias y contradicciones internas, y en la que los ángeles son objetivaciones poéticas de fuerzas oscuras que le oprimen y a cuyo arbitrio se encuentra. Al final el poeta acepta el proceso como una experiencia vital aleccionadora.  

Vicente Aleixandre se dio a conocer con una obra de tono tradicional, Ámbito, pero tras la lectura de Freud dará un giro al Surrealismo con Pasión de la tierra, poemas en prosa en los que expresa su deseo de fundirse con la naturaleza, lo que le lleva a la defensa de lo elemental, lo desnudo, lo auténtico, y a atacar las normas y trabas sociales que limitan la libertad y los impulsos espontáneos del hombre. Comparte el dolor del universo pero también el goce de la vida, a la que desea libre de inhibiciones. En Espadas como labios y La destrucción o el amor el amor aparece como fuerza destructora que paradójicamente conduce a la fusión con lo cósmico. Destacan la presencia de elementos oníricos y una expresión afectada de ilogicismo. En Sombra del paraíso su poesía se hace más clara y comunicativa.

Luis Cernuda. Dentro de las varias etapas de su obra recogida en el volumen La realidad y el deseo, el Surrealismo ocupa la segunda de ellas con obras como Un río, un amor y Los placeres prohibidos. El Surrealismo le ofrece una puerta abierta para expresar sin inhibiciones su mundo interior (amor, nostalgia, insolidaridad..., sentidas como un romántico) y su rebeldía frente a las convenciones sociales y artísticas.

 

5. Otros poetas.

Autores como Gerardo Diego, Emilio Prados o Manuel Altoaguirre son difíciles de clasificar debido a la heterogeneidad de su obra.

Gerardo Diego. Su obra sorprende por su inusitada variedad de temas, de tonos y de estilos. En síntesis presenta dos direcciones: la poesía de vanguardia y la poesía “clásica” o “tradicional”. Ambas han sido cultivadas paralelamente por el autor, aunque con un progresivo dominio de la segunda. Su primer libro, El romancero de la novia, está impregnado aún de tono becqueriano, pero este año empiezan ya sus experimentos de vanguardia: destaca como representante español del Creacionismo. Así en Imagen y Manual de espumas. A la misma línea vanguardista corresponde la Fábula de Equis y Zeda. Y por los mismos años también prosigue su obra de corte tradicional: Versos Humanos, SoriaViacrucis o Versos Divinos...

Emilio Prados. Sus comienzos están marcados por un doble signo: las formas populares y la influencia de Juan Ramón. Así en los poemas que van de Tiempo a Cuerpo perseguido. También hay en él una etapa surrealista que coincide con un momento de crisis: La voz cautiva y Andando, andando por el mundo. Sigue una breve etapa de poesía política con obras como Llanto en la sangre o Cancionero menor para los combatientes. En el exilio se hace punzante su nostalgia de la tierra española. En Jardín cerrado se encierra en su intimidad y ahonda en los problemas existenciales.

Dámaso Alonso sigue una trayectoria muy diferente a los demás. Inicia su obra con Poemas puros, que le revelan como un “pionero” de la poesía pura. Pero su obra más importante es Hijos de la ira, poesía existencial que supone en realidad una autobiografía espiritual del poeta, la más desnuda confesión de su desamparo, a la vez que un grito de protesta contra el odio, la injusticia y la podredumbre.

Miguel Hernández. Poeta que no puede clasificarse como miembro de la Generación del 27, pero su corta vida de 1910 a 1942 hace difícil su inclusión en cualquier movimiento. En 1933 publica su primera obra importante Perito en lunas como aprendizaje de técnicas modernas. Comienza su poesía amorosa que evoluciona hasta El rayo que no cesa que supone su consagración, de tono neopetrarquista. En su poesía toca temas como la religión, el amor y otros de carácter existencial. También encontramos en su creación la vertiente de poesía social motivada por los acontecimientos de la guerra como se refleja en Viento del pueblo y en El hombre acecha.