1. ASPECTOS BIOGRÁFICOS:
José Luis Alonso de Santos (Valladolid,
1942) se estableció en Madrid en 1959 para seguir estudios superiores en la
Universidad Complutense, donde obtuvo las licenciaturas en Psicología y en
Imagen, pero inició muy pronto su actividad teatral. Son los años del teatro
independiente, en los que grupos teatrales con pocos medios y mucha imaginación
recorren el país representando obras de creación colectiva o de los nuevos
autores que forman parte de estos grupos.
Alonso de Santos comienza su formación
escénica con William Layton, en el Teatro Estudio de Madrid (TEM); asimismo,
cursa estudios de interpretación y dirección en la desaparecida Escuela Oficial
de Cinematografía. A partir de 1965, además de ser actor del TEM, trabaja con
los grupos teatrales Tábano, TEI (Teatro Experimental Independiente) y con el
Teatro Libre de Madrid, del que será director desde 1971.
Durante el curso 1968-1969 ejerce como
profesor de Interpretación en la Escuela Oficial de Cinematografía. De 1971 a
1973 lleva la dirección del Aula de Teatro de la Universidad Complutense. A
partir de 1978 es profesor de Interpretación en la Real Escuela Superior de
Arte Dramático de Madrid, de la que también ha sido director. Ha sido Catedrático de Escritura Dramática en
la citada Escuela y director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Su
actividad teatral se complementa con su participación en la revista
especializada Primer Acto, de la que fue miembro del Consejo de Redacción desde
1980. En la actualidad es Presidente de la recién creada Academia de Artes
Escénicas.
Estrenó su primera obra como autor en 1975,
¡Viva el Duque, nuestro dueño! con el Teatro Libre. Ha escrito, además,
guiones de cine, series de televisión, narrativa infantil y novelas. Ha
recibido a lo largo de su carrera numeroso premios.
Obras teatrales En su extensa producción
teatral, más de treinta obras, pueden destacarse los siguientes títulos: ¡Viva
el Duque, nuestro dueño! (1975) Del laberinto al 30 (1979) El
álbum familiar (1982) La estanquera de Vallecas (1985) Bajarse al
moro (1985) Pares y nines (1989) Yonquis y yanquis (1996) Salvajes
(1998) o En el oscuro corazón del bosque (2009)
2. BAJARSE AL MORO:
El
autor se ha inspirado en la realidad que nos rodea, tratando de reflejar el mundo
cotidiano. De ahí que los personajes, el ambiente, los objetos y las
referencias a la sociedad y la cultura de la época resulten al lector cercanas
o familiares. La obra se estructura en dos actos, con cuatro y tres escenas
respectivamente. Presenta, por otro lado, una estructura dramática equilibrada
que responde al modelo de planteamiento (escenas primera y segunda del acto I),
nudo (escenas tercera y cuarta del acto I y escena primera del acto II) y desenlace
(escenas segunda y tercera del acto II).
La obra gira en torno al proceso de
iniciación de Elena en una nueva vida que comporta riesgo y aventura.
Finalmente, Elena se reintegrará en su ambiente pequeño burgués. El tema
principal es la integración en el mundo pequeño-burgués, consumista y
convencional o la elección de una vida al margen, el inconformismo y la
rebeldía. Como temas secundarios encontramos: el desencanto del
individuo en la sociedad, la búsqueda de un lugar en el mundo, la hipocresía
social, el dinero, la amistad y la solidaridad, el amor, los estereotipos
sociales, la religión, la droga…
El número de personajes es reducido,
a pesar de lo cual, podemos establecer la siguiente clasificación:
a. Explícitos: - Principales: Chusa, Elena,
Jaimito (protagonista) y Alberto
(antagonista). - Secundarios: Doña Antonia, la madre de Alberto, que es el
elemento discordante pues cada vez que aparece rompe el ambiente de
convivencia; Abel y Nancho, los drogadictos.
b. Implícitos o aludidos: aunque están
ausentes de la escena, su influencia argumental es relevante. Se trata del
padre de Alberto, la madre de Elena y el vecino cura.
Bajarse al moro respeta la regla de lugar, pero no la de tiempo. La acción se
desarrolla en un único escenario realista, el interior de una vivienda del
centro de Madrid. Este espacio se describe con precisión en la primera
acotación: se trata de un lugar cerrado y reducido, donde se mezclan los más
variados objetos, como se van a mezclar, representadas por los personajes, una
variedad de mentalidades, hábitos y actitudes.
Distinguiremos entre dos clases de tiempo:
a. Tiempo histórico: La obra se
sitúa en 1985. Tanto en los diálogos como en las acotaciones se hacen
referencias al momento histórico en que se desarrolla: los años ochenta,
momento de desarrollo político y social en una España en plena transición, pero también en pleno desencanto. Las
referencias a ese momento son numerosas: periódicos (El País), cómics (El
Víbora, Tótem), canciones y cantantes (Los Chunguitos, Chick Corea,
Lennon), cine (Casablanca), libros (Apocalípticos e integrados de Umberto Eco), políticos (Felipe González, Alfonso Guerra, Miguel Boyer), transformaciones sociales (tomar la píldora,
casarse por lo civil, el divorcio, el crecimiento de nuevas poblaciones como
Villaverde o Móstoles, la homosexualidad, las revistas eróticas, el vídeo, las
manifestaciones…).
b. Tiempo narrativo: la acción se
desarrolla a lo largo de varios días, más o menos tres en cada acto. Son fechas
cercanas a la Semana Santa.
En lo que respecta al lenguaje, hay
un claro predominio del registro coloquial. En la forma de hablar de cada
personaje tenemos la impresión de que el autor refleja el modo de hablar de la
calle, lleno de coloquialismos, jergas, modismos populares e, incluso,
vulgarismos. Los rasgos característicos de este registro lingüístico que se
pueden encontrar en la obra pertenecen, casi en su totalidad, al plano léxico;
así encontramos voces como chachi, chumino, curre, fetén, chingar, mangui,
chungo, chorvo, cuyo origen está en el caló; otros términos, vinculados al
argot de la droga: china, harina, caballo, pico, mono chutarse. Desde el punto
de vista morfológico, es característico el uso del apócope (poli, curre,
tranqui) y de ciertos sufijos relacionados con ambientes juveniles o populares
(muslamen, bocata). Hay, por último, presencia de frases o expresiones que
constituyen fórmulas estereotipadas, frecuentes igualmente en el lenguaje
coloquial: de qué va, lo que yo te diga, qué demasiao, tela de rara, pasar de…
En cuanto al género dramático, se
trata de una comedia, un género que refleja lo cotidiano y que plantea
conflictos con personajes corrientes, generalmente desde un punto de vista
humorístico y con una intención crítica. La obra está emparentada con el
sainete, en tanto que hay en ella una suave distorsión de la realidad, cierta
caricatura, tono ligero y una comicidad que, en algunos momentos, llega a
provocar la risa. Pero se aleja de este modelo en lo ideológico, pues el humor
del sainete siempre fue de tipo conservador. La novedad de Alonso de Santos
radica en la superación de los modelos teatrales tradicionales (comedia,
sainete, teatro de humor) para incorporar a su obra elementos procedentes de la
sociedad y de la cultura del momento: el humor del cine americano, como el de
Woody Allen, la poesía de la experiencia que se está publicando en esos
momentos, la llamada canción de autor (cantautores)… Todo ello con el objetivo
de crear un tipo de comedia moderna, real y progresista que carecía de antecedentes
en el teatro español.