viernes, 25 de septiembre de 2015

EL SÍ DE LAS NIÑAS, L.FERNÁNDEZ DE MORATÍN




Leandro Fernández de Moratín nace en 1760 y muere en 1828. Consecuente con la época en que le tocó vivir, el siglo XVIII, siglo de “las luces” y de la confianza fundamentada en la razón, esta obra nos muestra aquel ideal ilustrado de “enseñar deleitando”. La literatura debía ser útil y bella.
Los ilustrados vieron en el teatro el medio perfecto para que fuera una escuela de costumbres. Las obras debían perseguir una finalidad didáctica: respetar la moral pública y el orden social. Lo más importante era el texto teatral, no el espectáculo, y rechazaron aquellas obras en la que imperaba la inverosimilitud y la falta de decoro poético.
Las comedias de Moratín tienen esta finalidad moral. En ellas se respeta la regla de las tres unidades (espacio, tiempo y acción). Su tema fundamental es la inautenticidad como forma de vida:
—en los matrimonios de conveniencia: El viejo y la niña y El sí de las niñas.
—la educación de las jóvenes: La mojigata
—el teatro de su tiempo: La comedia nueva y el café.

El sí de las niñas fue estrenada en 1806. Llevaba a escena el tema de las bodas arregladas por padres y tutores sin contar con la voluntad de la novia. Los matrimonios impuestos y desiguales eran una realidad social de la época, dato que lo demuestra el hecho de que en 1787 había tres veces más viudas que viudos. En el propio círculo del escritor encontramos casos muy significativos: su tío Nicolás se había casado a los cuarenta y pico años con una jovencita a la que ni conocía; el Conde de Aranda se casó a los sesenta y cinco con una nieta sobrina que no había cumplido los dieciséis; y él mismo, rehusa casarse con Paquita Muñoz, joven de 20 años (él tenía cuarenta y dos), para no ser igual que el protagonista despreciable de su obra El viejo y la niña.
La finalidad de la obra no era tanto proponer soluciones (el divorcio era impensable) como concienciarse del problema y denunciar las conductas que lo ocasionaban.
Analicemos los caracteres de la obra, que se articula en torno a siete personajes que se agrupan en tres parejas (solo queda “suelto” Simón, el criado de D. Carlos). A excepción de los criados, todos ellos pertenecen a la clase media.
  1. Don Diego / Dª Irene
Don Diego es un burgués acaudalado de cincuenta y nueve años que pretende casarse con una joven de dieciséis, lo cual es un despropósito. Sin embargo, está lleno de virtudes: es sensible, ama a Paquita, aunque es consciente de que ella nunca le amará, se comporta con su sobrino como si de un hijo se tratase... sabe que de Paquita no podrá conseguir más que la estimación y la amistad, y eso le produce un desasosiego que no le deja dormir. Don Diego intenta por todos los medios saber si Paquita da su consentimiento para la boda, algo que Doña Irene no permite porque lo que quiere es imponer su egoísmo. Su sacrifico en aras de lo racional permitirá la felicidad de los jóvenes. Representa la discreción.
Doña Irene es su contrapunto cómico. Su función no es sólo provocar la risa sino resaltar la cordura, sensibilidad y generosidad de Don Diego. Es un personaje al que se caracteriza con una verborrea insustancial que estorba el propósito de Don Diego de conocer la respuesta de Paquita. A través de ella se proyecta la sátira contra la beatería y la santurronería. Es egoísta y no quiere que su hija se meta a monja: prefiere casarla “bien” y así reponer su economía. Representa la insensatez.
Pero a pesar de que está dispuesta a sacrificar a su hija por fines puramente económicos, Moratín no la presenta como un personaje cruel, y más que odio despierta compasión.

  1. Paquita /Carlos: el amor
Paquita se debate entre la obediencia a su madre y el amor a Don carlos. Es inocente, pero también sabe lo que es el amor. Su amor por Don Carlos, al que pide ayuda, es totalmente desinteresado, pues desconoce su fortuna y parientes. Conocemos su carácter por sus palabras y su acciones, pero también por cómo la ven los demás personajes. por ejemplo, destaca de ella Don Diego su candor y su inocencia; su madre, por el contrario, nos la muestra como una simple.
Representa el amor adolescente junto a la capacidad de sacrificio ante lo inevitable. Todo hace de ella un ser encantador del que el espectador se compadece.
Don Carlos es militar, obediente y con un gran respeto hacia su tío. Es capaz de dominar sus sentimientos y subordinarlos a la razón, al deber filial que le une a su tío.
  1. Rita / Calamocha: los criados.
Son los criados de Doña Paquita y Don Carlos, tienen una función cómica y sus diálogos, además de aportar frescura y verosimilitud, representan con su carácter desvergonzado el contraste necesario para resaltar la ternura y el lirismo de las palabras de Carlos y Paquita. Ambos tienen en común la juventud, la gracia y el buen humor.
Ella es la confidente de Paquita, su consejera; destaca en ella la amistad. Con sus comentarios ridiculiza a Doña Irene. Él, va desapareciendo poco a poco de la escena; tal vez con ello el autor quería evitar la típica boda entre los sirvientes de la comedia barroca.
  1. Simón.
Criado y consejero de Don Diego. Le aprecia realmente y cree que es un hombre de bien.

Los personajes también se agrupan por sus relaciones: tío/sobrino, madre/hija, amo/criado; y por su posición social (cuatro señores y tres criados).Todo discurre por el diálogo, distinto en cada personaje (verosímil, que respeta el decoro) según su edad, su estado social y su sexo, tres factores que imponen el tono.
El lenguaje que usa Moratín es sencillo y natural sin caer en la vulgaridad. Fue el primer autor en introducir en este tipo de teatro la prosa, lo que suponía además una toma de postura ideológica, pues se desvinculaba de los cánones heredados del teatro del siglo XVII.
El respeto de las tres unidades se consigue sin la menor inverosimilitud.
  1. Espacio.
Una sala de una posada de Alcalá de Henares, un lugar de cruce que favorece el diálogo y la acción en el que están presentes las confesiones íntimas y el mundo exterior con las salidas y llegadas. El espacio es claro y sencillo. Para los momentos de confusión en la trama se utiliza la falta de luz.
  1. Tiempo.
Dura diez horas (desde las 7 de la tarde hasta las 5 de la mañana), del atardecer al alba. Tiempo concentrado y gran dinamismo en la escena. La luz juega un papel simbólico fundamental: en la oscuridad tiene lugar la desolación de los jóvenes; el alba significa la felicidad de los personajes protagonistas. La luz que se impone a las tinieblas, un símbolo cargado de significación en el siglo en el que la obra se creó. La oscuridad propicia la peripecia y domina en los momentos en los que el corazón anula la razón; el sol sustituye a las tinieblas de la noche y aclara los malentendidos.



  1. Acción.
Única. Se resume en el proyectado matrimonio que una joven de dieciséis años, doña Francisca, con un acaudalado burgués de cincuenta y nueve. La muchacha se ve obligada a aceptar por el amor y obediencia que le debe a su madre, aunque esté enamorada de Carlos, un joven militar. Este amor sólo lo conocen sus criados, Rita y Calamocha. Cuando don Carlos acude en ayuda de Paquita, que le ha enviado una carta, descubre que su rival es su tío y tutor, por lo que su sentido de la obediencia le obliga a renunciar a su amada. Sólo la cordura y la comprensión de Don Diego –y su sacrificio- podrá resolver lo que se encaminaba a la ruptura de un orden racional y natural.


Todo en la obra es moderado: el sentimiento, la gracia, la amistad, el amor. La luz va marcando el paso del tiempo y tiene, como hemos señalado, una función simbólica:




La mujer en esta obra de Moratín cobra una inusitada importancia para la época. El mayor contraste en torno a Paquita lo podemos ver en las diferentes visiones que de ella tienen D. Diego y Dª Irene: Dª Irene tiene una actitud “machista” ante la situación y no cree a su hija capacitada para prácticamente ninguna decisión, frente a ella, D. Diego considera que Paquita está totalmente capacitada para tomar sus propias decisiones y expresarlas sin temor.
El tema, como también señalamos al principio, es la imposición paterna en el casamiento, frente a lo natural y racional, que es el amor entre dos jóvenes. Moratín nos dice con esta obra que la autoridad paterna debe ejercerse de una manera no despótica. El tema de la educación de la mujer también es importante en la obra: podemos ver el contraste entre don Carlos, que renuncia a su amor por el deber, y Paquita, que lo hace por simple disimulación.
Se postula como posible fuente extranjera La escuela de madres del autor francés Marivaux: parece ser que Moratín pudo tomar de esa obra la severidad educativa de Dª Irene para con su hija.
También pudo inspirarse Moratín en algunas obras españolas como Entre bobos anda el juego de Rojas Zorrilla en la que también se plantea el tema de un casamiento ridículo entre una joven y un anciano.
No obstante, el tema de las bodas desiguales queda justificado en la propia época de Moratín en la que los casamientos arreglados por los padres entre novias jóvenes y ricos ancianos eran bastante comunes. De igual modo, era una preocupación general en la época, como queda reflejado en la prensa periódica, el conflicto entre la autoridad paterna y la libertad de los hijos y sobre todo de la mujer. La preocupación de aquellos que como Moratín defendían la libertad de la mujer en la elección de marido no era tanto por considerar a la mujer capacitada para adquirir las mismas libertades que los hombres, sino, muy al contrario, porque se pensaba que las bodas irracionales a la larga provocarían que las mujeres buscaran fuera del matrimonio, y por lo tanto en una situación de adulterio, el pretendiente que les gustara. Esto es, se temía el desquite de las mujeres casadas contra su voluntad.
Estuvo representándose 26 días seguidos. Gustó a todos los públicos (clases acomodadas y clase media). La clase media se sentía identificada con la historia. El éxito demostró que el respeto por la regla de las tres unidades no era un obstáculo, no era incompatible con la popularidad de una obra, de lo que se deduce que el público permanecía en su mayoría totalmente ajeno a la polémica.

DON JUAN TENORIO, JOSÉ DE ZORRILLA




  1. Autor: José de Zorrilla (1817-1893)
Ya desde niño se destacaba en él una exaltada imaginación y una propensión a lo misterioso y plástico. En contra de lo que su padre esperaba de él, llegar a ser un gran abogado, pasó sus años de estudiante leyendo a los románticos, escribiendo versos y representando antiguas comedias refundidas “a lo divino” por los padres jesuitas.
Dos fueron las ciudades que le dejaron una honda huella. En Sevilla el sentimiento del paisaje se apoderó de él y sus rincones más pintorescos aparecerán constantemente en su obra literaria. En Toledo sintió los hechizos de sus calles moriscas, de sus antiguas sinagogas, de sus puentes romanos..., y será ésta otra ciudad presente en su obra y escenario obligado de muchas de sus leyendas.
Cuando por fin llegó a Madrid, meca de sus aspiraciones literarias, vivió días de estrecheces y bohemia, siempre alerta para evitar a los ministriles de su padre que le buscaban. Los versos que leyó en el entierro de Larra (que se había suicidado dos días antes) le consagraron oficialmente como poeta y su producción literaria se iniciará desde entonces.
Pero ni siquiera sus éxitos literarios convencieron a su padre. Esta desavenencia y distanciamiento familiar fueron para él una obsesión. Cuando tres años después de la muerte de su madre, en 1849, fallece su padre, cae en una profunda amargura. Don José Zorrilla Caballero había muerto sin llamarle a su lado, de cara a la pared como gesto de condena de los éxitos literarios de su hijo. Entre 1850 y 1854 su producción literaria fue casi nula.
En realidad su actividad productiva se centró entre 1837 (año de la muerte de Larra) y 1850. Durante este período poesías, leyendas y dramas se sucedieron en constante progresión. En 1844 apareció su obra cumbre, Don Juan Tenorio, que le elevaría a la apoteosis de la popularidad. Traidor, inconfeso y mártir (1849) fue el tercer gran drama de Zorrilla.
Lo que más estimó de toda su obra fueron las leyendas. El legendario cristiano A buen juez mejor testigo y otras leyendas supusieron los bocetos de piezas dramáticas con elementos donjuanescos que preconizaban el Tenorio. Zorrilla recogió los temas de la tradición popular, de vidas de santos, de dramas del Siglo de Oro, de romances, de novelas y de crónicas antiguas.
Los últimos años del poeta transcurrieron entre las dulzuras del éxito, la gloria y la fama conseguida, y las amarguras que le produjeron las dificultades económicas y los problemas de salud. Cuando muere en 1893 miles de personas acuden a su entierro en Madrid, y periódicos y revistas del mundo hispánico se hacen eco de este auténtico y espontáneo dolor de la patria. La celebridad que consiguió en vida en todas las esferas sociales se debió a su dedicación literaria al pueblo.
Sin embargo, de la obra que le dio fama dijo a los 64 años que estaba llena de errores que se reducían al amaneramiento y mal gusto de situaciones, “ripios y hojarasca” en la versificación y la desafortunada creación de don Juan, personaje sin carácter y con defectos enormes. Por ello pensó en una refundición del drama que corregiría estos defectos y le hiciera recobrar los derechos de la obra, que había vendido años antes y que estaba enriqueciendo a editores, actores y empresarios, mientras él vivía prácticamente de la caridad pública. Nunca ocurrió.
También hay que destacar de sus últimos años de vida la amargura que le producía el sentirse anticuado, un escritor lleno de prestigio, pero cuyo mensaje había perdido actualidad. De ahí su frustración al no conseguir que los editores aceptaran sus obras.

  1. Contexto cultural de la España del último tercio del siglo XIX.

El período romántico se había caracterizado por el predominio de la poesía y, sobre todo, del drama. Sin embargo, a partir de 1870, con la aparición de la primera obra de Galdós, La fontana de oro, surge un mayor interés por la novela con una marcada tendencia al realismo costumbrista, psicológico y social. La Restauración (1874) incrementa aún más dicho interés y da obras como Pepita Jiménez, El sombrero de tres picos. Galdós, por su parte, escribe profusamente sus Episodios Nacionales desde 1873. En ellos, y a diferencia de los románticos como Zorrilla, que exaltaban el pasado español, descubre la historia española inmediata, la del siglo XIX, más asequible al público a que se dirige y más conforme con su sentido de actualidad, de ansia por una España nueva, de responsabilidad ante la problemática nacional, trayectoria claramente precedente del 98.
En 1879 Galdós cierra la segunda serie de sus Episodios. La novela histórica pasa temporalmente de moda. Don Benito, observador atento a los gustos del público, abre la serie de “novelas contemporáneas”, obras ideológicas, de tesis y tendencia social, en consonancia con los gustos y corrientes de la época.
En el terreno del drama encontramos, sin embargo, una excepción, la del “rezagado romántico” Echegaray, que se fabricó su propia receta teatral: resucita el drama romántico en su forma más florida, melodramática y efectista, y le aplica el moderno teatro realista de ideas y nuevos problemas de la época positivista. Desliga de sus dramas el pasado histórico y legendario, sin situarlos tampoco en la época contemporánea. Sus tipos son símbolos de violentas pasiones humanas en conflicto con los rígidos conceptos del deber y del honor calderonianos, y les hace llegar, por medio de fines efectistas, a una solución detonante de moral implacable, sin tener en cuenta la lógica interna y natural de las pasiones humanas. (buscar algo de Echegaray). Esta fórmula hizo de Echegaray el “monstruo de la naturaleza” de su tiempo. Y Zorrilla, por el contrario, romántico cantor de las glorias nacionales, en un pasado histórico y legendario, sonaba a eco anticuado en una época burguesa, materialista y crítica, de gustos e ideas positivistas.

  1. Don Juan Tenorio, drama romántico.

El estreno en 1835 de Don Álvaro o la fuerza del sino, del Duque de Rivas, supone la inauguración solemne del romanticismo español. Pero su dominio en las letras patrias va a durar poco más de una época.
Lo dominante en el espíritu del romanticismo español es el retorno a la Edad Media, el entronque con la tradición nacional del Siglo de Oro, la de Lope, Calderón y el Romancero. Los dos representantes máximos del romanticismo nacional fueron Rivas y Zorrilla.
Don Juan Tenorio es la obra más representativa del teatro romántico español con su poder de parodia clásica: tiene todos los elementos de la obra seria, pero sin bases para la credibilidad. Es una refundición del Burlador de Sevilla de Tirso y del Convidado de piedra de Zamora. Con técnica y sensibilidad románticas el poeta revive la figura mítica del libertino, creada por Tirso.
Sus rasgos de héroe romántico y lo esencial de la intriga y acción cobran vigor con la presencia del antagonista, Luis Mejía, de personalidad paralela a la de Juan, aunque más esquemática y desdibujada. El rígido código del honor clásico está representado en don Gonzalo de Ulloa con la misma inflexibilidad que en los dramas calderonianos. Brígida encarna la tradición celestinesca. Ciutti es la “figura del donaire”, tan esencial en el Siglo de Oro. Lucía es la criada clásica, materialista e infiel, que vende a su ama por dinero. Une además Zorrilla el tema del “burlador” con el de “el convidado de piedra” y su banquete macabro.
Pero la gran contribución de Zorrilla y del romanticismo al tema donjuanesco es la bella creación de doña Inés, ángel de amor, “Virgen maría” medianera, que hace posible la salvación del libertino. La salvación por el amor sitúa el drama dentro del gusto romántico: la unión de la mujer y el amor contribuye a ese alto de redención romántica.
El estilo del drama está en armonía con el tono paródico propio de estas obras románticas. Los personajes usan un castellano moderno, aunque salpicado de ciertos arcaísmos, giros, juramentos e interjecciones que abundan en los dramas del Siglo de oro. El breve diálogo en italiano entre Buttarelli y Miguel es también un remedo de recursos parecidos de la comedia clásica, a la vez que un intento de Zorrilla de darle un tono realista.

Una acumulación de motivos románticos invade el drama:
1ª parte: misterio inicial del héroe acompañado de elementos carnavalescos (antifaces, máscaras, duelos, apuestas sobre vicios y crímenes...), el tiempo con calidad dramática, la noche de luna y misterio en las calles sevillanas, encarcelamientos, tapias de convento asaltadas, celdas de clausura mancilladas, sacrilegio y rapto, un barco esperando en el Guadalquivir profundo y enigmático, muertes a fuego y espada y huida veloz del héroe arrebatado por la desesperación.
Todo envuelto en movimiento, dinamismo y acción. Don Juan es una vorágine que arrebata todo a su paso.

2ª parte: se abre en el panteón de la familia Tenorio. Sepulcros, estatuas de piedra, sauces llorones inclinados sobre las tumbas y cipreses en una noche de luna plateada y gélida. Un Don Juan meditabundo entre tumbas sobrecogedoras, sombras de ultratumba (Inés), la estatua animada del comendador y la invitación temeraria. Banquete, brindis y euforia en casa de Don Juan seguidos de duelos y muerte. Cena paródica en el sepulcro del Convidado de piedra (reloj, plato de ceniza y copa de fuego), espectros, sudarios y sombras macabras. Campanas fúnebres y cantos funerarios. Arrepentimiento y apoteosis final de amor. Dos almas que ascienden al cielo al esclarecer el alba de un nuevo día que aterrará a los sevillanos.


  1. Estructura del drama.

Libertad absoluta en la construcción del drama, lo que evidencia de nuevo su romanticismo. La obra está dividida en dos partes:

1ª parte. Cuatro actos.
—comedia de capa y espada.
—historia del libertino.
—despliegue de acción y violencia en una increíble concentración de tiempo.

2ª parte. Tres actos.
—drama religioso
—moralidad propia del auto sacramental cuya culminación marca la salvación del pecador.
 —ritmo más lento y meditabundo, en armonía con los conflictos internos del héroe, que vacila entre realidad y delirio, y con el misterio y suspense de su salvación. El reloj de arena desliza implacable los granos de la vida, marca el ritmo y eleva la tensión.
—todo transcurre en una noche de verano cinco años más tarde.

Los siete actos van encabezados con títulos efectistas que nos previenen y ambientan.
El drama brota de la interacción de los personajes, que aparecen aislados sin saber de dónde viene y en cuadros sucesivos. La técnica interna de los actos sigue una serie de paralelismos y contrastes de personajes, temas y situaciones que nos recuerdan a la comedia clásica. Esta construcción simétrica domina sobre todo la primera parte, aunque en los actos finales de la segunda parte, aparecen de nuevo situaciones paralelas.
También encontramos paralelismo de estilo: frecuentes repeticiones de versos, palabras y expresiones de diálogos con el mismo tono y rapidez. Esta construcción simétrica revela su intención de crear una obra con la simplicidad del arte popular.
El paralelismo de acción y de estilo es un recurso técnico de gran valor efectista, tensional y climático, dentro de la libertad estructural del romanticismo.
Compuesto en verso encontramos todo tipo de estrofas: redondillas, quintillas, romances, versos sueltos, octavillas. Ovillejos, décimas, cuartetos. A excepción del romance, que prefiere la asonancia, las demás combinaciones métricas llenan, con su rima consonante, de sonoridad el drama, que nos muestra también ese afán de prosa que se fermenta en dicho período.
Ya dijimos que el propio Zorrilla encontraba en su obra exceso de “ripios y hojarasca” y que su poesía estaba vacía de contenido y emoción por haber sido producto de su delirante imaginación, no brote espontáneo del corazón. Para muchos críticos el drama es un muestrario de elementos externos y efectistas que componen la sonoridad populachera de poesía primitiva: encabalgamientos, repeticiones, ripios, todo al servicio de una rima y ritmo enfáticos y rebuscados, propios de la poesía popular.

  1. La salvación por el amor.
El Burlador de Tirso de Molina es un ejemplo de moralidad ortodoxa que condena a Don Juan por morir impenitente e incontrito: desperdicia el último grano de arena de su reloj. Sus pecados son de irresponsable autosuficiencia y de desprecio por la gracia, pecados contra el Espíritu Santo. En el drama de Tirso triunfa la justicia divina.
Pero el Don Juan de Zorrilla seguirá el camino de la contrición por el amor sincero a una mujer. Los suyos no son pecados contra el Espíritu Santo, sino pecados “normales”, calaveradas y bravuconadas juveniles motivadas por su vanagloria y estima personal. Y será la infinita misericordia de Dios la que triunfe, esta vez, en el drama zorrillesco.
Paradójicamente es el “bueno”, el recto e intransigente, Don Gonzalo de Ulloa, quien va al infierno por pecar de orgullo, odio y soberbia espirituales, víctima del frío código de honor.
El autor, dado el carácter religioso del drama (lo subtitula “drama religioso-fantástico”), rodea a Don Juan de un marcado satanismo que desde el principio está en boca de todos los personajes, y que se ve acentuado por su destreza, fuerza y valor físicos, arrojo y temeridad con los muertos y su poder seductor en el terreno del amor.
Inés es víctima de este poder diabólico desde que le ve por primera vez a través de unas celosías, y cuando despierta de su desmayo, se siente víctima de amuletos y filtros infernales que la arrastran tras el libertino con la fuerza irresistible de un amor que ella cree de Satanás. Y siente la tiranía de su pecado, el haberse entregado al amor del libertino a despecho de su honor y obligación. Pero reconoce la culpabilidad de su amor, que confirmará la sentencia divina tras su muerte: su tumba será el purgatorio donde ha de esperar al asesino de su padre, ya que por pertenecer tan fiel a su amor “satánico”, su salvación quedará pendiente de la última decisión de Don Juan. Y finalmente el poder del amor transformará en ángel al demonio que fue.
Los problemas religiosos de Don Juan son primariamente dudas, no obstinación contra la fe: no sabe si hay un reino más allá del terrenal. Y cuando la estatua del Comendador le prueba la existencia de Dios y de una vida tras la muerte, primero blasfema, y después entra en un estado de desesperación pues es imposible borrar treinta años de crímenes y delitos en un momento. Pero antes de caer el último grano de vida le ilumina la fe: “... si es verdad / que un punto de contrición / da a un alma la salvación / de toda una eternidad, / yo, Santo Dios, creo en Ti: / si es mi maldad inaudita, / tu piedad es infinita... / ¡Señor, ten piedad de mí!” Y es Inés quien toma la mano que don Juan tiende al cielo, sosteniendo así su fe: “Yo mi alma he dado por ti, / y Dios te otorga por mí / tu dudosa salvación.”

jueves, 24 de septiembre de 2015

VALORES DE SE

  1. PRONOMBRE REFLEXIVO CD O CI.
Reflexivas de interés o éticas: el pronombre reflexivo marca el interés, participación o intervención personal en la acción. El pronombre suele tener un valor pleonástico, innecesario pero que aporta valores estilísticos de afectividad o énfasis: Juan se ganó una fortuna en el casino. Mi hijo me ha suspendido cuatro asignaturas. Me ha sacado la carrera de medicina.
Esta función la realizan todos los pronombres átonos (me, te, se, nos, os, se)
  1. PRONOMBRE RECÍPROCO CD O CI. Esta función la realizan todos los pronombres átonos (me, te, se, nos, os, se)
  2. SUSTITUTO DE LE: SE LA DI. Empleo de se CI cuando sustituye le ante otro pronombre átono. (Esta función sólo la desempeña el pronombre SE)
  3. SE MORFEMA DE VERBOS PRONOMINALES: arrepentirse, quejarse, marcharse, etc. Esta función la realizan todos los pronombres átonos (me, te, se, nos, os, se)
  4. SE IMPERSONAL: en oraciones impersonales. Esta función sólo la desempeña el pronombre SE.
Se vive bien aquí , Se avisó a mucha gente
  1. SE EN PASIVAS REFLEJAS: oraciones con sujeto paciente. Esta función sólo la desempeña el pronombre SE.
Se hacen fotocopias, se reunirán todos los alumnos.
  1. SE ENFÁTICO: pronombre con carácter no necesario: Juan no (se) cree todo lo que le has contado. Juan (se) sabe de memoria el tema dos.

SINTAXIS. SINTAGMA, ORACIÓN

 Sintagma  

Unidad mínima de la sintaxis y unidad mínima de la lengua con función. Es un conjunto de palabras capaz de desempeñar como un todo una función sintáctica dentro de la oración. Sus componentes contraen a su vez una serie de relaciones entre sí; cada sintagma está integrado por componentes que realizan una diferentes funciones: núcleo, actualizador…

Tipos:
Grupo o sintagma nominal: el núcleo es un sustantivo. Casa de madera
Grupo o sintagma adjetival: el núcleo es un adjetivo. Harto de estudiar
Grupo o sintagma adverbial: el núcleo es un adverbio. Cerca del colegio.
Grupo o sintagma verbal: el núcleo es un verbo (o perífrasis verbal o locución verbal). Debe de costar mucho. Lleva dos zapatos distintos.
Construcción o sintagma preposicional: conjunto formado por una palabra o un grupo sintáctico que se une a otra palabra o grupo sintáctico mediante una preposición. No tienen núcleo y están formados por un enlace (preposición) y un término (la palabra o grupo que encabeza la preposición). Ej. Para todos, por tu puerta, etc.
Las categorías gramaticales forman sintagmas o grupos sintácticos que desempeñan una función sintáctica dentro de una oración.
Funciones dentro de los sintagmas o grupos sintácticos:
Núcleo: elemento principal
Actualizador o determinante: elemento que introduce al sustantivo.
Modificador o complemento: elemento que complementa al núcleo.
Funciones dentro de la construcción preposicional:
Enlace: la preposición ; ej: para todos
Término: palabra o grupo que introduce la preposición; ej: para todos, en mi habitación
ORACIÓN
Clasificación de las oraciones según el tipo de predicado:
a. Copulativas o atributivas: con verbo copulativo que forma predicado nominal.
V. cóp.+Atributo
b. Predicativas: con verbo predicativo que forma predicado verbal.
Vb+ Complementos
Activas
Transitivas: si llevan CD
Reflexivas: el sujeto realiza y recibe la acción del verbo. Se construyen con los pronombres me, te, se, nos, os, se. El pronombre personal coincide con el sujeto. María se lava.
El pronombre puede ser CD ( María se lava) o CI (María se lava la cara).
Recíprocas: dos sujetos realizan y reciben la acción del verbo. Se construyen con los pronombres nos, os, se que coinciden con el sujeto. Se pueden reconocer añadiendo a la oración el uno al otro o entre sí. Juan y Luis se ven a menudo.
El pronombre puede ser CD (arriba) o CI: Juan y Luis se prestan libros.
Intransitivas: si no llevan CD
Impersonales: oraciones que carecen de sujeto porque no existe o porque no interesa hacerlo explícito.
        —Con verbos meteorológicos: llover, tronar, nevar (Sólo en  3ª p.
Con haber y hacer: había mucha gente, hace frío (Solo se conjuga en tercera persona de singular)
Impersonales con se: se no cumple ninguna función sintáctica. Siempre van en tercera persona de singular.
                           Se vive bien aquí.
                          —Con verbos en tercera persona de plural: Llaman a la puerta.
Impersonales con ser, bastar y sobrar: Es tarde; Sobra con este dinero; Basta con ese kilo de naranjas.
Pasivas
Pasiva perifrástica: con verbo en voz pasiva (ser + participio).
Pasiva refleja: se construyen con se que no cumple ninguna función y llevan sujeto léxico pero no sujeto semántico. El verbo está en forma activa y siempre en tercera persona de singular o de plural.
Se destruyó la ciudad = La ciudad fue destruida.
Ya se saben los resultados.
RESUMEN DE LAS ORACIONES IMPERSONALES
1. Con verbos unipersonales: que sólo se conjugan en 3ª persona, como los verbos de fenómenos meteorológicos: llueve, truena, nieva, etc.
2. Impersonales con haber y hacer: hace mucho calor, hay muchos amigos, etc.
3. Verbo en tercera persona plural: llaman a la puerta
4. Impersonales con ser, bastar, sobrar: es tarde, sobra con este dinero, basta con ese kilo de carne.
5. Haber que+infinitivo: hay que estudiar más.
6. Con se: Se premió a los más rápidos.

CLASIFICACIÓN DE LAS ORACIONES POR LA ACTITUD DEL HABLANTE:
Enunciativas: Son Aquellas oraciones que hacen referencia al pasado, al presente o al futuro. Son las más comunes y afirman un determinado estado de cosas afirmándolo o negándolo.
Afirmativas
Negativas
Interrogativas: Sirven para preguntar y tienen una entonación especial.
Total: Cuando se pregunta por todo el contenido de la oración. La respuesta es sí o no, quizás. ¿Vienes a jugar a la calle?
Parcial: Cuando se solicita información sobre una parte del contenido mediante adverbios y pronombres interrogativos. La respuesta no puede ser ni sí ni no. ¿Quién era esa señora?
Directa: no depende de otro verbo y se marca con signos de interrogación gráficos.
Indirecta: depende de un verbo DICENDI que introduce la oración interrogativa y no lleva signos de interrogación. La entonación no es interrogativa sino enunciativa. Pregunté si podía salir de clase. No sé cuándo volveré.
Exclamativas: cualquier oración puede ser exclamativa con la entonación exclamativa.
Exhortativas o imperativas: sirven para dar órdenes.
Desiderativas: expresan deseo. Que aproveche, ojalá vengas, así te caigas…
Dubitativas: expresan duda o posibilidad. Quizás llueva, a lo mejor llueve…

martes, 22 de septiembre de 2015

SEMÁNTICA

La Semántica es la disciplina lingüística que estudia el significado de las diferentes unidades de la lengua. 
EL SIGNIFICADO DE LAS PALABRAS.
La lengua forma un sistema en el que cada unidad se define por las relaciones que guarda con el resto de unidades de ese sistema. Así, en virtud de la relación de sentido que  una palabra guarde con las demás de su sistema lingüístico, las palabras pueden ser:
a.     Monosémicas
La monosemia es una propiedad que tienen algunas palabras que poseen un solo significado. Hay pocas palabras monosémicas. La monosemia se suele dar en términos científicos que son empleados como tecnicismos en disciplinas muy concretas. Ejemplo: equilátero, tórax, etc. Significan lo mismo en cualquier contexto.
b.     Polisémicas
La polisemia es una  propiedad de las palabras que tienen diferentes significados. Las diversas acepciones de las palabras que tienen esta propiedad de sentido aparecen en la misma entrada en los diccionarios. La polisemia es un fenómeno mucho más frecuente en la lengua que la monosemia. Ejemplos: hoja, ratón, manzana, etc.
c.     Homónimas
La homonimia es la igualdad formal de dos palabras que tienen un significado diferente. Las palabras homónimas tienen diferente origen y presentan distintas entradas en el diccionario. Las palabras homónimas pueden ser de dos tipos:
Homónimas homófonas: se pronuncian igual pero se diferencian en su escritura. Ej. vaca / baca, hecho/echo, hasta/asta, etc.
Homónimas homógrafas: se escriben y se pronuncian igual. Ej. vino / vino; bote/bote.
d.     Sinónimos
La sinonimia es la relación semántica que se establece entre dos palabras que tienen el mismo significado. Hay varios tipos de sinónimos:
Sinónimos totales o absolutos: palabras que son intercambiables en todos los contextos. Oftalmólogo-oculista.
            Sinónimos parciales o relativos: no son intercambiables en todos los contextos: liso-llano, suave-ligero
e.     Antónimos
La antonimia es la oposición de palabras por su significado. Hay varios tipos de antónimos:
De grado o graduales: la oposición entre su significado es gradual. Entre estos términos hay palabras que indican grados intermedios (ocupan los extremos opuestos de una escala continua de valores): bueno-malo, frío-caliente, viejo-joven
Complementarios o binarios: la realidad se reparte entre ambos términos y no existen grados intermedios (formas pares que agotan entre ellas todas las posibilidades): lícito-ilícito, dentro-fuera, etc.
Recíprocos o inversos: el significado de una implica el significado de otra. Ej. Comprar- vender, padre-hijo, tío-sobrino; abuelo-nieto.
Hay un buen truco para identificarlos mediante una “ecuación”: si “x” es “y”, entonces “y” es “x”. Por ejemplo: si x es padre de y, entonces y es hijo de x; si x está encima de y, entonces y está debajo de x...
f.      Parónimos
La paronimia es un fenómeno que se da entre palabras que tienen un gran parecido fonético.
                       Ej. anejo/ajeno, hombre/hombro, ojo /ajo, razón/rezar...
g.     Campo semántico
Está formado por un conjunto de palabras que comparten un contenido semántico común. Ej. silla, sillón, sofá, butaca, taburete . Este grupo de palabras forman un campo semántico ya que comparten el contenido semántico “objetos que sirven para sentarse”. Pero cada uno de los términos del campo semántico se diferencia de los demás por unas características particulares o rasgos semánticos que se denominan semas. El término que contiene los semas de todos los demás (en el ejemplo sería "asiento") se denomina hiperónimo; cada uno de los términos del campo semántico es un hipónimo.
No hay que confundir campo semántico con familia léxica, que es el conjunto de palabras que derivan de una misma raíz: fruta, frutero, frutería...