sábado, 29 de octubre de 2016

ANTONIO MACHADO. CAMPOS DE CASTILLA


EL AUTOR
Antonio Machado (Sevilla, 1875-Coillure, Francia, 1939)
 Mirembro tardío de la Generación del 98, su obra inicial suele inscribirse en el Modernismo. Fue uno de los miembros más representativos de la Generación del 98, y su obra es un vivo reflejo de esa España en decadencia cultural y política que tanto preocupó a los intelectuales de su tiempo.
Su obra poética se inicia con Soledades, en 1903, que reedita con numerosas modificaciones en 1907 con el título de Soledades, galerías y otros poemas, en pleno auge del Modernismo. Predomina en esta obra un tono melancólico y doliente. La anécdota argumental es casi inexistente y los temas son los propios del intimismo posromántico: el amor, el paso del tiempo, la soledad, la infancia perdida, los sueños…Es ya muy característico el empleo de símbolos: el camino, el espejo, el cristal, la fuente, el laberinto, la tarde, el jardín…En la edición de 1907 se suprimen los poemas más superficialmente modernistas y se añaden muchos nuevos, de una línea más intimista.
Con Campos de Castilla, 1912, explora nuevos caminos en la línea noventayochista. Atiende, sobre todo, al espacio geográfico que le rodea – las tierras castellanas – y a los hombres que lo habitan. En esta obra conviven poemas muy diversos:
     Descripción de paisajes y gentes de Castilla, desde una óptica noventayochista.
     Dura visión de España tradicional, religiosa y conservadora.
     Poesía sentenciosa de tipo filosófico y moral: Proverbios y cantares.
El libro Nuevas canciones, 1924, recuerda en alguna de sus partes el tono nostálgico del primer Machado. Hay una presencia de tierras sorianas, evocadas desde lejos; las hay, también, de la Alta Andalucía, espacio geográfico real y mítico a la vez. Continúa, además, en el nuevo libro, la línea sentenciosa que ya iniciara en Campos de Castilla.

CAMPOS DE CASTILLA, 1912.
1.TEMAS Y MOTIVOS
Este poemario se caracteriza por su variedad temática: el paisaje, Castilla, la muerte de Leonor, lo religioso y filosófico.
EL PAISAJE
Aparece recreado con objetividad aparente, pero en él subyace una gran carga subjetiva derivada de la proyección de los propios sentimientos del poeta sobre las tierras castellanas, de las que selecciona un grupo de caracteres esenciales: la austeridad, la pobreza y la dureza.
Un grupo de poemas testimonia la admiración de Machado ante el paisaje de Castilla, trasunto del ser de España: Orillas del Duero, A orillas del Duero, Las encinas, Amanecer de otoño.
Aveces incorpora al paisaje la presencia humana, con lo que los ambientes naturales se convierten tanto en un signo de una perspectiva histórica sobre el ser de Castilla, como de una voluntad adoctrinadora. Esta presencia humana suele girar en torno al campesino castellano que, humilde y luchador, ha heredado también antiguos vicios, como la codicia y la envidia. Es lo que ocurre en Por tierras de España, El dios ibero o en Un criminal.
Destacan también los motivos relacionados con los elementos naturales. Cabe destacar dos. El primero es el árbol, que presenta una simbología distinta según la especie de que se trate: la encina está unida a la sencillez,  el roble se relaciona con la guerra, etc.  El segundo es el río Duero, muy reiterado y casi personalizado, por cuanto supone un trasunto de la vida de las gentes castellanas.
Cuando se marcha a Baeza, esta ciudad y sus campos recordarán su pasado histórico, relacionado con la época de la dominación musulmana (Baeza= ciudad moruna; Guadalquivir=alfanje roto y disperso), en poemas como Los olivos, Noviembre, 1913. Asimismo, los poemas evocan el paisaje castellano desde la lejanía andaluza, bien con nostalgia y tristeza, bien en unión con el recuerdo de Leonor, la esposa recientemente fallecida en Soria (Recurso, Caminos).

EL TEMA DE CASTILLA
        Síntesis del tema de España, se trata de forma más objetiva que el paisajístico. En él se observa una visión crítica y una adscripción política progresista, dentro de una línea regeneracionista propia de la Generación del 98. En los poemas Del pasado efímero, El mañana efímero o Una España joven, Machado aboga por una nueva España en que no haya sitio para las lacras del país: la miseria, el atraso, la codicia campesina y la envidia. En este grupo se incluye el largo romance La tierra de Alvargonzález, fruto del propósito inicial de componer un romancero sobre la tierra castellana; pero que deriva hacia una crítica contra la codicia y la envidia, que Machado consideraba rémoras sociales; y que se convierten en los núcleos temáticos del romance.
LA MUERTE DE LEONOR
Un pequeño grupo de poemas tienen como tema el recuerdo de la muerte de Leonor: A José Mª Palacio, Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería, Una noche de verano.
EL TEMA RELIGIOSO
Dentro de una concepción típica de la Generación del 98, que optaba por un Dios en comunión directa con el hombre y despreciaba la religiosidad externa, y declaraba su disgusto por la huella de la presión clerical, que no predica la autenticidad y que siempre está de parte del poder. Dentro de este tema destaca El dios ibero, mientras que, desde la visión religiosa personal, sobresalen Saeta y algunos poemitas de la serie Proverbios y cantares, que tienen como denominador común el ansia de divinidad, al tiempo que a certeza de lo inalcanzable e incomprensible que resulta Dios.
EL TEMA FILOSÓFICO
 El autor lo desarrollará en el siguiente libro, pero aflora en varios textos de éste, como Poema de un día, y se ahonda en la serie Proverbios y cantares. En estos poemas filosóficos, Machado se sitúa en sintonía con el pensamiento de Platón y Kant, y evidencia el influjo que sobre él ejerció Unamuno, su maestro intelectual.

2.PRINCIPALES SÍMBOLOS MACHADIANOS EN LA OBRA
Se vale de símbolos para comunicar determinados temas presentes en sus obras. Trataremos los símbolos de Campos de Castilla en relación a los dos grandes ejes temáticos.

     El problema existencial: El paso del tiempo. La muerte

Algunos de los símbolos que hacen referencia al paso tiempo, ya presentes en su 1ª obra, son:

- El agua

Este símbolo es quizá el que con mayor insistencia y también con mayor hondura vivencial reitera a lo largo de su obra. El agua del río, de la fuente, de la lluvia… su fluir casi imperceptible, constante, se hace símbolo del fluir temporal y, por ello, de la vida interior; puede representar la muerte, quieta en la taza de la fuente o, en la inmensidad del mar al que confluyen todas las aguas. (Ver poema CXXVIII)


- La tarde

Suele expresar el sentimiento melancólico de la vejez espiritual. Por esto, los adjetivos referidos a colores que acompañan a la tarde y a los elementos del paisaje en esa hora (rojos, cárdenos, violetas…) se cargan por contagio semántico de estas connotaciones de melancolía y tristeza. (Ver poema CXVIII)

- Los caminos

Los caminos están presentes en su poesía desde sus primeras composiciones. El caminar errante, sin meta prefijada, es ante todo un sentimiento de pesar sin consuelo, una nostalgia de la vida que se va dejando y que también anticipa el horror de llegar. Los caminos son frecuentemente símbolos de la vida o bien aparecen asociados con ésta. Cuando esto ocurre en el poema, el camino real se difumina, se borra hacia la lejanía, hacia el futuro, del que nada podemos decir; y, al mismo tiempo, se convierte en motivo de melancolía, de ensueño que trae recuerdos (Ver poema Caminos). La idea de que el camino no está hecho, sino que se hace a la vez que el acto que lo realiza (“se hace camino al andar”) se ve reforzada por otras imágenes. (Ver Proverbios y cantares CXXXVI-XXIX).

- Los elementos del paisaje y el tiempo vivido

En el proceso de identificación del alma con las cosas del mundo adquieren especial relevancia los elementos de la naturaleza (los ríos, los atardeceres, los árboles,…). En Campos de Castilla entre los elementos configuradores del paisaje a los que el poeta dota de significación simbólica en relación con el paso del tiempo están los ríos – en especial el río Duero- (A orillas del Duero: “como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar”)- y los árboles -en especial el olmo, árbol de la infancia en algunas composiciones y de la madurez, la vejez en otras.

Sus reflexiones sobre la muerte son una consecuencia lógica de la preocupación por el paso del tiempo. La muerte se manifiesta de formas diferentes: la brevedad e inconsistencia de la vida, la decadencia del hombre y de las cosas, de los elementos de la naturaleza,… Los símbolos con los que se alude a la muerte son numerosos: el mar (ver serie Proverbios y cantares, CXXXVI-XLV), el ocaso, el otoño, la sombra, la luna,… El mar simboliza con frecuencia la ciega inmensidad de la muerte, lugar al que confluyen todos los ríos, siguiendo la alegoría de Jorge Manrique. Cada ser, como una ínfima gota, se pierde y desaparece en la inmensidad del mar-muerte (“Morir ¿Caer como gota / de mar en el mar inmenso?”, Proverbios y Cantares)

3. ESTRUCTURA
   Externamente, el poemario, como quedó establecido en 1917, consta de cuatro grandes núcleos:
     40 poemas, entre los que se incluye el largo romance La tierra de Alvargonzález.
     Proverbios y cantares, serie de 53 breves textos.
     Parábolas,  serie de 8 poemas muy cortos.
     Elogios, que reúne 14 composiciones dirigidas a poetas e intelectuales contemporáneos.
    Todo este conjunto se estructura internamente según los temas tratados y de la evolución de las fechas en que se compusieron los textos. En este sentido, el eje cronológico se sitúa en 1912: primera edición del libro y regreso de Machado a Andalucía. El poema Recuerdos, fechado en abril de 1913, tras la muerte de Leonor y cuando Machado parte hacia Andalucía, sirve de punto de inflexión para establecer esta estructura.

4.PRINCIPALES RASGOS FORMALES

  Antonio Machado somete desde sus inicios poéticos su estilo a un proceso de depuración en busca de la esencialidad, hecho que explica que partiendo del Modernismo esteticista llegue a una poesía sencilla, breve y concisa.

El léxico

Machado tiene, evidentemente, un vocabulario predilecto. Además de los símbolos examinados en el apartado anterior (el agua, el mar, el camino, los árboles…), toda la obra poética de Machado está marcada por el empleo de un vocabulario que evoca el tiempo que pasa, el ritmo de los meses y de las estaciones, la caducidad de las cosas. En este sentido, hay que señalar un vocabulario referido a lo que él mismo llamaba “signos del tiempo”. Siendo el tiempo el tema vertebrador de su obra, las palabras que pueden funcionar como deícticos temporales (adverbios —hoy, mañana, ayer, todavía, nunca, ya, aún…, demostrativos —estos, aquellos—) aparecen de continuo en sus poemas. Estos deícticos no suelen aparecer solos, sino que se combinan en antítesis temporales para expresar vivencialmente la relación pasado-presente-futuro (ver El dios ibero CI). Los adverbios de lugar (aquí, allá…) y los demostrativos (estos, aquellos…) tienen también este valor deíctico; y sus antítesis espacio-temporales señalan también antítesis correspondientes a estados de ánimo (CXXI)

En oposición a estos signos del tiempo, el poeta utiliza un vocabulario abstracto para referirse a lo que define como “revelaciones del ser en la conciencia humana” relacionados con los universales del sentimiento: sueño, mágico, alma, ilusión, encanto, armonía

Una de las características más señaladas entre los escritores de la llamada generación del ’98 es el uso —incluso la recuperación— del léxico arcaico y/o rural: tahúr, albur, sayal, juglar…arcadores, perailes, chicarreros

Procedimientos estilísticos

- La repetición de palabras o expresiones que produce un efecto de insistencia, de obsesión o de encantamiento: Campo, campo, campo; esta tierra de olivares y olivares… O sirve para imitar un movimiento: Se vio a la lechuza / volar y volar. O trata de reflejar una emoción tan fuerte que resulta indecible: ¡Oh, fría, fría, fría, fría, fría!

- El uso de símbolos, que se convertirán en el universo imaginario de Machado: el agua, la fuente, el camino, el mar… Toda la poesía de Machado está recorrida por estas intuiciones vivas y frágiles que revelan que la realidad, por la metáfora, la imagen o la comparación, debe ser una conquista del lenguaje.
- Dos aspectos manifiestan su deseo de comunión íntima con lo que le rodea; primero, se observa en la frecuente humanización de las cosas, de los objetos, de los paisajes: el agua clara que reía; cárdenos nublados congojosos; Hierve y ríe el mar… En segundo lugar en el empleo de la exclamación, uno de los rasgos más peculiares de este poeta que no abandonará jamás, puesto que le permite traducir su emoción ante los objetos, los seres humanos o los acontecimientos: ¡Hermosa tierra de España!; ¡Oh, flor de fuego!; ¡Tierras de la luna!... Con este gusto persistente por la exclamación, se puede relacionar también el uso frecuentísimo de la interrogación, que da a sus versos un tono personal.


La métrica

La métrica merece también una atención especial en la caracterización del lenguaje poético de Machado: variedad extraordinaria de metros y estrofas y, al mismo tiempo, naturalidad y espontaneidad; armonía intensa de los poemas, acentuada a veces por rimas internas; armonías vocálicas; mezcla, muy sorprendente, de tradición y modernidad, de ecos clásicos y populares. En Antonio Machado se cumple la vieja aspiración poética de la difícil sencillez.

En cuanto a los metros, los versos preferidos en Campos de castilla son los clásicos de la tradición española: el octosílabo, de tradición popular, y el endecasílabo, de tradición culta. En numerosas ocasiones, el endecasílabo aparece combinado con el heptasílabo. En menor medida utiliza el alejandrino, que había sido uno de los preferidos en la obra anterior.
En cuanto a las estrofas, hay gran variedad: romances, cuartetas, redondillas, coplas, décimas y la silva.

 4.- Importancia de la obra en la poesía española anterior a la Guerra Civil.

Se considera la síntesis más representativa del pensamiento crítico-historicista del 98, un libro intensamente representativo de aquella sincera preocupación por España y el ser del hombre.

Aunque fue respetado por los autores de la generación del 27, los poetas de posguerra fueron los que realmente supieron valorarla. Así,  Blas de Otero lo convierte en el más alto ejemplo de poesía y de humanidad. Su presencia se percibe, también, en la poesía de Leopoldo Panero, seguidor entrañable de Machado en el tratamiento lírico del paisaje; y en la de Luis Rosales, especialmente en su poema-libro La casa encendida. También destaca su influencia en José Hierro y Gabriel Celaya.

Los poetas de la llamada “segunda generación de posguerra” rescataron de Machado su aspecto de hombre comprometido socialmente. Así ocurre con Ángel González, José Manuel Caballero Bonald y José Ángel Valente. También en Jaime Gil de Biedma se observan coincidencias de actitud con Machado, del mismo modo que no es infrecuente la mirada hacia Machado de Francisco Brines, Claudio Rodríguez y de José Agustín Goytisolo.

Hacia 1970 surge una nueva promoción de poetas, los Novísimos. Machado para ellos era un obstáculo, fundamentalmente por la prioridad que nuestro autor dio a las preocupaciones morales y, en general, humanas, por su obstinada defensa del habla natural en el verso, y por sus modos poéticos externos.


Durante las décadas de los ochenta y los noventa, los poetas españoles jóvenes o no tan jóvenes volverán la mirada hacia la obra multiforme a integral de Antonio Machado; es el caso, por ejemplo, de Andrés Trapiello, José Mateos, y, especialmente, Luis García Montero.

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