COMENTARIO TEXTOS LITERARIOS
1.
Parte común
1.a.
Introducción:
-
Señalar tipo de
texto
-
Tema
-
Estructura
-
Relación con la
época y el movimiento literario a que pertenece
1.b.
Desde el punto de
vista pragmático:
-
Ficcionalidad: el
autor (emisor real del texto) no se compromete con la veracidad de lo narrado,
al margen de que pueda ser verosímil.
1.c.
Dominio de la
función poética: mensaje llama la atención sobre sí mismo. Lo anterior se
observa en el uso de recursos estilísticos (citar del texto):
-
Si éstos abundan,
hablaremos de una fuerte preocupación estética y una importante carga retórica.
-
Si escasean, de
realismo o sencillez expresiva.
2.
Parte
específica Texto poético
2.a.
Definición:
peculiar disposición de los elementos lingüísticos, que dotan al lenguaje de
ritmo, lo cual a su vez implica una especial expresividad de que carece la
prosa.
2.b.
Análisis del
ritmo (= métrico): Este ritmo se
consigue mediante la repetición periódica de ciertos elementos:
2.b.1.
Métrica: Depende de la medida (número
de sílabas) de los versos. En líneas generales, los versos largos producen
un tono conversacional y un ritmo lento y reflexivo, mientras que los versos
cortos (arte menor) producen una fuerte sonoridad y un ritmo apasionado.
Por lo demás, hay tres opciones en cuanto a la medida de los versos en un
poema:
o
Regularidad
(isometría) à Produce un ritmo marcado y una
fuerte musicalidad. Señalar la medida de los versos. Si son endecasílabos,
señalar el tipo (heroico, melódico, sáfico).
o
Combinaciones de versos: frecuentemente 7, 11
y 14. En estos casos, suele ser la regularidad de la disposición acentual
(en 6ª sílaba, por ejemplo) lo que origina un ritmo poco marcado y suave
o
Irregularidad
(anisometría) à Señalar el verso mayor, el menor y
el dominante.
2.b.2.
Pausas:
2.b.2.a.
Pausa estrófica:
- Señalar
el número de estrofas del poema.
- Señalar el nombre de estas
estrofas, si existiera.
- Señalar la regularidad /
irregularidad de las estrofas, atendiendo al número de versos por estrofa.
2.b.2.b.
Encabalgamientos
(señalarlos):
- Si no existen: ritmo fluido y
serenidad expresiva.
- Si existen en todo el poema o
en cierta parte del mismo: ritmo trabado y violencia expresiva.
2.b.2.c.
Pausa interna
(cesura)
o
Existe siempre
cesura en versos de 12 ó más sílabas. Hemistiquios regulares / irregulares.
o
No existe cesura
en versos de 11 ó menos sílabas
2.b.3.
Rima:
-
Asonante: fluidez
expresiva y vaga sonoridad
-
Consonante: otorga
gran sonoridad.
-
Inexistente: gran
libertad expresiva y tono conversacional. Diversas posibilidades:
o
Verso libre o
versículo (anisometría sin rima) En estos casos, el ritmo se consigue:
§
Repetición de
palabras
§
Repetición
esquemas sintácticos (paralelismo)
§
Anáforas,
encadenamientos, sinonimia, etc.
§
Encabalgamientos
o
Verso blanco
(isometría sin rima)
o
Verso suelto (en
un poema con rima, los versos que no riman)
2. Parte específica: texto poético |
Blas de otero: Digo vivir.
Porque vivir se ha puesto al rojo vivo.
(Siempre la sangre, oh Dios, fue colorada.)
Digo vivir, vivir como si nada
hubiese de quedar de lo que escribo.
Porque escribir es viento fugitivo,
y publicar, columna arrinconada.
Digo vivir, vivir a pulso, airada-
mente morir, citar desde el estribo.
Vuelvo a la vida con mi muerte al hombro,
abominando cuanto he escrito: escombro
del hombre aquel que fui cuando callaba.
Ahora vuelvo a mi ser, torno a mi obra
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.
más inmortal: aquella fiesta brava
del vivir y el morir. Lo demás sobra.
Nos hallamos ante un texto literario de carácter
poético, que trata el tema de las relaciones vida – literatura.
Estructuralmente, distinguimos dos partes
en el texto. En una primera parte (los dos cuartetos iniciales) las
subordinadas causales que introducen cada estrofa explican los motivos por los
que el autor decide rechazar, ya en los dos tercetos finales, la escritura
(“abominando cuanto he escrito”) en favor de la vida (“fiesta brava / del vivir
y el morir”).
El tema del poema se relaciona con una preocupación típica de la
generación de la posguerra, la del compromiso del escritor con la sociedad.
Este realismo existencial dará paso enseguida al realismo social de la década
de los cincuenta.
Desde el punto de vista pragmático, el texto
es literario porque es ficcional; esto es, el autor (emisor real) no se
compromete con la veracidad de lo expuesto, al margen de que pueda ser
verosímil.
Desde una perspectiva formal, el carácter literario
del texto se manifiesta en el uso de un lenguaje especialmente cuidado y bello,
que podemos caracterizar de extrañado o desautomatizado, puesto que no
interesa tanto por su valor comunicativo como estético.
Esto, a su vez, remite al dominio de la función poética,
por la cual el mensaje llama la atención sobre sí mismo debido a su peculiar
belleza y originalidad. Todo ello queda de manifiesto al constatar el empleo de
diversos recursos expresivos. Entre éstos, destacamos la abundancia de metáforas
(“escribir es viento fugitivo”, “aquella fiesta brava / del vivir y el
morir...”, “escombro / aquel del hombre
que fui”), anáforas (estrofas 1 y 2), encadenamientos (verso 3),
etc. De hecho, esta abundancia de figuras literarias nos permite hablar, en el
texto, de una fuerte preocupación estética y una gran carga retórica.
En cuanto al modo de la enunciación, el texto es poético,
debido a la peculiar disposición de los elementos lingüísticos, que dotan al
lenguaje de ritmo y, por tanto, de una peculiar expresividad de que
carece la prosa. Este ritmo se consigue en el presente fragmento de diversos modos.
En primer lugar, destaca la isometría
del poema, ya que todos los versos son endecasílabos, con claro dominio de los
sáficos (versos 1, 2, 3, 5, 6, 7, 8, 9, etc.) La regularidad métrica, y
especialmente este dominio de endecasílabos sáficos produce en el texto un
ritmo marcado y una fuerte musicalidad, y su repetición sistemática aporta una
gran vehemencia expresiva al texto.
Destaca también la división
estrófica regular del texto, compuesto por dos cuartetos y dos tercetos
(se trata de un soneto). En cuanto a los encabalgamientos,
existen varios de tipo abrupto (versos 3 y 4, 10 y 11), e incluso uno de ellos
llega a dividir una palabra entre dos versos (“airada / mente”), lo cual otorga
al poema un ritmo trabado y cierta violencia expresiva.
La rima es consonante, como
corresponde a un soneto, y sigue el esquema regular propio de esta estrofa,
aunque con una peculiar disposición de los tercetos (ABBA ABBA CCD EDE).
3. Parte específica: Texto narrativo
3.a. Definición: relato de unos hechos en su acontecer
temporal, por parte de una voz narrativa.
3.b.
Elementos a
destacar:
3.b.1.
El narrador: Señalar, citando el texto,
si es:
- Primera persona: indicar si es
testigo o protagonista y justificarlo. Favorece el acercamiento subjetivo y
la cercanía al material narrativo, si bien limita el perspectivismo.
- Tercera persona: Indicar si es omnisciente u
objetivo y justificarlo. Implica una mayor lejanía con respecto a lo
narrado, pero permite una visión más amplia y la aparición de diversas
perspectivas
3.b.2.
Los personajes: Indicar cuántos son y
valorar:
o
Su importancia:
protagonista y secundarios, y justificarlo.
o
Su tipo:
§
Redondo:
justificarlo, señalando en qué consiste su evolución.
§
Plano:
justificarlo.
o
Su tratamiento:
§
Distanciado: El
narrador no se compromete con la suerte de los personajes. Aparecen la ironía y
el humor negro.
§
Comprometido: El
narrador se implica emocional o ideológicamente, e interviene juzgando a sus
personajes. Ayuda a mover los sentimientos del receptor en una dirección
determinada.
3.b.3.
El tiempo: Indicar:
o
Presente, pasado
o futuro, y tiempo verbal dominante.
o
Orden temporal de
la narración: Señalar si es:
§
Lineal:
justificarlo.
§
No lineal:
justificarlo, indicando si existe:
·
Prospección:
indicando qué sucesos futuros se anticipan:
·
Retrospección:
indicando qué sucesos del pasado se relatan una vez han acontecido
o
Duración de la
acción: Indicar:
§
Dónde hay
aceleración y justificarlo.
§
Dónde hay
ralentización y justificarlo.
3.b.4.
Otros aspectos: señalarlos sólo si
existen:
3.b.4.a.
Pasajes dialogados: Indicar cómo es la transición
entre la narración y el diálogo:
§
Estilo directo (y
localizar en el texto) Favorece la objetividad
§
Estilo indirecto
(y localizar en el texto) Favorece la subjetividad y la fluidez narrativa
§
Estilo indirecto
libre (y localizar en el texto) Favorece la fluidez narrativa
3.b.4.b.
Pasajes
descriptivos (objetivos / subjetivos): localizar en el texto y notar la
abundancia de adjetivos, adyacentes
nominales y recursos retóricos asociados (metáfora, símil, contraste, etc.)
Indicar si se trata de una descripción detallada y minuciosa, o subjetiva, o
impresionista (a grandes pinceladas
TEXTO MODELO: NARRATIVA
Eran las doce, pero el general Rodrigo de Aguilar no
llegaba, alguien trató de levantarse, por favor, dijo él, lo petrificó con la
mirada mortal de que nadie se mueva, nadie respire, nadie viva sin mi permiso
hasta que terminaron de sonar las doce, y entonces se abrieron las cortinas y
entró el egregio general de división Rodrigo de Aguilar en bandeja de plata
puesto cuan largo fue sobre una guarnición de coliflores y laureles, macerado
en especias, dorado al horno, aderezado con el uniforme de cinco almendras de
oro de las ocasiones solemnes y las presillas del valor sin límites en la manga
del medio brazo, catorce libras de medallas en el pecho y una ramita de perejil
en la boca, listo para ser servido en banquete de compañeros por los
destazadores oficiales ante la petrificación de horror de los invitados que
presenciamos sin respirar la exquisita ceremonia del descuartizamiento y el
reparto, y cuando hubo en cada plato una ración igual de ministro de la defensa
con relleno de piñones y hierbas de olor, él dio la orden de empezar, buen
provecho señores.
G. García Márquez: El otoño
del patriarca.
Nos encontramos ante un texto literario de carácter
narrativo cuyo tema principal es el horror ante la muerte.
Estructuralmente, pueden distinguirse en él dos
partes claramente diferenciadas. La primera se centra en torno a la espera
expectante de los comensales, y la segunda en el horror al descubrir que se les
propone comer a un ser humano.
El texto pertenece al llamado boom narrativo
hispanoamericano de los años sesenta, y se relaciona con el movimiento
del realismo mágico, como comprobamos en la mezcla de elementos reales con
otros inverosímiles, en este caso el racionamiento del ministro de defensa.
Desde el punto de vista pragmático, el texto es literario
porque es ficcional, ya que el autor no se compromete con la veracidad
de lo narrado, a diferencia de lo que ocurre, por ejemplo, en un texto
periodístico o ensayístico.
Desde el punto de vista formal, el carácter literario
del fragmento se desprende de un uso del lenguaje especialmente cuidado, que
podemos denominar desautomatizado o extrañado, ya que no interesa tanto
su valor comunicativo como estético y expresivo. Por ello, podemos decir que
domina en el texto la función poética del lenguaje, en virtud de la cual
el mensaje llama la atención sobre sí mismo, dada su originalidad, su belleza o
su carácter lúdico. Este uso peculiar del lenguaje se observa en el texto principalmente
en el empleo de recursos expresivos, como metáforas (“mirada mortal”,
“petrificación de horror”), hipérboles (“petrificación de horror”, “nadie
respire, nadie viva”), ironías (“egregio general [...] en bandeja de plata”,
“una ramita de perejil en la boca”, “buen provecho”, etc.), metonimias
(“terminaron de sonar las doce”), y también en la peculiar puntuación y
estructura del texto, que desatiende las reglas del uso coloquial de la lengua
para favorecer la expresividad del fragmento.
En cuanto al modo de la enunciación, el texto es narrativo,
ya que supone el relato de unos hechos en su acontecer temporal por parte de
una voz narrativa. Dicha voz narrativa combina el uso de la primera
(“presenciamos”) y la tercera persona (“dijo”, “entró”), aunque domina
claramente en el texto esta última. En principio, por tanto, nos hallamos ante
un narrador testigo en tercera persona, ya que relata unos hechos que ha
observado (“invitados que presenciamos...”), aunque participa en ellos sólo de
un modo marginal o secundario, lo cual explica la aparición frecuente de la
tercera persona. Este narrador testigo sirve, en el relato, para acercar al
lector a la sensación de horror de los comensales, ya que él mismo es partícipe
de la misma.
Junto al narrador, destacan como personajes el resto
de comensales, y son claros protagonistas el General Rodrigo de Aguilar,
servido en bandeja, y el responsable de su muerte, al que el narrador sólo
denomina con pronombres (“él dio la orden de empezar”) Ambos personajes son
planos, pues no modifican su conducta, aunque existe una clara alteración de la
misma en el resto de comensales
En cuanto al tiempo de la narración, es claramente lineal,
pues los sucesos se relatan en estricto orden cronológico, y sólo cabe destacar
cierta ralentización en el avance de la acción, ya que en todo el
fragmento sucede en apenas unos segundos, y el narrador se entretiene en la descripción
irónica del general servido en bandeja (“el uniforme de cinco almendras de oro
de las ocasiones solemnes...”). En los fragmentos descriptivos aparecen, como
es lógico, adjetivos (“dorado”, “aderezado”), las subordinadas adjetivas
(“puesto...”) y otros complementos del nombre (“con relleno de almendras”).
Por otro lado, es claramente dominante el pasado, más
en concreto el pretérito perfecto simple (“trató”, “dijo”, “entró”,
“presenciamos”), aunque combinado al inicio de la narración con el pretérito
imperfecto (“eran”). Junto a estos tiempos, aparece, cuando el narrador cede la
voz a alguno de los personajes, el presente de subjuntivo (“viva”, “respire”).
Finalmente, interesa notar la aparición del diálogo
en el texto, puesto que los personajes intervienen directamente, aunque lo
hacen a través del estilo indirecto libre (“dio la orden de empezar,
buen provecho, señores”), con lo que el relato gana notablemente en ritmo y
fluidez. Destaca también un importante pasaje descriptivo, en el que se
describe con ironía la aparición del general descuartizado, y en el que dominan
claramente los adjetivos y participios (“puesto”, “macerado”, “dorado”), así
como otros complementos del sustantivo que son propios de la descripción
(“valor sin límites”, “ramita de perejil”, etc.)
4.
Parte
específica: Texto teatral
4.a.
Definición:
Adopta forma de diálogo, por lo que presenta tres características:
4.a.1.
Intervienen diversos interlocutores [notar
número], pero el texto posee, considerado en su conjunto, coherencia y
cohesión. Argumentar brevemente.
4.a.2.
Feed-back o intercambio de roles constante entre el emisor y el receptor. Citar
voz principal y (si hubiera) voces de apoyo.
4.a.3.
Autosuficiencia: Como diálogo directo, no está
subordinado a otras voces narrativas que no sean las propias de los personajes,
a diferencia del texto narrativo.
4.b.
Rasgos propios
del lenguaje oral:
4.b.1.
Decoro poético (cada personaje habla según su
condición social y personal). Argumentar y asociar argumentadamente niveles de
uso del lenguaje a cada personaje, si el texto lo permite.
4.b.2.
Uso de fórmulas léxicas coloquiales, propias
de la lengua oral.
o
Refranes y frases
hechas.
o
Palabras coloquiales
o vulgares.
o
Interjecciones
o
Exclamaciones
o
Silencios,
elisiones sintácticas, anacolutos e inconclusión de oraciones
o
Interrogaciones
directas
4.b.3.
Elementos propios de la función fática.
o
Delimitación
verbal del turno de palabra
o
Interrogaciones
retóricas
4.b.4.
Elementos propios de la función apelativa o
conativa
o
Interrogaciones
o
Exclamaciones
o
Imperativos
o
Oraciones
exhortativas
o
Vocativos
4.c. Elementos propios de la convención teatral
-
Empleo de
apartes, para diferenciar los diversos niveles de información que maneja cada
personaje
-
Empleo de
monólogos, para transmitir al espectador el mundo interior del personaje.
-
Apoyos
extraverbales (comentar aspectos de decorado, escenario, gestos, movimientos,
etc. que ayuden a la descodificación del texto)
-
Acotaciones:
Indicar argumentadamente si son:
o
Literarias (con
recursos expresivos y lenguaje connotativo, o de carácter irrepresentable).
o
Funcionales
(simples apoyos a la representación).
TEXTO MODELO: TEATRO.
DON LUIS: (Dando una profunda bocanada.) Qué malo es,
¿verdad?
LUIS:
Sí, papá. Pero se fuma... Me parece que, te detengan o no, nos esperan malos
tiempos, ¿verdad?
DON LUIS: A mí me parece lo mismo, pero hay que apechugar
con lo que sea.
LUIS: Hay que ver... Con lo contenta que estaba mamá porque
había llegado la paz...
DON
LUIS: Pero no ha llegado la paz, Luisito: ha llegado la victoria. He hablado
con doña María Luisa. ¿Te acuerdas que alguna vez le llevé un kilo de bacalao?
LUIS: Sí...
DON LUIS: Prometió pagarme el favor. Por mí no puede hacer
nada, porque hay que esperar a que me depuren... Pero dice que un amigo suyo a
ti podría colocarte.
LUIS: Bueno, y al mismo tiempo estudio.
F. Fernán Gómez: De: Las bicicletas son para el
verano.
Nos
hallamos ante un texto literario dramático cuyo tema principal es la
incertidumbre ante el futuro.
Estructuralmente, el texto presenta una primera
parte introductoria, al plantear una conversación que surge de forma espontánea
cuando los personajes comparten tabaco de mala calidad, y una segunda parte en
la que el padre (Don Luis) plantea a su hijo la necesidad de que trabaje.
El texto se escribe en los años setenta, recién restaurada
la democracia, por lo que se relaciona con el movimiento literario que
trata de recuperar la realidad en el teatro, tras la experimentación de los
años sesenta. En el caso de esta obra, procura el autor acercarse a la guerra
civil con una mirada entre dramática y humorística. En el fragmento se aprecia
la normalidad con que se adaptan los personajes a la nueva situación, al
finalizar la guerra, junto con la denuncia: no ha llegado la paz, sino “la
victoria.”
Desde un punto de vista pragmático, el texto es
literario porque es ficcional, ya que el autor no está comprometido con
la veracidad de lo narrado, a diferencia de lo que ocurre en otro tipo de
textos (periodísticos, jurídicos, ensayísticos, etc.)
Desde una perspectiva formal, el carácter literario
del texto se manifiesta en el empleo de un lenguaje especialmente cuidado y
bello, que podemos considerar desautomatizado o extrañado. Por esta
razón, diremos que domina en el texto la
función poética del lenguaje, por la cual el mensaje llama la atención
sobre sí mismo.
A
su vez, estos aspectos se concretan en el texto en el uso de algunos recursos
expresivos, aunque son poco numerosos. Entre ellos, interesa especialmente
la paradoja de la línea 6, por la cual se oponen la “paz” con la
“victoria”, como términos antitéticos. Existen también interrogaciones
retóricas (líneas 1, 3 y 7) y varias metáforas lexicalizadas
(“depuren”, “apechugar”, “colocarte”, en las líneas 4 y 9), si bien ambos
recursos pueden asociarse con el uso coloquial y dialogado del lenguaje que
domina en el texto. La escasez de recursos nos permite asociar el texto a un
tono conversacional y realista.
En
cuanto a la forma de la enunciación, debemos hablar de un diálogo teatral. En
primer lugar, porque existen dos interlocutores, si bien el texto,
sumadas las intervenciones de ambos, posee coherencia y cohesión
considerado en su conjunto, según corresponde a un diálogo. De hecho, ambos
personajes aluden a un mismo tema (evocación de un pasado feliz frente a un
futuro incierto) y se tratan con coherencia en cuanto a lo que cabe esperar de
una conversación padre-hijo. En segundo lugar, como en todo diálogo, existe feed-back
o intercambio constante de roles entre el emisor y el receptor, aunque parece
obvio que es Don Luis quien sostiene el peso de la conversación y quien la
orienta. Finalmente, el texto presenta la autosuficiencia propia del
diálogo teatral, por la cual las voces de los personajes no están subordinadas
a la de un narrador.
El
texto posee además rasgos propios del lenguaje oral, entre los que cabe
destacar el uso de fórmulas léxicas coloquiales, como “apechugar”,
“mamá”, “Luisito”, “colocarte”, “hay que ver”, etc... También es propia del
lenguaje oral la inconclusión de oraciones (“esperar a que me
depuiren...”), la interrogación directa (“¿Te acuerdas ... bacalao?), y
sobre todo los elementos propios de la función fática, con los que se
busca confirmar que el canal de comunicación permanece abierto (“¿verdad?”, en
dos ocasiones). Existen también elementos propios de la función conativa,
como el vocativo “Luisito”, de la línea 6, y en general el hecho de que
don Luis intente convencer al otro personaje de que acepte un empleo.
Finalmente,
y como recursos propios del lenguaje teatral, es importante notar los apoyos
extraverbales al desarrollo de la acción que se detecta en el texto, pues
posiblemente ambos personajes están fumando (líneas iniciales). Por último,
debe señalarse también la breve acotación inicial, que carece de valor
literario y sirve sólo para indicar al lector las acciones del personaje.
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