martes, 13 de septiembre de 2016

EJERCICIO DE MORFOLOGÍA

No quisiera resultar catastrofista ni nada parecido, pero lo cierto es que cada una de las generaciones que voy conociendo en la escuela está más delgada, más afásica. Vivimos en una época a la que llamamos pomposamente la era de la información, aunque sería más correcto llamarla la era de los datos. El problema es que los datos no son información hasta que se articulan. Aprender a leer es tanto como aprender a articular esos datos. Repito con frecuencia que la palabra es un órgano de la visión. Los ciegos distinguen, entre otros, dos tipos de ceguera: la de aquellas personas que tienen el campo de visión muy amplio, pero que lo ven todo muy borroso, y la de aquellas otras que ven con enorme nitidez, pero como si miraran a través del ojo de una aguja. Nosotros pertenecemos a la primera clase. Tenemos el universo entero desplegado ante nuestros ojos. En cuestión de segundos podemos conectarnos con Australia y ver en directo catástrofes como la caída de las Torres Gemelas, porque los datos circulan a velocidad de vértigo. Lo vemos todo, en fin, pero lo vemos de forma borrosa. Vivimos rodeados de bultos, cada uno de nosotros es ya en cierto modo un bulto. Y no hallamos la manera de encontrar sentido a lo que percibimos porque carecemos de la herramienta fundamental para hacerlo, que es el dominio del lenguaje.

Juan José Millás


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