miércoles, 2 de junio de 2010

"Caperucita y el lobo machista" de Pérez Reverte


Ahora que habéis leído "El capitán Alatriste", no os perdáis este divertido artículo sobre el lenguaje políticamente correcto que defienden algunos políticos.


Hoy me he levantado con talante. Como después de haber publicado El pequeñohoplita -un cuento sobre un niño en las Termópilas, que tanto debe a su magnífico ilustrador, Fernando Vicente- le tomé el gusto a la narrativainfantil, he decidido echar un cable. Ayudar a que nuestra ministra deIgualdad y Paridad, Bibiana Aído, rubia joya de la corona, haga realidad subonito proyecto de conseguir que los cuentos tradicionales para pequeñoscabroncetes sean desterrados de escuelas y hogares, y dejen de ser unreducto machista, sexista y antifeminista. O que, expurgados y reconvertidosa lo social y políticamente correcto, contribuyan, ellos también, a laformación de futuras generaciones de ciudadanos y ciudadanas ejemplares yejemplaras. Como está mandado. Al principio pensaba hacerlo con el cuento de Blancanieves y las sietepersonas de crecimiento inadecuado; que, como sostiene Bibiana, requiere,título aparte, una remodelación general urgente. Pero ciertos indicios deintolerable violencia machista en la casita del bosque, como que sea unamujer quien cargue con todas las labores del hogar, o que no haya paridad desexos en el número de individuos que trabajan en la mina -su número imparcomplica además el asunto-, me decidieron a dejarlo para más adelante. Lointenté luego con La soldadita de plomo y ploma; y no es por echarme flores,pero lo tenía casi resuelto. Una soldadita de plomo de la ULFF -UnidadLegionaria Femenina Feroz-, terror de los talibanes afganos y de los piratasdel Índico, impedida en su extremidad locomotriz por haber caído poco metalen el molde cuando la fundían. O sea, incompleta física de una pierna, paraentendernos. O no. Lo que antes se decía, en jerga fascista, coja. Y que,desde su repisa en el cuarto de juegos de una niña, se enamora de unbailarín de ballet de papel maché que está enfrente, puesto tal que así, depuntillas, y que tiene una bonita lentejuela de plata en el prepucio. Se loleí a mi hija por teléfono, a ver qué tal iba la cosa; pero al llegar a lode la lentejuela me aconsejó dejarlo. Te van a malinterpretar, dijo. Así queal final me decidí por un clásico inobjetable: Caperucita Roja. Y está feoque lo diga, pero la verdad es que lo he bordado. Creo. Caperucita Roja camina por el bosque, como suele. Va muy contenta, dandosaltitos con su cesta al brazo, porque, gracias a que está en paro y esmujer, emigrante rumana sin papeles, magrebí pero tirando a afroamericana decolor, musulmana con hiyab, lesbiana y madre soltera, acaban de concederleplaza en un colegio a su hijo. Va a casa de su abuelita, que vive sola desdeque su marido, el abuelito, le dio una colleja a Caperucita porque no sebebía el colacao, ésta lo denunció por maltrato infantil, y la Guardia Civilse llevó al viejo al penal de El Puerto de Santa María, donde en espera dejuicio paga su culpa sodomizado en las duchas, un día sí y otro no, porrobustos albanokosovares. Que también tienen sus necesidades y sus derechos,córcholis. El caso es que Caperucita va por el bosque, como digo, y en éstasaparece el lobo: hirsuto, sobrado, chulo, con una sonrisa machista que ledescubre los colmillos superiores. Facha que te rilas: peinado hacia atráscon fijador reluciente y una pegatina de la bandera franquista, la de lagallina, en la correa del reloj. Y le pregunta: «¿Dónde vas, Caperucita?». Alo que ella responde, muy desenvuelta: «Donde me sale del mapa delclítoris», y sigue su camino, impasible. «Vaya corte», comenta el lobo,boquiabierto. Luego decide vengarse y corre a la casa de la abuelita, dondeejerce sobre la anciana una intolerable violencia doméstica de género ygénera. O sea, que se la zampa, o deglute. Y encima se fuma un pitillo. Elfascista. Cuando llega Caperucita se lo encuentra metido en la cama, con lacofia puesta. «Que sistema dental tan desproporcionado tienes, yaya», ledice. «Qué apéndice nasal tan fuera de lo común.» Etcétera. Entonces el lobole da las suyas y las de un bombero: la deglute también, y se echa a dormirla siesta. Llegan en ésas un cazador y una cazadora, y cuando el cazador vaa pegarle al lobo un plomazo de postas del doce, la cazadora contiene a sucompañero. «No irás a ejercer la violencia -dice- contra un animal de labiosfera azul. Y además, con plomo contaminante y antiecológico. Es mejorafearle su conducta.» Se la afean, incluido lo de fumar. Malandrín,etcétera. Entonces el lobo, conmovido, ve la luz, se abre la cremallera que,como es sabido, todos los lobos llevan en la tripa, y libera a Caperucita ya su provecta. Todos ríen y se abrazan, felices. Incluido el lobo, que dejael tabaco, se hace antitaurino y funda la oenegé Lobos y Lobas sinFronteras, subvencionada por el Instituto de la Mujer. Fin.