sábado, 10 de diciembre de 2016

PRÁCTICA DE LA ORACIÓN COMPUESTA II

  1. Si tuviera mucho dinero o si me tocara la lotería, no volvería por la oficina.
  2. El jardín, que había sido frondoso, estaba ahora más seco que nunca.
  3. No fue a casa, sino que pasó por secretaría para recoger su título.
  4. Cuando tengo que decidir algo dudo tanto que alguien decide por mí.
  5. Un árbol se acerca con sus raíces a la tierra más que otra cosa.
  6. Mañana, si tú quieres, podemos ir a bañarnos.
  7. Aunque sabía que era peligroso, saltó para salvar a su perro
  8. Como ya estábamos en diciembre, recogimos la aceituna para llevarla al molino
  9. Le dieron una vara para que condujese al ganado que guardaba
  10. Como no tiene dinero, ha tenido que vender el coche, que estaba nuevo.
  11. Dicen que por donde pisaba el caballo de Atila no volvía a crecer la hierba.
  12. Tan pronto como acabe este ejercicio, nos vamos de paseo
  13. La hiedra ascendía por el muro como un trapecista que trepara hasta lo alto
  14. Tú, cuando estés triste, acuérdate de lo que te escribí
  15. No puedes imaginar de lo que es capaz un hombre cuando está desesperado.

miércoles, 7 de diciembre de 2016

PRÁCTICA DE ORACIÓN COMPUESTA I


  1. Dile a Jorge, cuando lo veas, que tengo un regalo para él
  2. Los policías que me detuvieron me trataron peor que a un delincuente
  3. No va a venir nadie para recoger la basura, porque están en huelga.
  4. Para acabar antes, procurad que nadie se enrolle.
  5. Cuando acabó el concierto que dio tu grupo, me marché a casa.
  6. Como no me ayudes tú, dejas de ser mi amigo.
  7. Aunque me apatece que te quedes, es mejor que vuelvas a casa.
  8. Dice unas cosas que dan miedo.
  9. Es una suerte que haya más setas que el año pasado.
  10. Me voy a la cama, porque tengo mucho sueño y porque mañana madrugo.

viernes, 2 de diciembre de 2016

HISTORIA DE UNA ESCALERA. Antonio Buero Vallejo

 Historia de una escalera es un drama en tres actos estrenado en 1949 en el Teatro Español de Madrid. Fue dirigida por Cayetano Luca de Tena tras obtener el premio Lope de Vega de ese año y tuvo 187 representaciones, lo que indica un enorme éxito.  


            La obra describe la fatalidad que persigue a los vecinos de una casa modesta, quienes no pueden, de ninguna manera, mejorar su condición social de “pobres”: tres generaciones (primera: Doña Asunción, Paca, etc.; segunda: Fernando, Urbano, Carmina, Elvira, etc.; tercera: Fernando hija, Carmina hija, etc.) están condenadas a vivir en la mediocridad, a la sombra de la escalera de una casa de vecindad. Este hecho supone el fracaso continuo de los personajes, por un lado como componentes de una sociedad que no tiene esperanzas de mejora, por otro, como seres individuales que se condenan ante la imposibilidad de ver realizados sus sueños. Además, esta situación llevará a algunos de ellos a la desgracia. Buero termina la obra con un final abierto: ¿podrán Fernando y Carmina hijos, a través de un amor prohibido por sus padres, librarse de la escalera, de la mediocridad de esas vidas?


            Contexto histórico: Por aquellos años España se encontraba en la época más dura de la posguerra, además de estar inmersa Europa en la Segunda Guerra Mundial. La censura, la prohibición de multitud de derechos civiles, además del hambre, las cartillas de racionamiento, era la situación que vivía una población que sentía el peso de los trágicos recuerdos de la guerra. 

            A consecuencia de la fuerte censura que se cernía sobre el teatro, estos temas no podían ser tratados directamente en el escenario. Por esa razón, entre el segundo y el tercer acto se elude, y a la vez se alude la guerra civil; es decir, está en la mente de los espectadores y constituye un personaje más, indispensable parar entender las reacciones de los personajes. El tema de España, por lo tanto, está presente de manera constante en la obra, tratado desde una perspectiva crítica, con una visión que hunde sus raíces en Cadalso, Larra, Galdós y la Generación del 98. El dolor por el atraso, la falta de futuro, la frustración por la imposibilidad de prosperar que manifiestan los personajes son los mismos que se encuentran en todos ellos. Frente a esa España real, Buero opone una España posible, soñada, mediante la esperanza que representa el final. 

           

            Contexto literario: Buero es, ante todo, un trágico. Para él la tragedia tiene doble función:

a)     Inquietar: plantear reflexiones al espectador sobre temas trascendentales de la condición humana.

b)     Curar: no imponer soluciones, dejando siempre una puerta abierta a la esperanza.

   La temática de sus obras siempre es la condición humana ante la que interroga. Sus obras tienen mucho de investigación y desvelamiento de las limitaciones de la personalidad humana: la búsqueda de libertad, de felicidad, de autenticidad, pero dentro de su mundo cotidiano concreto, nunca en abstracto.

   Esta temática la enfoca en dos planos: el plano existencial (meditación sobre la condición humana); el plano social (denuncia de las injusticias sociales concretas, directamente relacionadas con la situación concreta de la España de la época). Estos dos planos aparecen entremezclados en sus obras.

   Atendiendo a los contenidos o enfoques de sus obras, en la trayectoria de Buero pueden señalarse, en general, tres etapas:

1.      La primera época (paralela a los años de búsqueda y el primer realismo social) iría hasta 1957 y predomina en ella el enfoque existencial.

Además de su primera obra Historia de una escalera (1949), en donde presenta a tres generaciones de varias familias modestas, con todos sus problemas de frustración, tanto por el peso del medio social como por la debilidad de los personajes, escribe las siguientes obras: En la ardiente oscuridad (1950), La tejedora de sueños (1952), Hoy es fiesta (1956) y Las cartas boca abajo (1957).

2.      La segunda época, que abarcaría desde 1958 a 1968-70, es paralela al realismo social.

El predominio del enfoque social no supone un descanso en la atención por el individuo concreto, pero ahora se insiste más en las relaciones entre el individuo y su entorno. Los actos individuales quedan enmarcados en un tiempo y unas estructuras sociales concretas y se hace hincapié en las raíces y las consecuencias sociales de los actos (aunque todo ello dentro de los límites que le permite la censura). En esta época cultiva reiteradamente cierto tipo de “drama histórico”, aunque en estas obras la anécdota histórica es sobre todo un pretexto para plantear problemas actuales sorteando a la censura. Destacan sus obras: Un soñador para un pueblo (1958), Las Meninas (1960), El concierto de San Ovidio (1962), El sueño de la razón (1970) y El tragaluz (1967), que tiene también algo de histórico, aunque se sitúe en el presente y haga alusión a la historia reciente (la guerra civil y sus secuelas).

3.      La tercera época, que se inicia hacia 1970. Algunos críticos la consideran más como de continuación o intensificación de la etapa anterior. Buero no quiere permanecer al margen de las inquietudes experimentales que proliferan en estos años.

Destacan obras como: La llegada de los dioses (1971), La detonación (1977), La fundación (1974), que nos introduce en una celda de presos políticos, donde se reflexiona sobre el compromiso con la realidad, la lucha por transformarla, el ideal de libertad, etc.

Lo más destacable de esta etapa en cuanto a los temas es que los contenidos sociales y políticos se hacen más explícitos. En cuanto a la técnica, las novedades escénicas son importantes: es primordial el desarrollo que alcanzan los llamados “efectos de inmersión” (recursos de sonido, luz... que hacen “oír” o “ver” las cosas tal como las imagina o percibe un personaje, a la vez que se logra, así, expresar la subjetividad y se propicia una participación más intensa del espectador).


            El estreno fue un acontecimiento en el teatro de posguerra y significó la aparición de un nuevo teatro, cargado de profundas preocupaciones, en una línea existencialista, frente al teatro de evasión, más generalizado en aquel momento.   Supo sintetizar la corriente realista con la simbolista de, por ejemplo, Alejandro Casona. Además, integró la tradición del sainete con la tragedia unamuniana o lorquiana. Tras el estreno, algunos quisieron repudiar la obra señalando que “sólo” era “un sainete”, o reprochando su “pesimismo”. 

            Otros autores antes habían utilizado el sainete para trascenderlo, como Valle-Inclán en buena parte de su obra (especialmente en La hija del capitán, en 1926), Arniches... La novedad es que él hace una tragedia de tipo unamuniano. El sentimiento trágico de la existencia lo impregna todo. Escribir la tragedia española moderna ya se lo habían propuesto Unamuno o Lorca. El modelo lorquiano no podía ser continuado, habría sido una mera repetición; pero Unamuno sí, porque no había conseguido encontrar un lenguaje teatral válido. 

            El uso del sainete es para él el hallazgo de un lenguaje fácil para el público y que no asustaba a los empresarios, quienes huían,en cambio, de todo lo “intelectual”.  El éxito fue tan enorme que repitió la experiencia con Irene o el tesoro (1954) o Hoy es fiesta (1956). Posteriormente, la influencia de Historia de una escalera es notable en autores como Rodríguez Buded (La madriguera), Alfonso Paso (Los pobrecitos) o, sobre todo, Lauro Olmo (La camisa).

            El tema central de la obra es la impotencia, el fracaso y la frustración que acompañan desde el comienzo a los protagonistas, quienes intentan, inútilmente, salir de la situación en que se encuentran. El medio social en el que se desenvuelven y sus propias circunstancias personales les impiden realizar sus ambiciones. En la obra se presenta la vida de tres generaciones en un proceso cerrado, caracterizado por dos sentimientos: la desilusión y el fracaso, aunque parece que al final Fernando y Carmina hijos podrán romper el círculo antes de que también a ellos les alcance el fracaso colectivo.

   Los motivos secundarios son las causas (directas o indirectas) del fracaso y de la frustración de los personajes; son los siguientes:

q       La pobreza y la resignación (a pesar de que no llegan a un estado de necesidad, los vecinos son pobres).

q       El amor (se ha dicho que la obra es “el drama del amor frustrado”).

q       La cuestión social (es una obra testimonio de los problemas de la España de 1919-1949). 

q       El tiempo (el paso inevitable del tiempo revela el fracaso de estos seres que, como ellos mismos presienten en el 1º Acto, jamás verán realizadas sus ilusiones juveniles).

q       La incomprensión entre padres e hijos (la cita bíblica que encabeza el drama ya alude al choque generacional).

q       La antinomia activos-contemplativos, presente en buena parte de la obra de Buero Vallejo. En este caso, el personaje activo es Urbano, frente al contemplativo Fernando (en El tragaluz, serán Vicente y Mario). Su oposición se verá reforzada por la lucha que mantienen por el amor de Carmina y, finalmente, por la guerra civil, eludida entre el segundo y tercer acto.

q       El trasfondo mítico. En este caso, están presentes de forma subyacente los mitos de Caín y Abel y de don Quijote. El mito cainita aparece ya en la cita que abre la obra y va creciendo a medida que se oponen Urbano y Fernando, amigos casi hermanos y finalmente, tras el paso de los años (y de la guerra) enemigos irreconciliables que siembran su odio entre sus propios hijos. En cuanto al mito de don Quijote, el profesor Ricardo Doménech apunta la posibilidad de que, por debajo de la obra  está latente, ya que los personajes aspiran a salir de una escalera “sanchopancesca” a una nueva España soñada. 


            Destacamos algunos procedimientos formales:

·        Aunque los personajes están perfectamente dibujados y dan impresión de ser protagonistas (Fernando,Urbano, Carmina,Elvira), es la comunidad de vecinos, es decir, la colectividad, la auténtica protagonista de la historia. En este drama de familias se repiten a lo largo de tres generaciones las mismas pautas de comportamiento. La personalidad de los hijos es un eco de la de sus padres, y aquellos transmiten, a su vez, la herencia que han recibido. 

·        La obra está construida sobre una red de repeticiones y paralelismos que le dan unidad.  Así, por ejemplo, opone la figura obesa de la señora Paca a la alta y delgada de doña Asunción, o las escenas en que Fernando y Carmina, padres e hijos, se declaran su amor.

·        La escalera es un auténtico personaje. Se huye así del habitual salón de la comedia burguesa. Buero concede tal importancia a la escalera que incluso en una ocasión hace que el escenario permanezca vacío unos instantes, indicando en la acotación que “la escalera queda sola”. Todos los personajes se sienten ligados a ella; algunos la odian; otros, la consideran una vieja compañera.

·        La característica principal de los diálogos de la obra es la recurrencia. Se tiene la sensación de que los personajes podrían estar hablando de los mismos asuntos acto tras acto e, incluso, parece que se continúan diálogos comenzados en un acto anterior.