Desde
principios del siglo XX van relegándose las formas del drama romántico, cuyo
mejor exponente fue José de Echagaray (1832-1916). El espectador se interesa
por la realidad, pero es difícil introducir novedades en un género dependiente
del espectador convencional. Hay que distinguir, pues, un teatro que triunfó en
los escenarios, de otro inquieto y renovador, pero que tuvo más dificultades
para llegar al público.
A
TEATRO QUE TRIUNFA
1.
TEATRO REALISTA
Llamada
también “alta comedia”, continúa la tendencia realista de la segunda
mitad del siglo XIX. Es el teatro burgués por excelencia: Sus temas
predominantes son las costumbres sociales, se desarrolla en un marco urbano y
se dirige a la media y alta burguesía. Decorados, elegidos para producir un
realismo escénico.
Máximo
representante: Jacinto Benavente. Comenzó su carrera denunciando los
defectos de la clase media y alta, atacando la hipocresía, lo que le granjeó la
admiración de los jóvenes por su carga crítica y su renovación del lenguaje
teatral, pero su obra El nido ajeno (1894), tuvo muy mala acogida por
parte del público por lo que en adelante el autor prefirió ir acomodando la
temática de sus obras a los gustos de la burguesía. Entre sus obras destacan
los dramas rurales La malquerida y Señora ama, y otras que están
en la línea de la llamada “comedia de salón” como Rosas de otoño...,
pero su obra maestra es Los intereses creados, farsa que utiliza los
personajes y el ambiente de la vieja comedia dell'arte, pero que encierra una
cínica visión de los ideales burgueses.
Benavente
hizo un teatro con una fina de presentación de ambientes cotidianos y una
“filosofía” desengañada. Destaca su habilidad escénica y la fluidez de sus
diálogos. Su línea fue seguida por Gregorio Martínez Sierra, Manuel Linares
Rivas o más modernamente Luca de Tena o Calvo Sotelo.
2. TEATRO
EN VERSO.
Hacia
1910 comienza a elaborase un teatro en verso de signo antirrealista, heredero
del teatro romántico de mediados del siglo XIX, y modernista por su lenguaje.
Con resonancias del teatro del Siglo de Oro, su temática principal fue el drama
histórico. Su postura es anticrítica, en oposición a la Generación del 98: se
exaltan personajes y situaciones de la España medieval e imperial, idealizando
la grandeza del imperio español. Se trata de un teatro brillante pero
vacío. Sus máximos representantes
fueron:
Eduardo
Marquina (1879-1946), que ensalzó los valores tradicionales de valentía,
nobleza, nostalgia del pasado imperio y patriotismo en En Flandes se ha
puesto el sol y Las hijas del cid.
Francisco
Villaespesa (1877-1936). En El Alcázar de las perlas, Abén Humeya y otras,
evoca la España árabe, el mundo oriental y la historia de España, y se ambienta
en lujosos salones habitados por atractivas princesas.
En
este estilo modernista harán también teatro los hermanos Machado,
coautores de La Lola se va a los puertos obra ambientada en la Andalucía
popular del cante jondo.
3. TEATRO CÓMICO
Toma
la tradición de los pasos de Lope de Rueda, los entremeses y los sainetes.
Engloba dos géneros que alanzaron gran éxito entre el público: la comedia
costumbrista y el sainete (fue a finales del siglo XIX la modalidad
característica del “género chico”, en la mayoría de corta de extensión; ahora
se amplía y va perdiendo la parte musical). Representantes:
Carlos
Arniches (1886-1946). Su obra original se clasifica en dos garndes grupos:
--Género
chico: sainetes de ambiente madrileño, como El Santo de la Isidra, Los
guapos o La Doloretes. Interesantes por su habla castiza (creada en
parte por el autor), los personajes son tipos populares tratados con gran
fuerza expresiva y rasgos melodramáticos, la comicidad se logra con graciosos
diálogos y el chiste fácil.
--Tragicomedia
grotesca: funde lo risible y o conmovedor, con una observación de las
costumbres más profunda y una actitud crítica ante las injusticias. Un buen
ejemplo es La señorita de Trevélez.
Los
hermanos Quintero, Serafín (1871-1938) y Joaquín (1873-1944). Nos presentan
en sus sainetes una Anadalucía artificial, edulcorada y sin asomo de
problemática, que no representa en absoluto la Andalucía real. Las obras están
pobladas de tipos andaluces, simpáticos, bondadosos, con sabor local y cierto
sentimentalismo. Dominan la técnica teatral logrando la comicidad con
situaciones disparatadas, juegos de palabras y lenguaje fluido, gracioso y
ocurrente. Conciben el teatro como producto de consumo. Diferenciaron entre
sainete (un sólo acto que refleja tipos y costumbres populares) y comedia (al
menos dos actos y refleja tipos y costumbres no populares). Escribieron unas
200 obras entre entremeses, juguetes, sainetes, zarzuelas, comedias y dramas,
de las que destacaremos: La reja, Abanicos y panderetas, El patio, Las de
Caín.
Pedro
Muñoz Seca (1881-1936). Destaca en el terreno de la parodia: creó un nuevo
género llamado astracán, degeneración de un híbrido teatral que mezcla
elementos del juguete cómico y del melodrama cómico de costumbres. Son piezas
descabelladas sin más objetivo que levantar la carcajada. Destaca La
venganza de Don Mendo.
No
podemos dejar de mencionar el teatro lírico. El género chico tuvo
una vida breve. En Madrid y Barcelona había muchas salas de este género. Es un
teatro de consumo con estructura fija, dominado por las voces del elenco. El
sainete y otros géneros se adaptaron con partes cantables. Con su declive, la
zarzuela recobró prestigio y su repertorio se renovó. Desde los 30 vuelven a
estrenarse nuevas obras aunque con menos éxito.
B.
TEATRO INNOVADOR Y MINORITARIO.
Se
alejan del realismo dominante y ensayan nuevas fórmulas dramáticas. Entre
ellos, se alzan Valle Inclán y Lorca.
1.
TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 98
Unamuno.
Cauce de expresión para los conflictos humanos que le obsesionan (muerte,
angustia, inmortalidad...). Son dramas de ideas con un diálogo denso y sin
concesiones a las exigencias escénicas, personajes a los que confiere un
carácter filosófico o simbólico, y todo ello presidido por la concepción
unamuniana de la obra como “desnudez”. Destacaremos La Raquel encadenada,
Fedra, El otro o La esfinge.
Azorín.
Quería renovar el teatro apartándolo de la realidad, lo que se traduce en
un teatro antirrealista (que permita aflorar el mundo del subconsciente
lo maravilloso) y subjetivo, en la línea de lo irreal y simbólico. Destaca Old
Spain y La guerrilla. Diálogos animados y vivos. Su mejor obra: Angelita
sobre su obsesión por el tema del tiempo.
Valle
Inclán. Su teatro tiene una clara vocación de ruptura, tanto en la forma
como en la temática, lo que le convierte en una de las cumbres del teatro
europeo del siglo XX. En su obra, al igual que en la novela, se observa un
proceso de evolución que va desde los dramas “decadentistas” de raíz modernista
hasta el esperpento, aunque este desarrollo no es lineal. Podemos dividir sus
obras en:
--Tres
obras varias (estética modernista): El Marqués de Bradomín, Voces de
gesta, Cuento de abril. La primera es una adaptación parcial de Sonata
de otoño que inicia la técnica de múltiples lugares de acción, técnica que
se deriva del origen novelesco de la obra.
--Etapa
de transición: las comedias míticas. En esta etapa cabe destacar: la trilogía
de las Comedias bárbaras, llamadas así porque su técnica es teatral y
por las violentas pasiones que perturban a sus personajes, así como por la
visión apocalíptica del mundo. Supone un alejamiento de los ambientes
esteticistas del Modernismo y la primera muestra de su “teatro en libertad”
(libertad de imaginación creadora). La acción se sitúa en Galicia. Muestra la
descomposición de una sociedad arcaica y rural. Divinas palabras, que
también tiene Galicia por escenario, se puede incluir ya en la estética del
esperpento por su tema y sus características.
--Las
farsas: las obras de este ciclo aparecen recogidas bajo el título Tablado de
marionetas para la educación de los príncipes. Elige la farsa para
ridiculizar personajes y situaciones, lo que supone un paso más hacia el
esperpento. También hay que destacar La Marquesa Rosalinda, obra que
entrecruza elementos procedentes del teatro de marionetas con otros de la
commedia dell’arte y del entremés.
--Los
esperpentos: el esperpento se constituye en un método fustigador contra
una determinada sociedad: pretende comunicar el sentido trágico de la vida
española a través de una estética deformadora: física, espiritual, de lenguaje
y de acción (el espejo cóncavo). El esperpento supone la superación del dolor y
de la risa. Los personajes, se transforman en marionetas, en fantoches. Los
títulos más destacados: Luces de bohemia (destacar las novedosas
y litearias acotaciones del autor y la gran variedad de registros lingüísticos
que recoge, que van del más culto al más vulgar) y tres
piezas breves recogidas en Martes de carnaval.
Jacinto
Grau. Coetáneo a la Generación del 98 pero con una estética próxima al
Novecentismo, realiza un teatro eminentemente intelectual, esbozando en sus
obras planteamientos filosóficos y trascendentales. Entre sus títulos,
destacaremos El hijo pródigo, El conde Alarcos y su mayor éxito, El
señor de Pigmalión.
2.
TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 14.
Ramón
Gómez de la Serna combinó elementos simbolistas, modernistas, dadaístas y
presurrealistas. Reacciona contra la burguesía puritana y vulgar. Los medios
seres, Escaleras.
3.
TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 27.
Federico
García Lorca. Para Lorca el teatro es “la poesía que se levanta del libro y
se hace humana”. Su teatro, además, tiene voluntad didáctica, pues está
destinado a elevar el nivel cultural de sus destinatarios, el pueblo. Lorca,
además, concibe el teatro como un espectáculo total en el que se unen poesía,
música, baile y coreografía.
Lorca
toma influencias del teatro modernista (la estructura de dramas en estampas,
preferencia por el mundo rural), del teatro clásico español ( fusión de música
y danza), y del teatro de títeres.
Su
temática: el conflicto entre la realidad y el deseo, el choque del
autoritarismo y la libertad.... aunque el elemento neurálgico del universo
lorquiano es la frustración. Lorca lleva a escena destinos trágicos, pasiones
condenadas por la soledad o la muerte, amores marcados por la esterilidad, y en
varias obras todo ello aparece encarnado en personajes femeninos, son
arquetipos, de ahí su preferencia por los femeninos (encarnan más
dramáticamente el ansia de libertad en una sociedad patriarcal y machista).
En
cuanto al lenguaje, conviven poesía y realidad: sabor popular y aliento
poético. Destaca por la densa presencia de símbolos, metáforas y comparaciones.
En
cuanto al estilo, usa el verso y la prosa. Sus dos primeras obras están
escritas totalmente en verso: El maleficio de la mariposa y Mariana
Pineda. En prosa escribió La casa de Bernarda Alba (una prosa
profundamente poética). En el resto de sus producciones combinó prosa y verso.
En
la evolución de su teatro la experimentación es el elemento determinante.
Partiendo del drama modernista, adopta las posibilidades escénicas de la
Vanguardia y los recursos de la tradición popular en busca de la expresión
adecuada para desarrollar todo el conflicto temático de sus obras:
—Teatro modernista: Mariana
Pineda, escrita en verso.
—Etapa de las farsas:
entroncan con formas populares del teatro de títeres. Escribe farsas para
guiñol (Retablillo de Don Cristóbal), farsas para personas (La
Zapatera prodigiosa, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín). Su
farsa, al revés que Valle, intenta engrandecer a sus personajes por su
dimensión trágica.
—Comedias imposibles, como
las llamó el propio Lorca El público y Así que pasen cinco
años. Experimentales: rupturas de lógica espacio-temporal, desdoblamientos
de personalidad, multiplicación de interpretaciones posibles... Se sitúan en
una línea superrealista.
—Neopopularismo:
destacan sus tragedias Yerma, Bodas de sangre y La casa de Bernarda
Alba. Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores no es tragedia
rural pero está montada sobre valores populares. Es un drama urbano (Granada)
que simboliza la frustración femenina: su protagonista consume lenta e
inútilmente su vida esperando al amado ausente.
Hay
que destacar la creación de “La Barraca”, con la que realizó una entusiasta
labor representando en los pueblos españoles obras de nuestro teatro clásico.
Otros
autores del 27 o coetáneos a esta generación:
—Alberti: El
hombre deshabitado, El adefesio, Noche de guerra en el Museo del Prado.
—Miguel Hernández:
Obras con matiz político: Pastor de la muerte. (lo meto aquí, aunque no
sea realmente del 27)
—Salinas: El
director, La cabeza de Medusa.
—Jardiel Poncela: Supone
la renovación del teatro cómico: sus obras se acercan al teatro del absurdo. Eloísa
está debajo de un almendro.
C.
TEATRO SIMBOLISTA: ALEJANDRO CASONA.
Dirige
antes de la guerra varios grupos para difundir el teatro clásico. Rasgos: simbolismo y gran calidad en su lenguaje.
Obra: La sirena varada. En Nuestra Natacha rompe con la estética
del teatro poético y gana en contenidos críticos. Otras obras: Los árboles
mueren de pie, Prohibido suicidarse en primavera. Aciertos: ilusión y
fantasía mezclados con misterio e intriga.
D.
TEATRO TESTIMONIAL Y REALISTA: MAX AUB.
Su
trayectoria supone una constante experimentación.
—Teatro de vanguardia:
cuando está triunfando Benavente, escribe un teatro innovador y de minorías.
Trata aspectos existenciales (problemas de comunicación, lo objetivo y o
subjetivo). Tiende a lo discursivo en detrimento de la acción. Obras: Crimen,
Narciso, Jácara del avaro.
—Teatro de urgencia:
De baja calidad. Pedro López García.
—T. de testimonio: inmerso en el exilio
se siente solidario con los otros exiliados, abocados y víctimas de la tragedia
universal, la guerra, la injusticia, el odio y la deshumanización. Consigue en
esta línea sus mejores obras: Cara y cruz, No, Morir por cerrar los ojos,
Deseada.
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