sábado, 1 de mayo de 2010

Los géneros chicos



Cuando se estudia la época realista, se profundiza en la novela, pero se pasa casi de puntillas por el teatro; como mucho, se le dedica un tiempo a la alta comedia, o al posromanticismo. Pocas veces se presta atención al género chico, a pesar de la importancia que tuvo en su momento.
Llamamos género chico a un enorme corpus de piezas teatrales breves, más de cinco mil, representadas todas entre 1870 y 1910. La duración del género hace que participen en su elaboración escritores de dos generaciones: la del 68 y la del 98. La denominación de chico proviene de su extensión, nunca mayor de una hora, pero con el tiempo fue aplicada a su calidad.
La precipitación en la valoración ha hecho, además, que se juzgue como un todo un conjunto tan amplio, en el que, como veremos más adelante, es necesario distinguir al menos seis subgéneros, tan diferentes entre sí como la parodia o el sainete. No habría que hablar, pues, de género, sino de géneros chicos.
La desatención hacia el género chico no es nueva, y en sus orígenes está relacionada con la valoración negativa que merece toda la época de la Restauración; no en vano fue Valle Inclán, el más vanguardista de la generación del 98, quien llamó a Galdós “don Benito el Garbancero”. Durante la época franquista se utilizó este teatro, al igual que la zarzuela grande, la tonadilla, y otros géneros más o menos folclóricos, como símbolo de las eternas esencias de la España nacional. De ahí que, desde un falso progresismo se ha visto durante décadas con desdén este teatro. Por otro lado, no ha de olvidarse el prurito seudocultista de menospreciar todo aquello que se acerque a lo popular. Así, F. Ruiz Ramón, en la única página que dedica al género en su Historia del teatro español, afirma que significa un achabacanamiento de la escena y una vulgar limitación de la realidad y de los medios expresivos dramáticos. En parecidas y escuetas interpretaciones abunda, por ejemplo, J. I. Ferrera2, como suele suceder en los manuales de historia de la literatura, incluso en las historias del teatro español, tal vez debido, también, a ser, algunos de ellos, géneros centáuricos, dada su mezcla de música y texto, y quedar por tanto su estudio en terreno de nadie.