Leandro Fernández de Moratín nace en 1760 y muere en 1828.
Consecuente con la época en que le tocó vivir, el siglo XVIII, siglo de “las
luces” y de la confianza fundamentada en la razón, esta obra nos muestra aquel
ideal ilustrado de “enseñar deleitando”. La literatura debía ser útil y bella.
Los ilustrados vieron en el teatro el medio perfecto para
que fuera una escuela de costumbres. Las obras debían perseguir una finalidad
didáctica: respetar la moral pública y el orden social. Lo más importante era
el texto teatral, no el espectáculo, y rechazaron aquellas obras en la que
imperaba la inverosimilitud y la falta de decoro poético.
Las comedias de Moratín tienen esta finalidad moral. En
ellas se respeta la regla de las tres unidades (espacio, tiempo y acción). Su
tema fundamental es la inautenticidad como forma de vida:
—en los matrimonios de conveniencia: El viejo y la niña
y El sí de las niñas.
—la educación de las jóvenes: La mojigata
—el teatro de su tiempo: La comedia nueva y el café.
El sí de las niñas fue estrenada en 1806.
Llevaba a escena el tema de las bodas arregladas por padres y tutores sin
contar con la voluntad de la novia. Los matrimonios impuestos y desiguales eran
una realidad social de la época, dato que lo demuestra el hecho de que en 1787
había tres veces más viudas que viudos. En el propio círculo del escritor
encontramos casos muy significativos: su tío Nicolás se había casado a los
cuarenta y pico años con una jovencita a la que ni conocía; el Conde de Aranda
se casó a los sesenta y cinco con una nieta sobrina que no había cumplido los
dieciséis; y él mismo, rehusa casarse con Paquita Muñoz, joven de 20 años (él
tenía cuarenta y dos), para no ser igual que el protagonista despreciable de su
obra El viejo y la niña.
La finalidad de la obra no era tanto proponer soluciones (el
divorcio era impensable) como concienciarse del problema y denunciar las
conductas que lo ocasionaban.
Analicemos los caracteres de la obra, que se articula en
torno a siete personajes que se agrupan en tres parejas (solo queda “suelto”
Simón, el criado de D. Carlos). A excepción de los criados, todos ellos
pertenecen a la clase media.
- Don Diego / Dª Irene
Don Diego es un burgués acaudalado de cincuenta y nueve años
que pretende casarse con una joven de dieciséis, lo cual es un despropósito.
Sin embargo, está lleno de virtudes: es sensible, ama a Paquita, aunque es
consciente de que ella nunca le amará, se comporta con su sobrino como si de un
hijo se tratase... sabe que de Paquita no podrá conseguir más que la estimación
y la amistad, y eso le produce un desasosiego que no le deja dormir. Don Diego
intenta por todos los medios saber si Paquita da su consentimiento para la
boda, algo que Doña Irene no permite porque lo que quiere es imponer su
egoísmo. Su sacrifico en aras de lo racional permitirá la felicidad de los
jóvenes. Representa la discreción.
Doña Irene es su contrapunto cómico. Su función no es sólo
provocar la risa sino resaltar la cordura, sensibilidad y generosidad de Don
Diego. Es un personaje al que se caracteriza con una verborrea insustancial que
estorba el propósito de Don Diego de conocer la respuesta de Paquita. A través
de ella se proyecta la sátira contra la beatería y la santurronería. Es egoísta
y no quiere que su hija se meta a monja: prefiere casarla “bien” y así reponer
su economía. Representa la insensatez.
Pero a pesar de que está dispuesta a sacrificar a su hija
por fines puramente económicos, Moratín no la presenta como un personaje cruel,
y más que odio despierta compasión.
- Paquita /Carlos: el amor
Paquita se debate entre la obediencia a su madre y el amor a
Don carlos. Es inocente, pero también sabe lo que es el amor. Su amor por Don
Carlos, al que pide ayuda, es totalmente desinteresado, pues desconoce su
fortuna y parientes. Conocemos su carácter por sus palabras y su acciones, pero
también por cómo la ven los demás personajes. por ejemplo, destaca de ella Don
Diego su candor y su inocencia; su madre, por el contrario, nos la muestra como
una simple.
Representa el amor adolescente junto a la capacidad de
sacrificio ante lo inevitable. Todo hace de ella un ser encantador del que el
espectador se compadece.
Don Carlos es militar, obediente y con un gran respeto hacia
su tío. Es capaz de dominar sus sentimientos y subordinarlos a la razón, al
deber filial que le une a su tío.
- Rita / Calamocha: los criados.
Son los criados de Doña Paquita y Don Carlos, tienen una
función cómica y sus diálogos, además de aportar frescura y verosimilitud,
representan con su carácter desvergonzado el contraste necesario para resaltar
la ternura y el lirismo de las palabras de Carlos y Paquita. Ambos tienen en
común la juventud, la gracia y el buen humor.
Ella es la confidente de Paquita, su consejera; destaca en
ella la amistad. Con sus comentarios ridiculiza a Doña Irene. Él, va
desapareciendo poco a poco de la escena; tal vez con ello el autor quería
evitar la típica boda entre los sirvientes de la comedia barroca.
- Simón.
Criado y consejero de Don Diego. Le aprecia realmente y cree
que es un hombre de bien.
Los personajes también se agrupan por sus relaciones:
tío/sobrino, madre/hija, amo/criado; y por su posición social (cuatro señores y
tres criados).Todo discurre por el diálogo, distinto en cada personaje
(verosímil, que respeta el decoro) según su edad, su estado social y su sexo,
tres factores que imponen el tono.
El lenguaje que usa Moratín es sencillo y natural sin caer
en la vulgaridad. Fue el primer autor en introducir en este tipo de teatro la
prosa, lo que suponía además una toma de postura ideológica, pues se
desvinculaba de los cánones heredados del teatro del siglo XVII.
El respeto de las tres unidades se consigue sin la menor
inverosimilitud.
- Espacio.
Una sala de una posada de Alcalá de Henares, un lugar de
cruce que favorece el diálogo y la acción en el que están presentes las
confesiones íntimas y el mundo exterior con las salidas y llegadas. El espacio
es claro y sencillo. Para los momentos de confusión en la trama se utiliza la
falta de luz.
- Tiempo.
Dura diez horas (desde las 7 de la tarde hasta las 5 de la
mañana), del atardecer al alba. Tiempo concentrado y gran dinamismo en la
escena. La luz juega un papel simbólico fundamental: en la oscuridad tiene
lugar la desolación de los jóvenes; el alba significa la felicidad de los
personajes protagonistas. La luz que se impone a las tinieblas, un símbolo
cargado de significación en el siglo en el que la obra se creó. La oscuridad
propicia la peripecia y domina en los momentos en los que el corazón anula la razón;
el sol sustituye a las tinieblas de la noche y aclara los malentendidos.
- Acción.
Única. Se resume en el proyectado matrimonio que una joven
de dieciséis años, doña Francisca, con un acaudalado burgués de cincuenta y
nueve. La muchacha se ve obligada a aceptar por el amor y obediencia que le
debe a su madre, aunque esté enamorada de Carlos, un joven militar. Este amor
sólo lo conocen sus criados, Rita y Calamocha. Cuando don Carlos acude en ayuda
de Paquita, que le ha enviado una carta, descubre que su rival es su tío y
tutor, por lo que su sentido de la obediencia le obliga a renunciar a su amada.
Sólo la cordura y la comprensión de Don Diego –y su sacrificio- podrá resolver
lo que se encaminaba a la ruptura de un orden racional y natural.
Todo en la obra es moderado: el sentimiento, la gracia, la
amistad, el amor. La luz va marcando el paso del tiempo y tiene, como hemos
señalado, una función simbólica:
La mujer en esta obra de Moratín cobra una inusitada
importancia para la época. El mayor contraste en torno a Paquita lo podemos ver
en las diferentes visiones que de ella tienen D. Diego y Dª Irene: Dª Irene
tiene una actitud “machista” ante la situación y no cree a su hija capacitada
para prácticamente ninguna decisión, frente a ella, D. Diego considera que
Paquita está totalmente capacitada para tomar sus propias decisiones y
expresarlas sin temor.
El tema, como también señalamos al principio, es la
imposición paterna en el casamiento, frente a lo natural y racional, que es el
amor entre dos jóvenes. Moratín nos dice con esta obra que la autoridad paterna
debe ejercerse de una manera no despótica. El tema de la educación de la mujer
también es importante en la obra: podemos ver el contraste entre don Carlos,
que renuncia a su amor por el deber, y Paquita, que lo hace por simple
disimulación.
Se postula como posible fuente extranjera La escuela de
madres del autor francés Marivaux: parece ser que Moratín pudo tomar de esa
obra la severidad educativa de Dª Irene para con su hija.
También pudo inspirarse Moratín en algunas obras españolas
como Entre bobos anda el juego de Rojas Zorrilla en la que también se
plantea el tema de un casamiento ridículo entre una joven y un anciano.
No obstante, el tema de las bodas desiguales queda
justificado en la propia época de Moratín en la que los casamientos arreglados
por los padres entre novias jóvenes y ricos ancianos eran bastante comunes. De
igual modo, era una preocupación general en la época, como queda reflejado en
la prensa periódica, el conflicto entre la autoridad paterna y la libertad de
los hijos y sobre todo de la mujer. La preocupación de aquellos que como
Moratín defendían la libertad de la mujer en la elección de marido no era tanto
por considerar a la mujer capacitada para adquirir las mismas libertades que
los hombres, sino, muy al contrario, porque se pensaba que las bodas
irracionales a la larga provocarían que las mujeres buscaran fuera del
matrimonio, y por lo tanto en una situación de adulterio, el pretendiente que
les gustara. Esto es, se temía el desquite de las mujeres casadas contra su
voluntad.
Estuvo representándose 26 días seguidos. Gustó a todos los
públicos (clases acomodadas y clase media). La clase media se sentía
identificada con la historia. El éxito demostró que el respeto por la regla de
las tres unidades no era un obstáculo, no era incompatible con la popularidad
de una obra, de lo que se deduce que el público permanecía en su mayoría
totalmente ajeno a la polémica.