sábado, 29 de octubre de 2016

ANTONIO MACHADO. CAMPOS DE CASTILLA


EL AUTOR
Antonio Machado (Sevilla, 1875-Coillure, Francia, 1939)
 Mirembro tardío de la Generación del 98, su obra inicial suele inscribirse en el Modernismo. Fue uno de los miembros más representativos de la Generación del 98, y su obra es un vivo reflejo de esa España en decadencia cultural y política que tanto preocupó a los intelectuales de su tiempo.
Su obra poética se inicia con Soledades, en 1903, que reedita con numerosas modificaciones en 1907 con el título de Soledades, galerías y otros poemas, en pleno auge del Modernismo. Predomina en esta obra un tono melancólico y doliente. La anécdota argumental es casi inexistente y los temas son los propios del intimismo posromántico: el amor, el paso del tiempo, la soledad, la infancia perdida, los sueños…Es ya muy característico el empleo de símbolos: el camino, el espejo, el cristal, la fuente, el laberinto, la tarde, el jardín…En la edición de 1907 se suprimen los poemas más superficialmente modernistas y se añaden muchos nuevos, de una línea más intimista.
Con Campos de Castilla, 1912, explora nuevos caminos en la línea noventayochista. Atiende, sobre todo, al espacio geográfico que le rodea – las tierras castellanas – y a los hombres que lo habitan. En esta obra conviven poemas muy diversos:
     Descripción de paisajes y gentes de Castilla, desde una óptica noventayochista.
     Dura visión de España tradicional, religiosa y conservadora.
     Poesía sentenciosa de tipo filosófico y moral: Proverbios y cantares.
El libro Nuevas canciones, 1924, recuerda en alguna de sus partes el tono nostálgico del primer Machado. Hay una presencia de tierras sorianas, evocadas desde lejos; las hay, también, de la Alta Andalucía, espacio geográfico real y mítico a la vez. Continúa, además, en el nuevo libro, la línea sentenciosa que ya iniciara en Campos de Castilla.

CAMPOS DE CASTILLA, 1912.
1.TEMAS Y MOTIVOS
Este poemario se caracteriza por su variedad temática: el paisaje, Castilla, la muerte de Leonor, lo religioso y filosófico.
EL PAISAJE
Aparece recreado con objetividad aparente, pero en él subyace una gran carga subjetiva derivada de la proyección de los propios sentimientos del poeta sobre las tierras castellanas, de las que selecciona un grupo de caracteres esenciales: la austeridad, la pobreza y la dureza.
Un grupo de poemas testimonia la admiración de Machado ante el paisaje de Castilla, trasunto del ser de España: Orillas del Duero, A orillas del Duero, Las encinas, Amanecer de otoño.
Aveces incorpora al paisaje la presencia humana, con lo que los ambientes naturales se convierten tanto en un signo de una perspectiva histórica sobre el ser de Castilla, como de una voluntad adoctrinadora. Esta presencia humana suele girar en torno al campesino castellano que, humilde y luchador, ha heredado también antiguos vicios, como la codicia y la envidia. Es lo que ocurre en Por tierras de España, El dios ibero o en Un criminal.
Destacan también los motivos relacionados con los elementos naturales. Cabe destacar dos. El primero es el árbol, que presenta una simbología distinta según la especie de que se trate: la encina está unida a la sencillez,  el roble se relaciona con la guerra, etc.  El segundo es el río Duero, muy reiterado y casi personalizado, por cuanto supone un trasunto de la vida de las gentes castellanas.
Cuando se marcha a Baeza, esta ciudad y sus campos recordarán su pasado histórico, relacionado con la época de la dominación musulmana (Baeza= ciudad moruna; Guadalquivir=alfanje roto y disperso), en poemas como Los olivos, Noviembre, 1913. Asimismo, los poemas evocan el paisaje castellano desde la lejanía andaluza, bien con nostalgia y tristeza, bien en unión con el recuerdo de Leonor, la esposa recientemente fallecida en Soria (Recurso, Caminos).

EL TEMA DE CASTILLA
        Síntesis del tema de España, se trata de forma más objetiva que el paisajístico. En él se observa una visión crítica y una adscripción política progresista, dentro de una línea regeneracionista propia de la Generación del 98. En los poemas Del pasado efímero, El mañana efímero o Una España joven, Machado aboga por una nueva España en que no haya sitio para las lacras del país: la miseria, el atraso, la codicia campesina y la envidia. En este grupo se incluye el largo romance La tierra de Alvargonzález, fruto del propósito inicial de componer un romancero sobre la tierra castellana; pero que deriva hacia una crítica contra la codicia y la envidia, que Machado consideraba rémoras sociales; y que se convierten en los núcleos temáticos del romance.
LA MUERTE DE LEONOR
Un pequeño grupo de poemas tienen como tema el recuerdo de la muerte de Leonor: A José Mª Palacio, Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería, Una noche de verano.
EL TEMA RELIGIOSO
Dentro de una concepción típica de la Generación del 98, que optaba por un Dios en comunión directa con el hombre y despreciaba la religiosidad externa, y declaraba su disgusto por la huella de la presión clerical, que no predica la autenticidad y que siempre está de parte del poder. Dentro de este tema destaca El dios ibero, mientras que, desde la visión religiosa personal, sobresalen Saeta y algunos poemitas de la serie Proverbios y cantares, que tienen como denominador común el ansia de divinidad, al tiempo que a certeza de lo inalcanzable e incomprensible que resulta Dios.
EL TEMA FILOSÓFICO
 El autor lo desarrollará en el siguiente libro, pero aflora en varios textos de éste, como Poema de un día, y se ahonda en la serie Proverbios y cantares. En estos poemas filosóficos, Machado se sitúa en sintonía con el pensamiento de Platón y Kant, y evidencia el influjo que sobre él ejerció Unamuno, su maestro intelectual.

2.PRINCIPALES SÍMBOLOS MACHADIANOS EN LA OBRA
Se vale de símbolos para comunicar determinados temas presentes en sus obras. Trataremos los símbolos de Campos de Castilla en relación a los dos grandes ejes temáticos.

     El problema existencial: El paso del tiempo. La muerte

Algunos de los símbolos que hacen referencia al paso tiempo, ya presentes en su 1ª obra, son:

- El agua

Este símbolo es quizá el que con mayor insistencia y también con mayor hondura vivencial reitera a lo largo de su obra. El agua del río, de la fuente, de la lluvia… su fluir casi imperceptible, constante, se hace símbolo del fluir temporal y, por ello, de la vida interior; puede representar la muerte, quieta en la taza de la fuente o, en la inmensidad del mar al que confluyen todas las aguas. (Ver poema CXXVIII)


- La tarde

Suele expresar el sentimiento melancólico de la vejez espiritual. Por esto, los adjetivos referidos a colores que acompañan a la tarde y a los elementos del paisaje en esa hora (rojos, cárdenos, violetas…) se cargan por contagio semántico de estas connotaciones de melancolía y tristeza. (Ver poema CXVIII)

- Los caminos

Los caminos están presentes en su poesía desde sus primeras composiciones. El caminar errante, sin meta prefijada, es ante todo un sentimiento de pesar sin consuelo, una nostalgia de la vida que se va dejando y que también anticipa el horror de llegar. Los caminos son frecuentemente símbolos de la vida o bien aparecen asociados con ésta. Cuando esto ocurre en el poema, el camino real se difumina, se borra hacia la lejanía, hacia el futuro, del que nada podemos decir; y, al mismo tiempo, se convierte en motivo de melancolía, de ensueño que trae recuerdos (Ver poema Caminos). La idea de que el camino no está hecho, sino que se hace a la vez que el acto que lo realiza (“se hace camino al andar”) se ve reforzada por otras imágenes. (Ver Proverbios y cantares CXXXVI-XXIX).

- Los elementos del paisaje y el tiempo vivido

En el proceso de identificación del alma con las cosas del mundo adquieren especial relevancia los elementos de la naturaleza (los ríos, los atardeceres, los árboles,…). En Campos de Castilla entre los elementos configuradores del paisaje a los que el poeta dota de significación simbólica en relación con el paso del tiempo están los ríos – en especial el río Duero- (A orillas del Duero: “como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar”)- y los árboles -en especial el olmo, árbol de la infancia en algunas composiciones y de la madurez, la vejez en otras.

Sus reflexiones sobre la muerte son una consecuencia lógica de la preocupación por el paso del tiempo. La muerte se manifiesta de formas diferentes: la brevedad e inconsistencia de la vida, la decadencia del hombre y de las cosas, de los elementos de la naturaleza,… Los símbolos con los que se alude a la muerte son numerosos: el mar (ver serie Proverbios y cantares, CXXXVI-XLV), el ocaso, el otoño, la sombra, la luna,… El mar simboliza con frecuencia la ciega inmensidad de la muerte, lugar al que confluyen todos los ríos, siguiendo la alegoría de Jorge Manrique. Cada ser, como una ínfima gota, se pierde y desaparece en la inmensidad del mar-muerte (“Morir ¿Caer como gota / de mar en el mar inmenso?”, Proverbios y Cantares)

3. ESTRUCTURA
   Externamente, el poemario, como quedó establecido en 1917, consta de cuatro grandes núcleos:
     40 poemas, entre los que se incluye el largo romance La tierra de Alvargonzález.
     Proverbios y cantares, serie de 53 breves textos.
     Parábolas,  serie de 8 poemas muy cortos.
     Elogios, que reúne 14 composiciones dirigidas a poetas e intelectuales contemporáneos.
    Todo este conjunto se estructura internamente según los temas tratados y de la evolución de las fechas en que se compusieron los textos. En este sentido, el eje cronológico se sitúa en 1912: primera edición del libro y regreso de Machado a Andalucía. El poema Recuerdos, fechado en abril de 1913, tras la muerte de Leonor y cuando Machado parte hacia Andalucía, sirve de punto de inflexión para establecer esta estructura.

4.PRINCIPALES RASGOS FORMALES

  Antonio Machado somete desde sus inicios poéticos su estilo a un proceso de depuración en busca de la esencialidad, hecho que explica que partiendo del Modernismo esteticista llegue a una poesía sencilla, breve y concisa.

El léxico

Machado tiene, evidentemente, un vocabulario predilecto. Además de los símbolos examinados en el apartado anterior (el agua, el mar, el camino, los árboles…), toda la obra poética de Machado está marcada por el empleo de un vocabulario que evoca el tiempo que pasa, el ritmo de los meses y de las estaciones, la caducidad de las cosas. En este sentido, hay que señalar un vocabulario referido a lo que él mismo llamaba “signos del tiempo”. Siendo el tiempo el tema vertebrador de su obra, las palabras que pueden funcionar como deícticos temporales (adverbios —hoy, mañana, ayer, todavía, nunca, ya, aún…, demostrativos —estos, aquellos—) aparecen de continuo en sus poemas. Estos deícticos no suelen aparecer solos, sino que se combinan en antítesis temporales para expresar vivencialmente la relación pasado-presente-futuro (ver El dios ibero CI). Los adverbios de lugar (aquí, allá…) y los demostrativos (estos, aquellos…) tienen también este valor deíctico; y sus antítesis espacio-temporales señalan también antítesis correspondientes a estados de ánimo (CXXI)

En oposición a estos signos del tiempo, el poeta utiliza un vocabulario abstracto para referirse a lo que define como “revelaciones del ser en la conciencia humana” relacionados con los universales del sentimiento: sueño, mágico, alma, ilusión, encanto, armonía

Una de las características más señaladas entre los escritores de la llamada generación del ’98 es el uso —incluso la recuperación— del léxico arcaico y/o rural: tahúr, albur, sayal, juglar…arcadores, perailes, chicarreros

Procedimientos estilísticos

- La repetición de palabras o expresiones que produce un efecto de insistencia, de obsesión o de encantamiento: Campo, campo, campo; esta tierra de olivares y olivares… O sirve para imitar un movimiento: Se vio a la lechuza / volar y volar. O trata de reflejar una emoción tan fuerte que resulta indecible: ¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!

- El uso de símbolos, que se convertirán en el universo imaginario de Machado: el agua, la fuente, el camino, el mar… Toda la poesía de Machado está recorrida por estas intuiciones vivas y frágiles que revelan que la realidad, por la metáfora, la imagen o la comparación, debe ser una conquista del lenguaje.
- Dos aspectos manifiestan su deseo de comunión íntima con lo que le rodea; primero, se observa en la frecuente humanización de las cosas, de los objetos, de los paisajes: el agua clara que reía; cárdenos nublados congojosos; Hierve y ríe el mar… En segundo lugar en el empleo de la exclamación, uno de los rasgos más peculiares de este poeta que no abandonará jamás, puesto que le permite traducir su emoción ante los objetos, los seres humanos o los acontecimientos: ¡Hermosa tierra de España!; ¡Oh, flor de fuego!; ¡Tierras de la luna!... Con este gusto persistente por la exclamación, se puede relacionar también el uso frecuentísimo de la interrogación, que da a sus versos un tono personal.


La métrica

La métrica merece también una atención especial en la caracterización del lenguaje poético de Machado: variedad extraordinaria de metros y estrofas y, al mismo tiempo, naturalidad y espontaneidad; armonía intensa de los poemas, acentuada a veces por rimas internas; armonías vocálicas; mezcla, muy sorprendente, de tradición y modernidad, de ecos clásicos y populares. En Antonio Machado se cumple la vieja aspiración poética de la difícil sencillez.

En cuanto a los metros, los versos preferidos en Campos de castilla son los clásicos de la tradición española: el octosílabo, de tradición popular, y el endecasílabo, de tradición culta. En numerosas ocasiones, el endecasílabo aparece combinado con el heptasílabo. En menor medida utiliza el alejandrino, que había sido uno de los preferidos en la obra anterior.
En cuanto a las estrofas, hay gran variedad: romances, cuartetas, redondillas, coplas, décimas y la silva.

 4.- Importancia de la obra en la poesía española anterior a la Guerra Civil.

Se considera la síntesis más representativa del pensamiento crítico-historicista del 98, un libro intensamente representativo de aquella sincera preocupación por España y el ser del hombre.

Aunque fue respetado por los autores de la generación del 27, los poetas de posguerra fueron los que realmente supieron valorarla. Así,  Blas de Otero lo convierte en el más alto ejemplo de poesía y de humanidad. Su presencia se percibe, también, en la poesía de Leopoldo Panero, seguidor entrañable de Machado en el tratamiento lírico del paisaje; y en la de Luis Rosales, especialmente en su poema-libro La casa encendida. También destaca su influencia en José Hierro y Gabriel Celaya.

Los poetas de la llamada “segunda generación de posguerra” rescataron de Machado su aspecto de hombre comprometido socialmente. Así ocurre con Ángel González, José Manuel Caballero Bonald y José Ángel Valente. También en Jaime Gil de Biedma se observan coincidencias de actitud con Machado, del mismo modo que no es infrecuente la mirada hacia Machado de Francisco Brines, Claudio Rodríguez y de José Agustín Goytisolo.

Hacia 1970 surge una nueva promoción de poetas, los Novísimos. Machado para ellos era un obstáculo, fundamentalmente por la prioridad que nuestro autor dio a las preocupaciones morales y, en general, humanas, por su obstinada defensa del habla natural en el verso, y por sus modos poéticos externos.


Durante las décadas de los ochenta y los noventa, los poetas españoles jóvenes o no tan jóvenes volverán la mirada hacia la obra multiforme a integral de Antonio Machado; es el caso, por ejemplo, de Andrés Trapiello, José Mateos, y, especialmente, Luis García Montero.

viernes, 28 de octubre de 2016

TEMA 3. LA GENERACIÓN DEL 27


1. Contexto histórico.
Los “felices veinte” constituyen una época de tranquilidad en toda Europa que propició el desarrollo de una intensa vida cultural y la experimentación de nuevas formas artísticas. En España, corresponde con el golpe de estado de Primo Rivera. Pero cuando pasa esta euforia económica vuelve de nuevo el descontento. Los años treinta se abren con una crisis económica y social que deriva de la crisis económica mundial de 1929. Así, en 1931 se proclama la República. Es el momento conocido como bienio progresista, pero el gobierno se desgastó y la derecha se hizo con el poder en 1933. Su reacción contra las medidas del gobierno anterior provocó una revolución popular que preparó el triunfo de un Frente Popular de izquierdas y el posterior golpe militar de derechas. El alzamiento nacional supuso el comienzo de la Guerra Civil (1936-1939) y un paréntesis de varios años para la vida cultural del país.

2. La Generación del 27.
El conjunto de poetas que se escalonan desde Salinas a Altolaguirre recibe el nombre de  Generación del 27 por el acto conmemorativo del tercer centenario de la muerte de Góngora que organiza en 1927 el Ateneo de Sevilla. Por la gran afinidad entre ellos, pronto constituyeron un grupo de auténticos amigos que, aun careciendo de un programa común, sintieron el mismo deseo de pureza y de renovación lírica. La Residencia de Estudiantes, con sus tertulias y actividades culturales, el Centro de Estudios Históricos y los cafés madrileños, fueron su punto de encuentro.
Profesores universitarios y escritores como Alejandro Casona o F.García Lorca, que con la compañía teatral “La Barraca” quiso dar a conocer nuestro teatro clásico por toda España, tomaron pronto medidas para acercar la cultura al pueblo.
Colaboraron además en las mismas revistas, como la Revista de Occidente y La Gaceta Literaria, pero hubo muchas más: Litoral (fundada por Altolaguirre y Prados), Verso y prosa, Cruz y raya (dirigida por Bergamín), Caballo Verde para la poesía (dirigida por Neruda)...
Sin embargo, la Guerra Civil terminó con esta intensa vida literaria y cultural, de ahí que, a excepción de Lorca, muerto en 1936, y V.Aleixandre, Gerardo Diego y Dámaso Alonso, que permanecieron en España, los demás marcharon durante o al finalizar la contienda al exilio. Este partida supone un giro artístico en su producción: comienza la rehumanización.
Los poetas del 27, aunque en conexión con los movimientos vanguardistas europeos,  conjugaron en sus obras tradición y renovación. Bebieron de la influencia de varios ismos, pero sobre todo del Surrealismo, Creacionismo y Ultraísmo. De la generación precedente, Juan Ramón Jiménez servirá de guía a los que cultivaron la poesía pura; de  Ramón Gómez de la Serna y sus greguerías recogerán el uso de la metáfora y la tendencia lúdica y evasiva; y Ortega y Gasset será un mentor de estos jóvenes que vieron publicadas sus obras en la Revista de Occidente. De la tradición literaria española, junto a Góngora, debido al carácter deshumanizado de gran parte de su obra, se sintieron atraídos por la obra de Manrique, Garcilaso, Fay Luis, San Juan, Quevedo o Bécquer. Especial interés suscitó Lope de Vega, sobre todo por poesía de tipo popular.

3.  La poesía de la Generación del 27
Calificada esta etapa como segunda “Edad de Oro” de la literatura española, la mayoría de los poetas cambiaron su modo de hacer poesía a lo largo de 40 años. A grandes rasgos se aprecia una evolución paralela que parte de la intrascendencia de la Vanguardia para llegar, después de varias fases, a un compromiso humanizado o político.
En una primera etapa (hasta 1928 ó 1929) se aprecia en ellos un afán de pureza y desnudez, que le vino de la mano de Juan Ramón Jiménez. Una poesía en la que está ausente lo narrativo, de perfección técnica y depuración expresiva. Consideraban el poema como obra artística autosuficiente. Fueron acusados en sus comienzos de herméticos y fríos debido a la contención en la expresión del sentimiento y el intelectualismo, pero su predilección por la poesía popular (tan impregnada de “impurezas sentimentales”) los aleja de la pureza extrema. Al matizar la influencia de las vanguardias con la herencia de la poesía moderna posterior al Romanticismo (Bécquer, Darío, Machado o Juan Ramón) sintetizaron en los poemas material sentimental con material conceptual, por lo que nunca llegaron a considerarse deshumanizados o puros.
Toda esta síntesis de influencias se aprecia también en la métrica. Tras los experimentos vanguardistas, en los que prefirieron el verso libre, el verso blanco y el versículo, a partir de 1925 aumenta el uso de estructuras métricas tradicionales como el soneto, la décima, la canción, el romance o el villancico, que se renuevan al verter en ellas una temática e ideología modernas (como las famosas décimas de Guillén o el Romancero gitano de Lorca).
Sintieron predilección por el poema breve, en el que convergieran tradición y modernidad, y experimentaron con estructuras exóticas como el haiku, que trata de describir de forma brevísima una escena, vista o imaginada.
En cuanto al lenguaje poético, la metáfora y la imagen son los recursos fundamentales de evocación y asociación. Sintieron atracción por el objeto cotidiano, que adquiere entidad poética.
La influencia del Surrealismo será fundamental en ellos a partir de la publicación del Manifiesto surrealista de Bretón. Lo adaptaron y combinaron (el Surrealismo) con el humor y lo grotesco de la poesía popular. Algunos autores acogen el Surrealismo en sus poemas con imágenes oníricas y violentas y con la exploración del subconsciente con cierto tono angustioso. La imaginación, los procesos oníricos, el humor corrosivo, la pasión erótica e incluso la crueldad son instrumentos para luchar contra la cultura burguesa y las hipocresías de un orden moral establecido.
En una segunda época, a partir de los años treinta se siente la profunda crisis histórica y la poesía se va rehumanizando, se funden de nuevo arte y vida y vuelve la poesía de compromiso social (el poeta siente que su poesía debe estar al servicio de fines sociales). Esta rehumanización es el resultado de la expresión abierta de los problemas íntimos, de la tendencia a alejarse de los postulados del purismo y de prestar mayor atención al mundo contemporáneo.

4. Corrientes literarias más destacables.

Neopopularismo.
Se trata de una poesía popular actualizada que vuelve los ojos a los poetas anónimos del Romancero viejo y del Cancionero tradicional. A la cabeza de esta corriente están:
Federico García Lorca. Esta corriente abarca su obra Libro de poemas, Canciones, Poema del cante jondo y Romancero gitano. Con ellas penetra en las entrañas andaluzas para destacar lo hondo y profundo de esta región, no lo pintoresco. En Romancero gitano destacan las metáforas, el sensualismo y la transformación por vía poética del maltratado pueblo gitano. Exalta la dignidad de esta raza marginada y perseguida e ilustra el tema del destino trágico que aparece en toda su obra: sus personajes son seres al margen de un mundo convencional y hostil y por ello marcados por la frustración y abocados a la muerte. Es el punto más alto de la fusión de lo culto, incluso lo vanguardista, y lo popular. Tras esta obra, Lorca dará un giro al Surrealismo.
Rafael Alberti. En sus obras Marinero en tierra, La amante y El alba de alhelí compone canciones en las que se mezclan inspiración popular (estilo nominal, paralelismos, concisión, condensación expresiva a través de la elipsis, sencillez léxica...) y expresión culta. En todas ellas expresa en poemas cortos y sugerentes la nostalgia de un paraíso perdido lejos del mar. Nunca abandonó del todo el neopopularismo pero tras El alba de alhelí compone obras que se inscriben en otras corrientes del momento como el neogongorista Cal y canto o el surrealista Sobre los ángeles. Recuperará el neopopularismo en 1954 con sus Baladas y canciones del Paraná.

Poesía pura.
Jorge Guillén. Compone Cántico como expresión jubilosa de la realidad y del hombre. Su tema, la afirmación del ser y del vivir. Es un libro de poesía pura, pero después de sucesivas ampliaciones e incorporaciones de poemas, se observa en ellos una vena de sentimiento y humanidad: consigue un equilibrio entre emoción e inteligencia mediante la expresión contenida y refrena del sentimiento. La luz se convierte en palabra fundamental en su poesía. Sus décimas constituyen modelos de impecable perfección.
Pedro Salinas. Supera con La voz a ti debida y Razón de amor libros anteriores como Seguro azar y Fábula y signo. La voz a ti debida es un extenso poema amoroso que relata una historia personal y vivida desde la pasión, pasando por la unión plena, hasta el umbral de la separación, dado que la ruptura tiene lugar el Razón de amor. Se trata de un amor intelectualizado cuyo objeto puede ser la mujer o la propia poesía. Tras estas obras su poesía no cambia sustancialmente, aunque en El contemplado se abre más allá de su mundo íntimo. Entre los rasgos de su obra: intelectualismo y un permanente diálogo mediante el que los interlocutores profundizan en sí mismos y en sus contrarios y se enriquecen mutuamente. La poesía se convierte en la forma de acceder a la esencia de la realidad.

Surrealismo.
En Federico García Lorca la experiencia surrealista llega tras un cansancio del neopopularismo y un viaje a NY con Poeta en Nueva York, en el que nos ofrece una visión negativa de la ciudad y el rechazo a una civilización mecanizada que destruye la libertad del hombre y lo auténtico humano, aunque junto a ella exprese la fascinación que le produce la mezcla de razas, el cine, el jazz..., mediante elementos oníricos, de forma dislocada, sin apenas nexos lógicos. La métrica es variada. Otra obra de esta corriente es el poema elegíaco Llanto por Ignacio Sánchez Mejías, en el que nos presenta en una atmósfera irreal a una figura mítica que la muerte arrastra a la nada desde la cogida del toro hasta la muerte del espíritu.
Rafael Alberti compone como resultado de una crisis espiritual, religiosa, amorosa y estética Sobre los ángeles, en la que el surrealismo es vía de expresión de sus obsesiones, angustias y contradicciones internas, y en la que los ángeles son objetivaciones poéticas de fuerzas oscuras que le oprimen y a cuyo arbitrio se encuentra. Al final el poeta acepta el proceso como una experiencia vital aleccionadora.  
Vicente Aleixandre se dio a conocer con una obra de tono tradicional, Ámbito, pero tras la lectura de Freud dará un giro al Surrealismo con Pasión de la tierra, poemas en prosa en los que expresa su deseo de fundirse con la naturaleza, lo que le lleva a la defensa de lo elemental, lo desnudo, lo auténtico, y a atacar las normas y trabas sociales que limitan la libertad y los impulsos espontáneos del hombre. Comparte el dolor del universo pero también el goce de la vida, a la que desea libre de inhibiciones. En Espadas como labios y La destrucción o el amor el amor aparece como fuerza destructora que paradójicamente conduce a la fusión con lo cósmico. Destacan la presencia de elementos oníricos y una expresión afectada de ilogicismo. En Sombra del paraíso su poesía se hace más clara y comunicativa.
Luis Cernuda. Dentro de las varias etapas de su obra recogida en el volumen La realidad y el deseo, el Surrealismo ocupa la segunda de ellas con obras como Un río, un amor y Los placeres prohibidos. El Surrealismo le ofrece una puerta abierta para expresar sin inhibiciones su mundo interior (amor, nostalgia, insolidaridad..., sentidas como un romántico) y su rebeldía frente a las convenciones sociales y artísticas.

5. Otros poetas.
Autores como Gerardo Diego, Emilio Prados o Manuel Altoaguirre son difíciles de clasificar debido a la heterogeneidad de su obra.
Gerardo Diego. Su obra sorprende por su inusitada variedad de temas, de tonos y de estilos. En síntesis presenta dos direcciones: la poesía de vanguardia y la poesía “clásica” o “tradicional”. Ambas han sido cultivadas paralelamente por el autor, aunque con un progresivo dominio de la segunda. Su primer libro, El romancero de la novia, está impregnado aún de tono becqueriano, pero este año empiezan ya sus experimentos de vanguardia: destaca como representante español del Creacionismo. Así en Imagen y Manual de espumas. A la misma línea vanguardista corresponde la Fábula de Equis y Zeda. Y por los mismos años también prosigue su obra de corte tradicional: Versos Humanos, SoriaViacrucis o Versos Divinos...
Emilio Prados. Sus comienzos están marcados por un doble signo: las formas populares y la influencia de Juan Ramón. Así en los poemas que van de Tiempo a Cuerpo perseguido. También hay en él una etapa surrealista que coincide con un momento de crisis: La voz cautiva y Andando, andando por el mundo. Sigue una breve etapa de poesía política con obras como Llanto en la sangre o Cancionero menor para los combatientes. En el exilio se hace punzante su nostalgia de la tierra española. En Jardín cerrado se encierra en su intimidad y ahonda en los problemas existenciales.
Dámaso Alonso sigue una trayectoria muy diferente a los demás. Inicia su obra con Poemas puros, que le revelan como un “pionero” de la poesía pura. Pero su obra más importante es Hijos de la ira, poesía existencial que supone en realidad una autobiografía espiritual del poeta, la más desnuda confesión de su desamparo, a la vez que un grito de protesta contra el odio, la injusticia y la podredumbre.
Miguel Hernández. Poeta que no puede clasificarse como miembro de la Generación del 27, pero su corta vida de 1910 a 1942 hace difícil su inclusión en cualquier movimiento. En 1933 publica su primera obra importante Perito en lunas como aprendizaje de técnicas modernas. Comienza su poesía amorosa que evoluciona hasta El rayo que no cesa que supone su consagración, de tono neopetrarquista. En su poesía toca temas como la religión, el amor y otros de carácter existencial. También encontramos en su creación la vertiente de poesía social motivada por los acontecimientos de la guerra como se refleja en Viento del pueblo y en El hombre acecha.

6. Teatro de la Generación del 27.

Federico García Lorca:
Para Lorca el teatro es “la poesía que se levanta del libro y se hace humana”. Su teatro, además, tiene voluntad didáctica, pues está destinado a elevar el nivel cultural de sus destinatarios, el pueblo. Lorca, además, concibe el teatro como un espectáculo total en el que se unen poesía, música, baile y coreografía.
Lorca toma influencias del teatro modernista (la estructura de dramas en estampas, preferencia por el mundo rural), del teatro clásico español ( fusión de música y danza), y del teatro de títeres.
Su temática: el conflicto entre la realidad y el deseo, el choque del autoritarismo y la libertad.... aunque el elemento neurálgico del universo lorquiano es la frustración. Lorca lleva a escena destinos trágicos, pasiones condenadas por la soledad o la muerte, amores marcados por la esterilidad, y en varias obras todo ello aparece encarnado en personajes femeninos, son arquetipos, de ahí su preferencia por los femeninos (encarnan más dramáticamente el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista).
En cuanto al lenguaje, conviven poesía y realidad: sabor popular y aliento poético. Destaca por la densa presencia de símbolos, metáforas y comparaciones.
En cuanto al estilo, usa el verso y la prosa. Sus dos primeras obras están escritas totalmente en verso: El maleficio de la mariposa y Mariana Pineda. En prosa escribió La casa de Bernarda Alba (una prosa profundamente poética). En el resto de sus producciones combinó prosa y verso.
En la evolución de su teatro la experimentación es el elemento determinante. Partiendo del drama modernista, adopta las posibilidades escénicas de la Vanguardia y los recursos de la tradición popular en busca de la expresión adecuada para desarrollar todo el conflicto temático de sus obras:
Teatro modernista: Mariana Pineda, escrita en verso.
Etapa de las farsas: entroncan con formas populares del teatro de títeres. Escribe farsas para guiñol (Retablillo de Don Cristóbal), farsas para personas (La Zapatera prodigiosa, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín). Su farsa, al revés que Valle, intenta engrandecer a sus personajes por su dimensión trágica.
—Comedias imposibles, como las llamó el propio Lorca El público y Así que pasen cinco años. Experimentales: rupturas de lógica espacio-temporal, desdoblamientos de personalidad, multiplicación de interpretaciones posibles... Se sitúan en una línea superrealista.
Neopopularismo: destacan sus tragedias Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores no es tragedia rural pero está montada sobre valores populares. Es un drama urbano (Granada) que simboliza la frustración femenina: su protagonista consume lenta e inútilmente su vida esperando al amado ausente.
Hay que destacar la creación de “La Barraca”, con la que realizó una entusiasta labor representando en los pueblos españoles obras de nuestro teatro clásico.

Otros autores del 27 o coetáneos a esta generación:

Alberti: El hombre deshabitado, El adefesio, Noche de guerra en el Museo del Prado.
Miguel Hernández: Obras con matiz político: Pastor de la muerte. (lo meto aquí, aunque no sea realmente del 27)
Salinas: El director, La cabeza de Medusa.
Jardiel Poncela: Supone la renovación del teatro cómico: sus obras se acercan al teatro del absurdo. Eloísa está debajo de un almendro.
Alejandro Casona: Dirige antes de la guerra varios grupos para difundir el teatro clásico. Rasgos:  simbolismo y gran calidad en su lenguaje. Obra: La sirena varada. En Nuestra Natacha rompe con la estética del teatro poético y gana en contenidos críticos. Otras obras: Los árboles mueren de pie, Prohibido suicidarse en primavera. Aciertos: ilusión y fantasía mezclados con misterio e intriga.


TEMA2: EL NOVECENTISMO Y LAS VANGUARDIAS.


1.       CONTEXTO HISTÓRICO

España, pese a su neutralidad, sufrirá hondos cambios a partir de la Primera Guerra Mundial. La crisis de 1917 trae conflictos sociales, el fin de los partidos turnantes y el creciente protagonismo de las masas obreras. La decadencia de la Monarquía llevaría al golpe de estado de Miguel Primo Rivera en 1923. El cambio fue aceptado en un principio por los intelectuales, aunque después se opondrán al convertirse en una dictadura que prohíbe los partidos y pone fin al parlamentarismo. Tras el paréntesis de la dictadura (1923-1930), las nuevas fuerzas políticas propiciarán el advenimiento de la Segunda República (1931), aunque la pugna entre estas nuevas fuerzas y el viejo bloque dominante explicará los avatares de la República y el desencadenamiento de la Guerra Civil (1936-1939).
Históricamente la literatura de Vanguardia es la que corresponde a la posguerra que siguió a 1918.  Durante 10 años el viejo continente disfruta de una de una visible prosperidad y reina el optimismo: se siente el deseo de olvidar los horrores de la guerra y se practica una literatura de “evasión”, momento que Ortega llamó “la deshumanización del arte”. El clima es semejante en España. Sin embargo, esta situación dura aproximadamente hasta 1930: la depresión económica de Occidente, producto del Crack del 29, coincide con una honda crisis espiritual en la que naufragan el optimismo y los ideales que se habían forjado en la década anterior.

2.       LA GENERACIÓN DEL 14.
Fue Eugenio D'Ors quien acuñó el término Novecentismo. Los autores novecentistas configuran la segunda generación literaria del siglo XX, inmediatamente posterior a la Generación del 98 y que convive con el Vanguardismo.  Son intelectuales. El 1910 se fundan el Centro de Estudios Histórico y la Residencia de Estudiantes, encaminadas a la formación de una minoría preparada para el ejercicio de su misión rectora.

Ideología del Novecentismo.
En lo político, la mayoría procedía de reformismo burgués. Hombres como Ortega, Azaña o Marañón defendieron los ideales republicanos.
En lo cultural, aparece un nuevo tipo de intelectual: se imponen la pulcritud (VS bohemia modernista), una sólida formación universitaria (VS el autodidactismo noventayochista) y un examen objetivo, de los problemas: (VS posturas irracionalistas o exaltadas). Muchos tuvieron una vocación magistral. Reaccionaron contra actitudes decimonónicas (antirrealismo y antirromanticismo) y se sintieron europeístas, atendiendo a lo universal (VS casticismo), lo que también les llevó a una preferencia por lo urbano frente a lo rural.
El problema de España sigue patente, pero con tintes menos patéticos. Son temas frecuentes la idea de la revolución desde el poder (heredera del regeneracionismo) y el elitismo.

Estética del Novecentismo.
Supone una superación tanto del Modernismo como de la Generación del 98 y un rechazo al Romanticismo y al Realismo trivial: se huye del sentimentalismo (se refrena lo dionisíaco y se potencia lo apolíneo). Tres principios presiden la labor creadora: pulcritud, distanciamiento y equilibrio. Da como resultado una literatura para minorías, y se impone el intelectualismo para evitar lo sentimental. Todo conduce a un arte puro, que es mero placer estético.. Este arte ha de liberarse de las contaminaciones demasiado humanas y ser intrascendente, fuente de goce intelectual, sin otra función social o redentora.

Géneros literarios.

1. El ensayo.
Los ensayistas ocupan un lugar prioritario en esta generación. Destacaremos, entre todos:

Ortega y Gasset. Guía y maestro de la generación, funda en 1913 la “Liga para la Educación Política”, en 1915 la revista “España” y en 1923 la “Revista de Occidente”, que recoge las nuevas corrientes europeas y españolas de todos los ámbitos del pensamiento y la creación.
Máxima figura de la filosofía española del siglo XX, recogió en la España invertebrada su postura europeísta y su denuncia del aislamiento de nuestro país. Sus ideas estéticas están expuestas en La deshumanización del arte en el que analiza y defiende el arte nuevo, deshumanizado, que sólo entiende una minoría ya que es un arte puro. En Ideas sobre la novela lleva a cabo un análisis del género narrativo, mientras que Meditaciones del Quijote es un ensayo sobre los géneros literarios.

Eugenio D'Ors. definió a la nueva generación como europeísta, antibohemia, universitaria y laica. Obras: Glosario (anotaciones breves); Tres horas en el Museo del Prado y Lo barroco, que le dieron autoridad como crítico de arte; Oceanografía del tedio es la cima de su prosa, cuidada, limpia y de gran plasticidad.

Otros autores: Gregorio Marañón.

2. Novela.

Gabriel Miró. Gran capacidad para captar sensaciones y sentido lírico, en sus obras la acción se convierte en mero soporte para descripciones impresionistas. Domina el lenguaje, lleno de imágenes vivísimas, de emoción y belleza. Insinúa sin mostrar explícitamente. Obras: Las cerezas del cementerio, Nuestro padre San Daniel, El obispo leproso.

Ramón Pérez de Ayala. Comienza con un relato autobiográfico de corte noventayochista y evoluciona hasta la novela intelectual. Obras: Tinieblas en las cumbres, A.M.D.G, Luz de domingo.

Otros autores: Wenceslao Fernández Flores, Benjamín Jarnés.

3. Ramón Gómez de la Serna es imposible de encasillar, ejemplo de escritor puro. Para él, el mundo es  sólo descriptible en términos de humor, aunque con un poso de amargura. Encarna el espíritu de vanguardia al estar en perpetua ruptura con los convencionalismos. Atendió a todos los géneros, menos a la poesía lírica. Su creación más personal son las greguerías (Humorismo + Metáfora = Greguería), publicadas por primera vez en 1910 en la revista “Prometeo”. Son apuntes breves que encierran una pirueta conceptual o una metáfora insólita, algunas son chistes y otras se acercan a la máxima filosófica. En el ámbito de la novela, supone la superación del canon tradicional realista-naturalista por su ingenio, su humor y los personajes estrafalarios; la acción es escasa, a menudo irreal y están llenas de greguerías que sorprenden al lector. Obras: Piso bajo, El doctor inverosímil. Escribió un teatro simbólico e insólito, dentro de la línea innovadora. Obras: La utopía, Los medios seres.

4. Poesía.
Los poetas tienden a una depuración estilística, que Pedro Salinas llamó “del cisne al búho”. Está presidida por la figura de:

Juan Ramón Jiménez. En 1900 se fue a Madrid a “luchar por el Modernismo”. Frecuentó la Institución Libre de Enseñanza y la Residencia de Estudiantes. Se casó en NY en 1916 con Zenobia Camprubí. Residieron en Madrid hasta la Guerra Civil; a partir de entonces residirán en varios países hispanoamericanos hasta que en 1951 se asientan definitivamente en Puerto Rico, donde murió, dos años después de ganar el Premio Nobel.
Es un poeta consagrado a su obra, aislado por su hiperestesia. Su poesía es minoritaria (“A la minoría, siempre”). Su obra está presidida por un triple sed: de Belleza (expresión de un goce exaltado de lo bello, entreverado de melancolía e incluso de dolor), de Conocimiento (poesía como modo de penetración en la esencia de las cosas) y de Eternidad (como posesión inacabable de Belleza y verdad; preocupación angustiosa de la fugacidad de las cosas e idea muy particular de Dios, al que identifica con la Naturaleza).
Su obra se puede clasificar en varias etapas:
--Etapa sensitiva: de los comienzos a 1915. Muestra de un postromanticismo becqueriano, pero se aprecia pronto la impronta del Modernismo, como en Almas de violeta, Ninfeas. En 1903 escribe su primer gran libro, Arias tristes, poesía “vestida de inocencia”, sencilla de formas. Temas como  la soledad y melancolía o el paso del tiempo. Alejado  del Modernismo más ornamental y sonoro.
De 1908 a 1915 encontramos títulos como Sonetos espirituales: adopta los ropajes del Modernismo pero de un Modernismo intimista orientado hacia la contemplación y la confesión sentimental. Pero también compone libros de estilo más sencillo que presagian la inminente depuración del lenguaje poético: El viaje definitivo. Su obra en prosa Platero y yo combina rasgos modernistas con rasgos de voluntad de pureza.
--Época intelectual: “Más se fue desnudando”(1916-1936). Diario de un poeta recién casado (1916) supone la ruptura con el Modernismo: poesía desnuda en la que elimina todo lo anecdótico y tiende a la concentración conceptual y emotiva. Son poemas breves, densos, en versos escuetos y preferentemente sin rima o leves asonancias y también poemas en prosa que influirán en la poesía de vanguardia.
Siguen otros libros: Eternidades, Piedra y cielo, en los que continúa el proceso de depuración que se traduce en una gran dificultad.  La estación total corona esta etapa.
--Época suficiente (1936-1958). Encontramos títulos como En el otro costado, Dios deseado y deseante, Animal de fondo. Visión panteísta de la la naturaleza.
Servirá de guía a los poetas puros y a los jóvenes del 27, y ya en la segunda mitad del siglo serán los “novísimos” los que recuperen la estima que había perdido durante la guerra.

Otros poetas contemporáneos: Mauricio Bacarisse, Juan José Domenchina y José Moreno Villa.

3.       LAS VAGUARDIAS. EL ARTE NUEVO.
En 1920 el Modernismo está totalmente superado. En Europa comienzan a aparecer movimientos vanguardistas. Tras el futurismo italiano, vienen cubismo, dadaísmo y surrealismo en Francia; ultraísmo y creacionismo en España e Hispanoamérica.
Los movimientos de vanguardia suponen una auténtica ruptura y se suceden unos a otros rápidamente. En este momento de experimentación renovadora se rechaza todo o casi todo lo anterior . Y una de las consecuencias de este radicalismo creador fue que los géneros que más necesitaban apoyarse en la realidad como la novela o el teatro, cedieron terreno al género que lo permite todo: la poesía.
Las características de la literatura vanguardista pueden resumirse en los siguientes puntos:
·Afán de originalidad: se buscan un más allá inexplorado (como el futurismo o el ultraísmo) o un “más acá” anterior a toda cultura: la humanidad primitiva, el mundo del niño... La innovación se produce tanto en el lenguaje (palabras inusitadas en el lenguaje poético) como en la métrica (se prescinde del verso y de la rima, de ahí la preferencia por el verso libre) o en los temas: los grandes temas como la vida, la muerte, el amor Dios..., se abandonan o se abordan sin trascendencia, con ingenio o incluso con humor.
La exhibición del sentimiento se considera de mal gusto y la falta de sentido lógico les lleva a abolir signos de puntuación, la distinción entre mayúsculas y minúsculas...
·Hermetismo: buscan la impopularidad, como Góngora o Juan Ramón (“A la minoría, siempre.”).  
Se trata de un arte minoritario.
·Autosuficiencia del arte: el arte aspira a convertirse en una entidad dotada de vida independiente y autónoma (al romper el vínculo con la realidad). La poesía se convierte en poesía pura, inmanente, sin elementos no poéticos (es decir, humanos, como sentimientos, anécdotas...).
·Antirrealismo y antirromanticismo: se elimina la referencia a lo humano y se elude la confesión personal. “El poema no dice, es”.
·Sobrerrealismo: del naufragio de la historia y la realidad salvaron el mundo infantil y el mundo de los sueños y del subconsciente (principalmente el Surrealismo).
·Intrascendencia: el arte debe carecer de toda finalidad extraestética, de toda trascendencia moral, social o filosófica.
·La metáfora: como recurso capaz de apresar y expresar asociaciones sin referirse a lo real.
·Escritura onírica: automatismo psíquico puro. El Surrealismo propugna trasladar el dictado puro de la mente con ausencia del control de la razón.
·Atomización: al querer quebrantar los nexos lógicos, practicar la incoherencia y entregarse al azar, el arte reflejael carácter fragmentario del mundo y de las visiones oníricas que lo expresan. Ortega diría gráficamente: “El espejo de la belleza se ha roto en mil pedazos”.
LOS ISMOS INTERNACIONALES.
FUTURISMO
Nace en 1909, año en que el escritor italiano Marinetti publica su primer manifiesto: Manifiesto técnico de la literatura futurista. Resueltamente antirromántico (“¡Matemos el claro de luna!”), exalta la civilización mecánica y técnica: “Un automóvil de carreras es más hermoso que la Victoria de Samotracia.” Se tratarán temas como el avión, la máquina, la energía eléctrica, el deporte...
CUBISMO
Nace hacia 1907 como escuela pictórica, pero el llamado cubismo literario arranca en 1913 gracias a Guillaume Apollinaire. Se propone descomponer la realidad para proceder a composiciones libres de conceptos, imágenes o frases. Sobre todo los famosos Caligramas de Apollinaire, especiales disposiciones tipográficas de los versos que forman “imágenes visuales”. Éste y otros artificios como el “collage” serán aprovechados por posteriores movimientos de vanguardia.
DADAÍSMO
Encabezado por Tristán Tzara surge en Suiza durante la Primera Guerra Mundial en 1916. Su nombre, elegido al azar abriendo un diccionario con un cuchillo, es el de un balbuceo infantil. Es un movimiento de rebeldía pura que  se levanta contra la lógica, contra el sentido común y vuelven al primitivismo e ilogicismo de la infancia. Surge de un rechazo a la “racionalidad” que condujo al absurdo de la guerra. Preparó el camino para el Surrealismo.
SURREALISMO
Surge de la decadencia del Dadaísmo y convierte su risa jovial en protesta literaria, metafísica y social. Su principal representante es André Breton, que publica en 1924 el Manifiesto surrealista.  No sólo es una renovación estética, es una renovación integral: una total liberación del hombre de los impulsos reprimidos en el subconsciente (Freud) por una razón sumisa a convenciones morales y sociales, y de la represión que ejerce sobre el hombre la sociedad burguesa (Marx). La vida no es más que la cara más gris de la realidad y hay que conquistar la verdadera vida, acceder a una realidad más alta, la superrealidad que se halla amordazada en lo más hondo de las conciencias. En el ámbito literario, quieren alejar la razón del proceso creador para que la escritura sea fruto del subconsciente. Influyó en escritores como Lorca, en pintores como Dalí y en cineastas como Buñuel.
EXPRESIONISMO
Surge en Alemania y en literatura su máximo representante fue B. Bretch, que combinó lo grotesco y lo patético, lo lírico y lo realista.

LA VANGUARDIA ESPAÑOLA
Se puede hablar de manifestaciones vanguardistas en la producción de muchos autores. Ramón Gómez de la Serna ,(que con la publicación del Manifiesto futurista de Marinetti en la revista Prometeo abrió el camino del arte nuevo en España, principalmente del Ultraísmo, con su prosa y sus greguerías), Juan Ramón Jiménez (que influirá en las manifestaciones de vanguardia que tienden a la poesía pura) y Ortega y Gasset (que con su Deshumanización del arte llevó a cabo la confirmación teórica del impulso renovador y que acogió los escritos de los jóvenes escritores vanguardistas en la Revista de Occidente.)
La vanguardia hispana se caracteriza por combinar e integrar rasgos de distintos ismos.
ULTRAÍSMO
Su primer manifiesto aparece en 1919 en la revista Cervantes: defienden la creación de imágenes mediante metáforas y rechazan lo anecdótico y sentimental. Su nombre indica la voluntad de ir “más allá” del Novecentismo  imperante. En la línea del antisentimentalismo y la deshumanización, incluye los temas maquinistas y deportivos, busca imágenes nuevas, recurre a disposiciones tipográficas al modo de Apollinaire y suprime la puntuación en los escritos. Supone el resumen en España e Hispanoamérica de los movimientos de vanguardia “alegre”.
Su principal promotor fue Guillermo de la Torre con sus “poemas visuales” Hélices. Destacan también obras de otros autores: Imagen, de Gerardo Diego.
  CREACIONISMO
Fue iniciado en París por el poeta chileno Vicente Huidobro. Querían un arte que no imitara ni tradujera la realidad. Su máxima era: “¿Por qué, cantáis la rosa, ¡oh, poetas? / ¡Hacedla florecer en el poema!”
SURREALISMO
Fue conocido tempranamente a través de la traducción del Manifiesto en 1925; a ello hay que añadir las vistas de Bretón a Barcelona y la de Aragon a la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde vivían, entre otros, Buñuel, Lorca o Dalí. El poeta Juan Larrea jugó un papel fundamental en la difusión del Surrealismo en nuestro país.
El Surrealismo español no fue ortodoxo: no practicaron la escritura automática ni llegaron a la pura creación inconsciente. Lo que sí hubo fue una liberalización de la imagen y un enriquecimiento del lenguaje poético. Fusionó, además, Ultraísmo, Creacionismo y la tradición autóctona.

El Surrealismo significó la crisis del ideal de poesía pura y deshumanización que había prevalecido durante unos años. Lo humano, e incluso lo social y lo político, penetran de nuevo en la literatura precisamente por los cauces de la expresión surrealista: así lo prueban las trayectorias de Lorca, Alberti y Neruda.