"Se escribe y se lee poesía, no porque sea bonita, sino porque es parte de la humanidad. Se escribe y se lee poesía porque los seres humanos son seres con pasiones. La medicina, el derecho, el comercio, son nobles actividades necesarias para mantenernos con vida. Pero la poesía, el amor, la belleza, ésa es nuestra razón de ser", N.H.Kleinbaum
martes, 17 de marzo de 2015
LA DISCRETA ENAMORADA LOPE DE VEGA
TEMA
La discreta enamorada es una comedia de enredo amoroso que cumple con la máxima
de que “en el amor todo vale”. No obstante, también podemos apreciar el tema del
honor en la persona de Doristeo que debe, como salvaguarda del honor de su hermana,
tomar venganza.
SIPNOSIS ARGUMENTAL
− Escena Primera. Calle.
Belisa y Fenisa, madre e hija están de compras. Fenisa se ha enamorado de
Lucindo, jóven vecino suyo. Aparecen Lucindo, su padre el Capitán Bernardo y
Hernando, criado de éstos. En la calle están también Gerarda, que ha sido
amante de Lucindo y Doristeo, el actual amante. Gerarda le está dando celos a
Lucindo con Doristeo para tenerlo más sujeto. En un momento, quedan en la
plaza Fenisa, Lucindo y Hernando. Fenisa se deja ver llamando la atención de
Lucindo, pero éste habla con ella afectado por los celos de Gerarda. La
aparición de Belisa pondrá fin a la escena.
− Escena Segunda. Casa de Fenisa
Madre e hija discuten acerca de la "ligereza" de la segunda cuando llega el
Capitán Bernardo. Como es viudo y Belisa también, ésta supone que viene a
pedir su mano, pero a lo que viene es a pedir la mano de Fenisa. Ella le
responde afirmativamente pero le pide un plazo de tiempo para prepararlo
todo. Y sobre todo, para que amoneste a su hijo porque le envía notas secretas.
− Escena Tercera. Fachada de la casa de Gerarda.
Lucindo acude a casa de Gerarda para pedirle explicaciones. En ese momento
aparece ella con Doristeo. Han quedado para ir al Prado esa noche. Aparece el
Capitán. Bernardo para llamar la atención a su hijo sobre su boda y su novia. En
una conversación llena de equívocos (Lucindo cree que su padre se va a casar
con Gerarda), el Capitán Bernardo se marcha muy airado a casa de Fenisa a
comprobar la veracidad de las afirmaciones de su hijo. Gerarda y Lucindo
siguen discutiendo. El padre vuelve, aclarando el equívoco y avisando a su hijo
para que no hable con Fenisa. Hernando cae en la cuenta: Fenisa le enviará
recados a través de su padre.
- Escena Cuarta. Jardines del Padro. Noche
Lucindo quiere dar celos a Gerarda. Para ello, Hernando se va a vestir de dama
y Lucindo la cortejará en presencia de Gerarda. Después se marcharán a ver a
Fenisa. Cuando Gerarda se percata de la presencia de Lucindo y su nueva
amante, manda a un recado a Doristeo y se encara con Lucindo. Éste la
desprecia, marchándose con Hernando para hablar con Fenisa.
- Escena Quinta. Noche. Fachada de la casa de Fenisa.
Lucindo y Hernando llegan muy contentos. Por fin se han desprendido del mal de
celos que el primero estaba sufriendo. Aparece Fenisa en el balcón, donde
declara su amor. Lucindo lo acepta. Fenisa le avisa: cada vez que su padre le
riña por ella, serán indicaciones que ella le dará par verse. Cuando estos se
marchan aparecen Gerarda y Doristeo. Ésta viene muy enfadada por el desaire
de Lucindo. Doristeo pide explicaciones y Gerarda le da cuenta de todo. Por los
indicios de ésta, la dama que iba con Lucindo podría ser su hermana. Muy
airado sale a buscarlo para matarlo.
- Escena Sexta. Casa de Fenisa.
Fenisa ha pedido al Capitán Bernando que le presente a su hijo, ya que va a ser
su madre. Aparece Lucindo que saluda a su "madre". Mientras Belisa habla con
el Capitán, los amantes buscan la forma de abrazarse. Y lo hacen fingiendo una
caída. El Capitán se enfada y echa de la casa a su hijo. Decide, para que no
incomode la boda, enviarlo a Portugal a la milicia. Fenisa reacciona y mete a su
madre en el embrollo, diciéndole que Lucindo le ha dicho que la ama y que
estorbe su partida.
- Escena Septima. Calle.
Lucindo está relatando a Hernando su encuentro con Fenisa cuando aparece el
Capitán Bernando a pedirle explicaciones a su hijo. Aparece Doristeo con
intención de matar a Lucindo. Hablan y Lucindo le cuenta todo el embrollo: que
ama a Fenisa y que su amante era su criado disfrazado. Se marcha Lucindo y el
Capitán pide explicaciones a Doristeo. Éste le dice que peleaban por una mujer
pero que Lucindo lo ha desengañado porque ama a Fenisa. El Capitán monta en
cólera, marchándose a buscar a su hijo. Doristeo queda enojado por el engaño
de Lucindo.
-Escena Octava. Fachada de la casa de Fenisa. Noche.
Lucindo llega para hablar con Fenisa de su marcha a Portugal. Hernando para
entretener a Belisa y que los amantes se encuentren finge ser Lucindo y se
declara a Belisa. Los amantes deciden que al día siguiente escaparán. Aparecen
Doristeo y Gerarda. Vienen a enterarse si realmente Lucindo quiere a Fenisa.
-Escena Novena. Sala casa de Fenisa.
El Capitán cuenta la bronca que ha tenido su hijo con el desconocido y se marcha
a buscar a su hijo para ultimar ambas bodas. Fenisa teme que la estén
engañando. Aparecen Doristeo y Gerarda fingiendo ser matrimonio. El marido
está intentando matar a su mujer por adúltera. Fenisa y Belisa los separan.
Belisa conduce al marido a otra habitación para que se tranquilice, pero
Doristeo se ha enamorado de Fenisa. Cuando quedan solas, Gerarda cuenta que
Lucindo es su amante y que su marido los había descubierto. Se marcha Gerarda
con su objetivo cumplido, cuando aparece Lucindo para escapar con Fenisa como
habían convenido, Fenisa rechaza a Lucindo que se marcha con la intención de
obedecer a su padre e ir a Portugal. Cuando sale Lucindo entra Hernando y
aclara a Fenisa todo el embrollo. La llegada de Belisa hace que Hernando se
marche precipitadamente. Belisa cuenta que como el desconocido se ha
enamorado de ella, todo era mentira, lo que confirma lo contado por Hernando.
La presencia del Capitán hará que Fenisa reconduzca la situación desengañando
al Capitán del amor de Lucindo. Le promete una noche de amor y le pide que su
hijo haga guardia en la puerta esa noche.
− Escena Décima. Fachada de la casa de Fenisa. Noche.
Lucindo está lamentándose cuando aparece el Capitán. Le cuenta lo dicho por
Fenisa. Desiste de la idea de marcharse a Portugal y se apresta a cumplir las
órdenes de Fenisa: el encuentro amoroso será con él. Llega el Capitán que entra
en la casa en presencia de su hijo. Lucindo y Hernando entran por otra puerta, y
aparecen Gerarda y Doristero. Deciden gritar que hay fuego en la casa para
que salgan todos. En ese momento se solucionan todos los equívocos, quedando
cada uno con su amante y teniendo lugar un final feliz
domingo, 15 de marzo de 2015
HISTORIA DE UNA ESCALERA (GUÍA DE LECTURA)
HISTORIA
DE UNA ESCALERA (1949)
ANTONIO
BUERO VALLEJO
Historia
de una escalera es
un drama en tres actos estrenado en 1949 en el Teatro Español de
Madrid. Fue dirigida por Cayetano Luca de Tena tras obtener el premio
Lope de Vega de ese año y tuvo 187 representaciones, lo que indica
un enorme éxito.
La
obra describe la fatalidad que persigue a los vecinos de una casa
modesta, quienes no pueden, de ninguna manera, mejorar su condición
social de “pobres”: tres generaciones (primera: Doña Asunción,
Paca, etc.; segunda: Fernando, Urbano, Carmina, Elvira, etc.;
tercera: Fernando hija, Carmina hija, etc.) están condenadas a vivir
en la mediocridad, a la sombra de la escalera de una casa de
vecindad. Este hecho supone el fracaso continuo de los personajes,
por un lado como componentes de una sociedad que no tiene esperanzas
de mejora, por otro, como seres individuales que se condenan ante la
imposibilidad de ver realizados sus sueños. Además, esta situación
llevará a algunos de ellos a la desgracia. Buero termina la obra con
un final abierto: ¿podrán Fernando y Carmina hijos, a través de un
amor prohibido por sus padres, librarse de la escalera, de la
mediocridad de esas vidas?
Contexto
histórico: Por
aquellos años España se encontraba en la época más dura de la
posguerra, además de estar inmersa Europa en la Segunda Guerra
Mundial. La censura, la prohibición de multitud de derechos civiles,
además del hambre, las cartillas de racionamiento, era la situación
que vivía una población que sentía el peso de los trágicos
recuerdos de la guerra.
A
consecuencia de la fuerte censura que se cernía sobre el teatro,
estos temas no podían ser tratados directamente en el escenario. Por
esa razón, entre el segundo y el tercer acto se elude, y a la vez se
alude la guerra civil; es decir, está en la mente de los
espectadores y constituye un personaje más, indispensable parar
entender las reacciones de los personajes. El tema
de España,
por lo tanto,
está
presente de manera constante en la obra, tratado desde una
perspectiva crítica, con una visión que hunde sus raíces en
Cadalso, Larra, Galdós y la Generación del 98. El dolor por el
atraso, la falta de futuro, la frustración por la imposibilidad de
prosperar que manifiestan los personajes son los mismos que se
encuentran en todos ellos. Frente a esa España real, Buero opone una
España posible, soñada, mediante la esperanza que representa el
final.
Contexto
literario: Buero
es, ante todo, un trágico. Para él la tragedia tiene doble función:
- Inquietar: plantear reflexiones al espectador sobre temas trascendentales de la condición humana.
- Curar: no imponer soluciones, dejando siempre una puerta abierta a la esperanza.
La
temática de sus obras siempre es la condición humana ante la que
interroga. Sus obras tienen mucho de investigación y desvelamiento
de las limitaciones de la personalidad humana: la búsqueda de
libertad, de felicidad, de autenticidad, pero dentro de su mundo
cotidiano concreto, nunca en abstracto.
Esta
temática la enfoca en dos planos: el plano
existencial
(meditación sobre la condición humana); el plano
social
(denuncia de las injusticias sociales concretas, directamente
relacionadas con la situación concreta de la España de la época).
Estos dos planos aparecen entremezclados en sus obras.
Atendiendo
a los contenidos o enfoques de sus obras, en la trayectoria de Buero
pueden señalarse, en general, tres etapas:
- La primera época (paralela a los años de búsqueda y el primer realismo social) iría hasta 1957 y predomina en ella el enfoque existencial.
Además
de su primera obra Historia
de una escalera
(1949), en donde presenta a tres generaciones de varias familias
modestas, con todos sus problemas de frustración, tanto por el peso
del medio social como por la debilidad de los personajes, escribe las
siguientes obras: En
la ardiente oscuridad
(1950), La
tejedora de sueños
(1952), Hoy
es fiesta
(1956) y Las
cartas
boca
abajo
(1957).
- La segunda época, que abarcaría desde 1958 a 1968-70, es paralela al realismo social.
El
predominio del enfoque social no supone un descanso en la atención
por el individuo concreto, pero ahora se insiste más en las
relaciones entre el individuo y su entorno. Los actos individuales
quedan enmarcados en un tiempo y unas estructuras sociales concretas
y se hace hincapié en las raíces y las consecuencias sociales de
los actos (aunque todo ello dentro de los límites que le permite la
censura). En esta época cultiva reiteradamente cierto tipo de “drama
histórico”, aunque en estas obras la anécdota histórica es sobre
todo un pretexto para plantear problemas actuales sorteando a la
censura. Destacan sus obras: Un
soñador para un pueblo
(1958), Las
Meninas
(1960), El
concierto de San Ovidio
(1962), El
sueño de la razón
(1970) y El
tragaluz (1967),
que tiene también algo de histórico, aunque se sitúe en el
presente y haga alusión a la historia reciente (la guerra civil y
sus secuelas).
- La tercera época, que se inicia hacia 1970. Algunos críticos la consideran más como de continuación o intensificación de la etapa anterior. Buero no quiere permanecer al margen de las inquietudes experimentales que proliferan en estos años.
Destacan
obras como: La
llegada de los dioses
(1971), La
detonación
(1977), La
fundación
(1974), que nos introduce en una celda de presos políticos, donde se
reflexiona sobre el compromiso con la realidad, la lucha por
transformarla, el ideal de libertad, etc.
Lo
más destacable de esta etapa en cuanto a los temas es que los
contenidos sociales y políticos se hacen más explícitos. En cuanto
a la técnica, las novedades escénicas son importantes: es
primordial el desarrollo que alcanzan los llamados “efectos
de inmersión”
(recursos de sonido, luz... que hacen “oír” o “ver” las
cosas tal como las imagina o percibe un personaje, a la vez que se
logra, así, expresar la subjetividad y se propicia una participación
más intensa del espectador).
El
estreno fue un acontecimiento en el teatro de posguerra y significó
la aparición de un nuevo teatro, cargado de profundas
preocupaciones, en una línea existencialista, frente al teatro de
evasión, más generalizado en aquel momento.
Supo sintetizar la corriente realista con la simbolista de, por
ejemplo, Alejandro Casona. Además, integró la tradición del
sainete con la tragedia unamuniana o lorquiana. Tras el estreno,
algunos quisieron repudiar la obra señalando que “sólo” era “un
sainete”, o reprochando su “pesimismo”.
Otros
autores antes habían utilizado el sainete para trascenderlo, como
Valle-Inclán en buena parte de su obra (especialmente en La
hija del capitán,
en 1926), Arniches... La novedad es que él hace una tragedia de tipo
unamuniano. El sentimiento trágico de la existencia lo impregna
todo. Escribir la tragedia española moderna ya se lo habían
propuesto Unamuno o Lorca. El modelo lorquiano no podía ser
continuado, habría sido una mera repetición; pero Unamuno sí,
porque no había conseguido encontrar un lenguaje teatral válido.
El
uso del sainete es para él el hallazgo de un lenguaje fácil para el
público y que no asustaba a los empresarios, quienes huían,en
cambio, de todo lo “intelectual”. El éxito fue tan enorme que
repitió la experiencia con Irene
o el tesoro (1954)
o Hoy
es fiesta (1956).
Posteriormente, la influencia de Historia
de una escalera es
notable en autores como Rodríguez Buded (La
madriguera),
Alfonso Paso (Los
pobrecitos)
o, sobre todo, Lauro Olmo (La
camisa).
El
tema central de la obra es la impotencia, el
fracaso y la frustración que acompañan desde el comienzo a los
protagonistas, quienes intentan, inútilmente, salir de la situación
en que se encuentran. El medio social en el que se desenvuelven y sus
propias circunstancias personales les impiden realizar sus
ambiciones. En la obra se presenta la vida de tres generaciones en un
proceso cerrado, caracterizado por dos sentimientos: la desilusión y
el fracaso, aunque parece que al final Fernando y Carmina hijos
podrán romper el círculo antes de que también a ellos les alcance
el fracaso colectivo.
Los
motivos secundarios son las causas (directas o indirectas) del
fracaso y de la frustración de los personajes; son los siguientes:
- La pobreza y la resignación (a pesar de que no llegan a un estado de necesidad, los vecinos son pobres).
- El amor (se ha dicho que la obra es “el drama del amor frustrado”).
- La cuestión social (es una obra testimonio de los problemas de la España de 1919-1949).
- El tiempo (el paso inevitable del tiempo revela el fracaso de estos seres que, como ellos mismos presienten en el 1º Acto, jamás verán realizadas sus ilusiones juveniles).
- La incomprensión entre padres e hijos (la cita bíblica que encabeza el drama ya alude al choque generacional).
- La antinomia activos-contemplativos, presente en buena parte de la obra de Buero Vallejo. En este caso, el personaje activo es Urbano, frente al contemplativo Fernando (en El tragaluz, serán Vicente y Mario). Su oposición se verá reforzada por la lucha que mantienen por el amor de Carmina y, finalmente, por la guerra civil, eludida entre el segundo y tercer acto.
- El trasfondo mítico. En este caso, están presentes de forma subyacente los mitos de Caín y Abel y de don Quijote. El mito cainita aparece ya en la cita que abre la obra y va creciendo a medida que se oponen Urbano y Fernando, amigos casi hermanos y finalmente, tras el paso de los años (y de la guerra) enemigos irreconciliables que siembran su odio entre sus propios hijos. En cuanto al mito de don Quijote, el profesor Ricardo Doménech apunta la posibilidad de que, por debajo de la obra está latente, ya que los personajes aspiran a salir de una escalera “sanchopancesca” a una nueva España soñada.
Destacamos
algunos procedimientos formales:
- Aunque los personajes están perfectamente dibujados y dan impresión de ser protagonistas (Fernando,Urbano, Carmina,Elvira), es la comunidad de vecinos, es decir, la colectividad, la auténtica protagonista de la historia. En este drama de familias se repiten a lo largo de tres generaciones las mismas pautas de comportamiento. La personalidad de los hijos es un eco de la de sus padres, y aquellos transmiten, a su vez, la herencia que han recibido.
- La obra está construida sobre una red de repeticiones y paralelismos que le dan unidad. Así, por ejemplo, opone la figura obesa de la señora Paca a la alta y delgada de doña Asunción, o las escenas en que Fernando y Carmina, padres e hijos, se declaran su amor.
- La escalera es un auténtico personaje. Se huye así del habitual salón de la comedia burguesa. Buero concede tal importancia a la escalera que incluso en una ocasión hace que el escenario permanezca vacío unos instantes, indicando en la acotación que “la escalera queda sola”. Todos los personajes se sienten ligados a ella; algunos la odian; otros, la consideran una vieja compañera.
- La característica principal de los diálogos de la obra es la recurrencia. Se tiene la sensación de que los personajes podrían estar hablando de los mismos asuntos acto tras acto e, incluso, parece que se continúan diálogos comenzados en un acto anterior.
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jueves, 12 de marzo de 2015
LA DAMA DEL ALBA DE ALEJANDRO CASONA
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miércoles, 11 de marzo de 2015
TEMA 9: EL TEATRO DESDE 1939 A FINALES DE LA DÉCADA DE LOS 70. TENDENCIAS, AUTORES Y OBRAS PRINCIPALES. (VERSIÓN BREVE).
Los años
cuarenta fueron
la década más dura de la posguerra y coinciden con la Segunda
Guerra Mundial, en la que España se mantuvo neutral. Es un período
en el que se prohibió el derecho de reunión y asociación y el uso
de cualquier lengua que no fuera el castellano en la vida oficial.
La cultura sufre
un paréntesis tras la guerra debido a la censura que impedía la
recepción general del pensamiento extranjero y que encorsetó la
evolución del propio. Se promueve en este ambiente otro tipo de
“cultura” basada en las novelas rosas, los tebeos y las canciones
populares
Durante
la guerra se desarrolló un teatro revolucionario, de urgencia y
compromiso. Algunos autores fueron Alberti
y Max Aub.
Por otro lado, en la zona nacional, fue menos importante ya que el
teatro que sustentaba su ideología ya estaba inventado: teatro
burgués.
Tras la
contienda, el
panorama teatral resultará muy pobre. Les perjudicaron las
circunstancias: condicionamientos comerciales e ideológicos, debidos
a la censura y a la autocensura ( Ley de Unidad Sindical promulgada
en 1940, que prohibió trabajar en el teatro a los no sindicados.)
Por eso,
tras la guerra, prosperaron, de una parte, los “autores
de diversión” intrascendente
o conformista, con obras cómicas y evasivas; y de otra, los
autores “serios”,
que se abrirán difícilmente camino en el teatro comercial. Algunos
tendrán salida en los teatros de ensayo o en las representaciones
de “teatro
independiente”;
muchos de ellos no podrán publicar sus obras. Así, junto a un
teatro “visible”, que
accede a los escenarios, se habló de un “teatro soterrado”, que
intentaba responder a nuevas exigencias sociales o estéticas, y que
apenas logró mostrarse.
DÉCADA
DE LOS 40 Y PARTE DE LOS AÑOS 50.
La
Guerra Civil supuso un corte para el teatro: algunos dramaturgos han
muerto (Lorca o Valle Inclán); otros, sufren el exilio (Casona,
Alberti o Max Aub); de “escaso interés” es lo que producen
viejos maestros (Benavente, Arniches). La escena se ve privada de sus
figuras más renovadoras. Abundan comedias extranjeras, normalmente
de diversión, para la . El cine triunfa, ahondando la crisis
teatral.
En la producción más
atendible de los autores españoles de los años 40 y principios de
los 50, hay cuatro líneas fundamentales:
LA ALTA COMEDIA O COMEDIA
DE EVASIÓN
Está en
la línea del teatro benaventino de principios de siglo. Es lo que se
llamó el teatro de “la continuidad sin ruptura”. Entre sus
cultivadores encontramos a José
María Pemán
(El
divino impaciente ), Igancio
Luca de Tena, Claudio
de la Torre, Edgar Neville (El
baile)o
Joaquín Calvo Sotelo (La
muralla).
Gozó
del favor del público y de los empresarios teatrales. Se desarrolla
en espacios lujosos donde personajes pertenecientes a la burguesía
viven conflictos personales relacionados con la soltería, el
adulterio, la nostalgia del pasado, el choque generacional o la
crisis de los valores tradicionales. La resolución de tales
conflictos, suele desembocar en un final feliz moralmente ejemplar.
Se eluden los conflictos sociales o políticos y tan sólo se realiza
una moderada crítica social. Se trata de un teatro caracterizado por
el predominio de las comedias de salón o los dramas de tesis y la
preocupación por la obra “bien hecha”, con diálogo cuidado y
perfecta construcción dramática. Jacinto Benavente continuó
publicando y estrenando obras como Lo
increíble (1940).
TEATRO ANTIRREALISTA
Alejandro
Casona. Su
producción se instala en una línea antirrealista,poética y con una
finalidad didáctica. Será una constante en su obra el juego de
realidad y fantasía. Sus personajes viven a menudo situaciones
irreales en las que los conflictos humanos se desnudan y al final de
la trama han aprendido una lección moral que suele resumirse en
aceptar la realidad tal y como es. Entre sus obras: La
sirena varada, Prohibido suicidarse en primavera, Los árboles mueren
de pie, La dama del alba.
EL TEATRO CÓMICO
Junto a la comedia burguesa,
en la línea de la comedia de evasión, destacan las figuras de
Jardiel Poncela y Miguel Mihura cuyo teatro del humor representó el
mejor intento de renovación y superación del género.
Jardiel
Poncela,
desde antes de la guerra, había propuesto “renovar la risa”
introduciendo lo inverosímil y apartándose todo lo posible de las
convenciones vigentes. Escribe obras con muchas acotaciones y con una
gran número de personajes. Busca el humor verbal y de situación e
introduce lo mágico, lo fantástico y la intriga en sus obras. Su
teatro no tenía intención crítica y la burguesía vio confirmados
los valores de su clase en sus obras. Su compromiso era contra las
costumbres opresivas y las relaciones sentimentales románticas,
contra el lenguaje trasnochado y los tópicos que invadían la vida
cotidiana. Entre sus obras: Los
ladrones somos gente honrada y Eloísa
está debajo de un almendro.
Miguel
Mihura no
triunfó en su momento y su obra más conocida es Tres
sombreros de copa,
que fue estrenada en 1952, veinte años después de su creación.
Mihura ha confesado que todo su teatro responde a una misma línea:
“la de ocultar mi pesimismo, mi melancolía, mi desencanto por
todo, bajo un disfraz burlesco”. Es cierto que, junto a comedias
que son puros pasatiempos, hay otras en las que late la idea que
constituye la base de su concepción del teatro: el choque entre
individuo y sociedad, contra un mundo de convenciones que impiden al
hombre ser feliz.
Ambos
autores presentan facetas que se han considerado precedentes
del teatro
del absurdo,
al menos por la introducción de un humor disparatado y poético.
EL DRAMA SOCIAL
En una
línea muy distinta, aparece un teatro inconformista, que se inserta,
al principio, en una corriente
existencial,
aunque se perciban una raíces sociales concretas, aun cuando los
autores no tuvieran, o no pudieran mostrarla, una intención social
patente. Dos fechas resultan claves: 1949, con el insólito estreno
de Historia
de una escalera deBuero
Vallejo,
y 1953 en que un teatro universitario presenta Escuadra
hacia la muerte de Alfonso
Sastre.
La primera, supuso una crítica a la sociedad del momento : retrata
la clase media de los años cuarenta con referencias a las
injusticias del momento. Los personajes son más profundos
psicológicamente y los espacios escénicos más complejos. Para
Alfonso Sastre, el teatro tiene una función más social que
artística y por ello usa las obras como medio de reflexión y como
vehículo de transformación social. Escuadra
hacia la muerte marca
un hito en el teatro de posguerra por su hondura existencial.
EL
TEATRO REALISTA Y DE DENUNCIA SOCIAL: DÉCADA DE LOS 50 Y 60.
Durante
los años
cincuenta España
experimenta una etapa de apertura al exterior: se permite cierto
pluralismo interno, se suavizan las relaciones diplomáticas con las
potencias occidentales, se permite la entrada en la ONU a España en
1955 y se da un cambio en la política económica que favorece el
crecimiento de la renta nacional. Una activa clase media de
profesionales, comerciantes y funcionarios desarrollaron poco a poco
la economía del país. La marcha a Europa de una enorme masa de
trabajadores produjo envíos de dinero que, unidos al incremento
paulatino del turismo en nuestro país, harían posible el progreso
que se daría durante los años sesenta.
Desde la
publicación de Historia
de una escalera el
teatro español encuentra un nuevo rumbo. El año 1955 marca un hito:
aparece el teatro
social
Junto
al público burgués ha aparecido un público nuevo (juvenil y sobre
todo universitario) que demanda otro teatro. Además, la censura se
relaja y tolera algunos enfoques críticos. Los pioneros vuelven a
ser Buero
Vallejo y
Alfonso
Sastre.
Buero
Vallejo,
en esta segunda época, se centra en el enfoque social, pero sin
desatender al individuo concreto y su valor moral. Destacan sus
obras Un
soñador para un pueblo, Las meninas, El concierto de San Ovidio o El
sueño de la razón y
su obra más compleja y lograda, El tragaluz, en
la que dramatiza las consecuencias de la Guerra Civil.
Alfonso
Sastre,
además, es su principal teorizador: en Drama
y sociedad,
expone su tesis: el arte es una representación reveladora de la
realidad, lo social es una característica superior a lo artístico y
la principal misión del arte en el mundo injusto en el que vivimos
consiste en transformarlo. En 1950 había intentado fundar un “Teatro
de Agitación Social” (prohibido) y en el 61 crearía el “Grupo
de Teatro Realista”. Como autor, tras su etapa existencial, ponía
en práctica su ideas en obras como Muerte
en el barrio, La
cornada, La mordaza.
Tras
Buero y Sastre aparecerán autores nacidos nacidos en torno a 1925 y
que son coétaneos a la Generación
de medio siglo: Rodríguez
Méndez (Los
inocentes de la Moncloa), Carlos
Muñiz (El
tintero), Martín
Recuerda (Los
salvajes en Puente San Gil)
y Lauro
Olmo (La
camisa).
Son
obras cuya temática es característica del teatro social y abordan
problemas muy concretos: la burocracia deshumanizada y la esclavitud
del trabajador, las angustias de unos jóvenes opositores, la
situación de los obreros que se ven forzados a emigrar o a soñar
con las quinielas (La
camisa), la
brutalidad de unos aldeanos instigados por fuerzas retrógadas... Lo
común es el tema de la injusticia social y la alienación, y la
actitud del autor será de testimonio o de protesta (con las
limitaciones de la censura). En cuanto a la estética y la técnica,
todas se inscriben en el realismo aunque con diversos matices: por
ejemplo, Lauro Olmo se apoya a veces en recursos y lenguaje del
sainete, o Martín Recuerda en rasgos esperpénticos.
Tanto por su temática como
por su actitud estos autores representan el intento de crear al
margen de los espectáculos de “consumo” un teatro comprometido
con los problemas de la España en que vivían. Tuvieron problemas
para difundir sus obras, como es lógico.
Como
contraste, hubo un teatro que triunfó: en los años sesenta
continuaba teniendo éxito la comedia
burguesa en
la obra de Alfonso
Paso,
aunque su producción es muy variada: obras poético-humorísticas
como Vamos
a contar mentiras
LOS
AÑOS 70 Y LA BÚSQUEDA DE NUEVAS FORMAS.
Durante
la década
de los sesenta se
produjo un importantísimo crecimiento económico que poco a poco fue
modificando la sociedad española. El gobierno se siente tan fuerte
que amplía su nivel de tolerancia respecto a las libertades y a las
manifestaciones de la oposición. Los principales motores del
crecimiento económico y de la paulatina modernización del país
fueron el turismo y las inversiones extranjeras. En
la segunda mitad de esta década surge el terrorismo como nueva
fuerza de oposición al régimen.
A la
muerte de Franco (20 de noviembre de 1975), se restaura la monarquía
con Juan Carlos I y se promulga la Constitución y el Estado de las
Autonomías en 1978. La mejora y consolidación del estado del
bienestar ayuda a la estabilización del país (aunque de los últimos
años mejor no hablamos...). La desaparición de la censura y el
ambiente de libertad en el que comenzó a desarrollarse la cultura
española permitió un mejor conocimiento de la literatura española
en Europa y de la literatura occidental en España, así como la
recuperación de la obra de los escritores exiliados.
Hacia
muy avanzada la década de los 60 , pero fundamentalmente ya en los
años 70, un grupo de dramaturgos se lanzan a la renovación de la
expresión dramática. Se supera el realismo y se asimilan corrientes
experimentales del teatro extranjero (el teatro del absurdo, Brecht,
Artaud...). Comienza a desarrollarse un teatro de
carácter experimental
y vanguardista,
que ha recibido diversas denominaciones: subterráneo, marginado,
inconformista... Entre sus representantes, de muy distinta formación
y edades, hay que destacar a Fernando
Arrabal,
quien inició su carrera mucho antes, o Francisco
Nieva,
que alcanzará notables éxitos a partir de 1975.
Tuvieron
mayores dificultades incluso que los representantes del realismo
social: su teatro era igual o más crítico que el de aquellos, lo
que provocó problemas con la censura, y su audacia formal los alejó
de los escenarios convencionales y del público mayoritario,
convirtiéndose en una nueva corriente de teatro soterrado.
Características: no tuvieron conciencia de grupo, pretendieron
ofrecer una visión crítica de aspectos sociales y políticos, como
la falta de libertad, la injusticia y la alienación, pero la novedad
estriba en el tratamiento dramático: se desecha el enfoque realista
y, en la mayor parte de los casos, se sirvieron de procedimientos
alegóricos, simbólicos y connotativos ( para dar una dimensión
universal a sus personajes: el dictador, el explotador, el
oprimido...), muchas veces crípticos y de difícil interpretación;
se utiliza un tono poético o ceremonial; se recurre a la farsa, lo
grotesco, el esperpento, lo onírico, reforzado por la escenografía;
tienen influencias, según los casos, de Brecht, Grotowski, del
surrealismo, del expresionismo, del teatro del absurdo y de una
tradición española que va del entremés y de los autos
sacramentales hasta el esperpento, la tragedia grotesca, el género
chico y la revista...
Francisco
Nieva. Clasificó
su teatro en:
—teatro
de farsa y calamidad: al que pertenecen obras más poéticas y de
contenido metafísico: Maldita
sean Coronada y sus hijas, El corazón acelerado....
—teatro
furioso: cuestiona el autoritarismo y las instituciones tradicionales
españolas: Nosferatu,
Pelo de tormenta...
Practica
la subversión de los espacios tradicionales, la supresión de la
psicología de los personajes y la renuncia a incluir contenidos
ideológicos.
Fernando
Arrabal.
Es un autor con una actitud provocadora desde la que lanza un reto a
la sociedad y a los moldes occidentales de comportamiento, atacando
tabúes arraigados. Hace su teatro al margen de la sociedad, por su
radical rechazo de la misma y desde una etética del absurdo y
surrealista. Podemos clasificar su teatro en:
—teatro
del exilio: Destaca: El
cementerio de automóviles, representada
en Madrid en 1977 y que decepcionó a un público que no fue capaz de
leer en ella la metáfora del franquismo.
—teatro
pánico: caracterizado por la búsqueda formal (espacial y gestual) y
por el uso surrealista del lenguaje. Podemos destacar ¿Se
ha vuelto loco Dios?
—teatro
del “yo” en el mundo, en el que reflexiona sobre el compromiso
del escritor en la sociedad. Destacaremos Oye,
patria, mi aflicción.
Los dramaturgos que al
terminar la guerra se habían exiliado como Max Aub, Rafael Alberti,
León Felipe... permanecieron, con algunas excepciones, alejados de
nuestros escenarios.
En esta
renovación teatral desempeñaron un importante papel los
grupos de teatro independiente sin
cuya labor sería inexplicable la renovación teatral, como Els
Comediants, Els Joglars, La Cuadra, La Fura Dels Baus etc., que
experimentaron con nuevas formas, creando textos propios, en montajes
colectivos y fuera de los circuitos comerciales. En grandes ciudades
como Madrid o Barcelona, comienzan a realizar una importante labor
las salas de teatro
alternativo,
de aforo reducido y de precio más asequible, que generalmente
ofrecen un teatro de vanguardia dirigido a un público formado y con
inquietudes culturales.
A partir
de 1975 el teatro, se vio favorecido por la desaparición de la
censura, las subvenciones de las Admministraciones, el
establecimiento de un Centro de Documentación Teatral y de un Centro
Nacional de Nuevas Tendencias Escénicas...; pero el florecimiento
del teatro no se produjo, porque las obras estrenadas en este período
ofrecen un interés limitado y como consecuencia el público, que
además tiene cubiertas sus necesidades de diversión con el cine y
otras formas de comunicación, se siente cada vez menos atraído por
este género.
Tras
unos años de dominio experimental en la escena teatral, se advierte
una vuelta a la estética realista con una vuelta al interés por
los problemas de la vida cotidiana. Por una parte, se emplean
elementos de la tradición como el lenguaje del sainete; por otra, se
da una moderada renovación formal. Los nuevos dramaturgos se
inclinan más por el género de la comedia o el drama. Las obras
transmiten un desencanto vital, reflejo de una generación que va
viendo caer sus utopías.
De los
autores que iniciaron su carrera en décadas precedentes, Antonio
Buero Vallejo (Jueces
en la noche, Las trampas del azar) yAntonio
Gala han
mantenido una presencia continuada en los escenarios. Antonio
Gala es
un autor difícil de clasificar. Sus primeros estrenos se remontan a
los años 60; desvinculado del teatro comercial de la época y del
drama social de su generación, cultiva el realismo poético, la
farsa histórica, el drama simbólico-moral... La acogida de su obra
ha sido irregular, pero con una progresiva aceptación desde los años
setenta. En 1963 se representa Los
verdes campos del Edén,
obra de humor y ternura. En 1980 estrena Petra
regalada.
Mejor acogida que obras del
teatro experimental han tenido las obras de otros dramaturgos de la
vieja guardia: Valle Inclán, Lorca, y en menor medida M.Mihura,
Jardiel Poncela y Alejandro Casona.
Sigue
proliferando un teatro de evasión, humorístico, de corte
folletinesco o moralizador y de crítica amable y superficial. Entre
los más favorecidos han estado Ana Diosdado y Juan José Alonso
Millán (Revistas
del corazón, El guardapolvo, Un golpe de suerte).
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