A partir de 1850 se observa en toda Europa un alejamiento paulatino
de las formas de vida y de la mentalidad dominantes en la época romántica.
En lo social, la burguesía se consolida como clase y deriva
hacia posiciones más conservadoras, mientras que las masas obreras luchan
por mejorar sus duras condiciones de vida y empiezan a prender las doctrinas
revolucionarias: marxismo, comunismo y anarquismo. El positivismo (VS
idealismo romántico) es la filosofía característica del momento: sólo admite
como verdadero lo descubierto mediante la observación rigurosa y la
experimentación. Las aportaciones más importantes de la ciencia son el método
experimental (Bernardl), las teorías sobre la herencia biológica (Mendel) y el
evolucionismo (Darwin).
En España tendrá gran importancia el krausismo, que
defendía una religiosidad compatible con la razón y una ética basada en la
tolerancia y la convivencia. Fundarán la Institución Libre de Enseñanza.
La literatura se hará eco de las circunstancias sociales y
las doctrinas filosóficas, políticas y científicas, de ahí que el novelista
se proponga una observación rigurosa de la realidad, a imitación de lo
científico; la Sociología y la Psicología influirán a la hora de reflejar
ambientes o analizar personajes; y el método experimental, el evolucionismo y
las teorías sobre la herencia estarán en la base del Naturalismo. A
diferencia del Romanticismo, no se huye de la realidad sino que se la retrata,
con mayor o menor dureza, a veces con el propósito de transformarla.
España, como ya apuntamos en la introducción del bloque anterior,
se ve acuciada por graves problemas sociales y fuertes tensiones ideológicas:
el desarrollo de la industria y de la economía, así como el auge de la
burguesía, fueron más tardíos que en el resto de Europa y los sectores
tradicionalistas seguirán conservando mucho poder (nobleza y clero); frente a
ellos, las masas obreras comienzan a organizarse; la burguesía liberal estaba
dividida en conservadores y progresistas; y a la izquierda de éstos, aparecen
demócratas y republicanos, aparte de los movimientos revolucionarios. De ahí
los vaivenes políticos: política moderada hasta el el 68, momento en que La
Gloriosa destrona a Isabel II y abre una época progresista; la Restauración
borbónica (1875) llega con Alfonso XII, cierra esta etapa e implanta un sistema
de “partidos turnantes” (progresistas y conservadores) que tampoco resolverá
los problemas básicos del país, que cerrará el siglo con el Desastre del 98. La
cultura se hace eco de estas luchas entre tradicionalismo y progresismo dando
lugar a lo que se conoció como “las dos Españas”.
Géneros literarios de la segunda mitad de siglo.
1. NOVELA
A mediados del siglo XIX predominan los principios artísticos del Realismo,
movimiento cultural de la clase burguesa que surge como resultado de la
depuración de los elementos románticos más idealistas que encuentran su mejor
cauce de expresión en la novela.
En la NOVELA REALISTA española influyeron la tradición de
obras de base realista del Siglo de Oro (picaresca, Cervantes) y el
costumbrismo, pero abandonaron lo pintoresco del costumbrismo más tradicional,
centraron su mirada en Larra y quisieron ser la expresión total de la sociedad.
De la literatura europea bebieron de los grandes autores franceses (Flaubert,
Zola, Balzac y Stendhal), ingleses (Dickens) y rusos (Dostoievski y Tolstoi).
En España la nueva etapa áurea de la novela arranca con la
publicación en 1870 de “La Fontana de Oro” de Galdós.
El novelista lleva a cabo una observación rigurosa que se traduce
en una descripción objetiva y minuciosa de la realidad (personajes, objetos,
ambientes y paisaje), para lo cual se documenta sobre el terreno tomando
apuntes o recurre a libros en los que encontrar la exactitud ambiental o
psicológica.
Dado que la ubicación próxima de los hechos se convierte en
requisito indispensable, la sociedad española contemporánea será el tema
por excelencia.
A pesar de que se ocupe de la problemática burguesa y defienda su
sistema de valores, abundan las críticas desde el propio seno de la
misma, fundamentalmente contra aquella parte de la burguesía que se fue
desnaturalizando y quiso ser como la nobleza o la aristocracia.
El interés se centra en la vida urbana, representada por
Madrid, que se caracteriza positivamente frente al mundo rural, sede del
oscurantismo.
La novela realista nos muestra a un narrador omnisciente
que se convierte en un cronista que conoce al dedillo todo lo ocurrido y sabe
la vida y milagros de los personajes.
A éstos los conocemos a través de las palabras del narrador y sus
descripciones (que condicionan por completo nuestra interpretación). Los protagonistas
son tanto individuales como colectivos. Siempre hay cierto número de
personajes redondos (con una psicología más o menos compleja que van
evolucionando a lo largo del relato) y otros planos (caracterizados por
un rasgo o muletilla). Los tipos sociales que aparecen son muchos
(clero, funcionariado, clase política, empleados...), pero abunda la antítesis
entre el conservador que se aferra a la tradición y rechaza el progreso y
el positivista, el burgués progresista que aspira a reformar las estructuras
sociales. Realmente la narrativa realista española prescindió de la clase
obrera y sólo se hicieron referencias superficiales o excesivamente simplistas.
El lenguaje juega un papel fundamental. Hay dos estadios
bien diferenciados: la voz del narrador (estilo más cuidado y culto, a
veces incluso retórico, aunque participa muchas veces del estilo coloquial de sus
personajes) y la voz de los personajes, que se convierte en elemento
esencial de su caracterización y se adapta a cada uno de ellos, de ahí la
amplia gama de idiolectos que van del tono más culto al más vulgar, pasando por
las peculiaridades lingüísticas de cada región.
Los hechos siguen un orden cronológico, de ahí que la
estructura narrativa sea lineal.
Todo ello hace que la verosimilitud impere en todas y cada una de
estas novelas.
Todos estos rasgos alcanzan su máximo desarrollo en:
LA NOVELA NATURALISTA. El Naturalismo es una corriente literaria que se
desarrolla en Francia impulsada por Zola y su obra “La novela experimental”:
intenta aplicar a la novela los principios del método experimental y acercarla
así a la ciencia. El novelista naturalista, como el realista, ha de observar
minuciosamente y asumir los mil aspectos del mundo natural; pero, además, pasa
a la experimentación: intenta formular las leyes que rigen la realidad para
adquirir un conocimiento científico de los fenómenos. Zola intenta experimentar
en el alma humana como el fisiológo sobre la materia con una finalidad
práctica.
Por ello el novelista debe ser objetivo e impersonal, el narrador
impasible (en la mayoría de los casos se quedó en teoría) y descripción
detallada y exacta. La novela se convierte por ello en una crónica cotidiana y
sus personajes son seres corrientes.
El determinismo es clave en estas novelas: el hombre está
determinado por la sociedad (determinismo ambiental) y por la herencia
biológica (determinismo biológico), y es producto de ambas factores.
El narrador naturalista no retrocede ante los aspectos más morbosos,
sombríos y repugnantes de la sociedad, antes bien, profundiza en
ellos ya que, si no se puede cambiar la herencia biológica, al menos sí se
puede aspirar a cambiar las condiciones sociales en las que viven los hombres.
Le lengua literaria está en consonancia con esa imagen
degrada de la realidad y se vuelve más bronca y cruda.
A fines de siglo el Naturalismo entra en crisis y se buscan otras
salidas estéticas como el Impresionismo, el Simbolismo, el Espiritualismo o el
Modernismo.
1.1. PRINCIPALES REPRESENTANTES DE LA NOVELA REALISTA Y
NATURALISTA EN ESPAÑA.
A. Del Romanticismo a la novela realista.
Este proceso de transición está representado por autores como:
Pedro Antonio de Alarcón, cuya obra más importante es El sombrero de tres picos.
Jose María Pereda,
que se acercó al Naturalismo con las minuciosas descripciones que hizo de la
gente de la montaña en El sabor de la tierruca, aunque su concepción moral
y religiosa de la vida están en las antípodas de Zola.
Juan Valera concibió
la novela como un género libre en el que todo cabe. No huye de la realidad
(aunque sí de los aspectos más desagradables o repulsivos de la existencia)
pero la embellece y exalta, a pesar de su inclinación por las realidades más
palpables como comidas o costumbres populares, y las descripciones psicólogicas
de sus personajes, que captan con hondura la esencia de lo real. Sus obras van
cargadas de intención ideológica pero nunca planteadas en los términos
maniqueos de las novelas de tesis. Pepita Jiménez es su mejor obra.
Fernán Caballero ( Cecilia Böhl de Faber) publica en 1849 La gaviota, que
constituye el primer intento de realismo en España, aunque aún predomine en
ella lo más pintoresco del costumbrismo.
B. Los grandes escritores realistas.
LEOPOLDO ALAS CLARÍN
Fue un liberal aferrado al libre examen y al espíritu crítico
reformardor. Las crisis religiosas marcaron su vida y se reflejaron en muchos
de sus personajes; en esta lucha entre fe y razón terminó llevándole a una
honda religiosidad, aunque no a un catolicismo ortodoxo, ya que lo que más
repudió fue la intransigencia e intolerancia del dogma, de ahí su profundo
anticlericalismo.
Como crítico literario fue muy poco indulgente. Su labor
está relacionada con su ansia de reforma y educación. Destacan en su producción
de artículos dos modalidades: la crítica satírica, en la que predomina
el humor, la ironía, la censura y el sarcasmo (Solos y Palique); y
la crítica expositiva, en la que realiza un examen elaborado y sugerente
de una obra literaria(Ensayos y revistas).
En sus cuentos recrea las vidas de personajes humildes
víctimas de la sociedad. Destacaremos Pipá y ¡Adiós cordera!
Como novelista se burla del Romanticismo en Su único
hijo. En su obra cumbre, La Regenta, el autor pasa revista a toda la
sociedad de su época a través de la historia central de Ana Ozores, que se
inspira en Enma Bovary, cuyo perfil psicológico es extraordinario y rico en
matices. La novela está cargada de crítica social y de un fuerte
anticlericalismo: Vetusta nos muestra una sociedad en la que la revolución
burguesa no se ha consolidado y se ha aliado con el antiguo régimen para
esconder baja una máscara de modernidad los modos de vivir tradicionales.
También hay que destacar el desarrollo del estilo indirecto libre.
BENITO PÉREZ GALDÓS.
Fue un escritor muy prolífico que pudo vivir de su pluma: 32
novelas, 42 Episodios Nacionales, 24 obras dramáticas, prólogos, artículos y
cuentos. Sus muchos viajes por España le pusieron en contacto con la vida y los
problemas de las gentes: no le gustaba lo que veía y decidió buscar la raíz de
los males que acuciaban al país. Captó como nadie los cambios de la vida
colectiva y personal, centrándose en la vida de Madrid. Se fue desengañando
poco a poco de la clase media: de un “radicalismo” burgués inicial llegó a una
crítica amarga del “quiero y no puedo” de las clases medias. En su trayectoria
novelística podemos destacar:
a. Los Episodios nacionales, 46 relatos que reconstruyen la historia de
España desde la batalla de Trafalgar hasta la Restauración borbónica, y con los
que crea una nueva forma de novela histórica en la que ficción y realidad se
funden para dar una imagen verosímil del país.
b. Novelas de la primera época, entre las que mencionaremos La Fontana de Oro, El audaz
o La sombra.
c. Novelas de la intolerancia religiosa, centradas en la denuncia del clericalismo,
como Doña Perfecta, Gloria y La familia de León Roch. De esta
misma época es Marianela.
d. Novelas contemporáneas. En Misericordia da cabida al naturalismo europeo: el
determinismo ambiental pesa a lo largo de todo el relato. Madrid aparece casi
siempre como personaje colectivo. Esta tendencia continuará en Tormento,
Miau o Tristana. La cumbre de este periodo es Fortunata y
Jacinta.
e. Novelas de la última etapa, en la que predomina el espiritualismo y la pobreza como
modo de vida, y en las que se aprecia la influencia de Tolstoi o Dostoievski: Misericordia
y Nazarín.
C. La novela naturalista.
Está representada por autores como Emilia Pardo Bazán, que
ensayó el naturalismo pleno en Los pazos de Ulloa, y Blasco Ibáñez, de
cuya producción destacaremos Cañas y barro y Entre naranjos.
2. EL TEATRO
Los géneros dramáticos del Romanticismo persisten y evolucionan a
lo largo de la época realista: el drama histórico aún tenía mucho éxito,
principalmente la comedia político-moral, cargada de enseñanza moralizadora.
El otro gran género dominante es la alta
comedia, creada en las postrimerías del Romanticismo. A lo largo de 50 años
la comedia burguesa evolucionará considerablemente: se acercará al realismo con
Enrique Gaspar, se cargará de melodramatismo con Echegaray y desembocará
finalmente en la comedia benaventina. La alta comedia continua con algunos tópicos
románticos. Los personajes están poco desarrollados psicológicamente y la
repetición de caracteres hace que se estereotipen. Son obras de carácter
moralizante en las que siempre hay un final feliz. Continúa, por tanto, la
tradición pedagógica de la comedia moratiniana. La pretensión de sus creadores
es “fundir la mayor belleza ética con la mayor belleza dramática”. Es un teatro
donde lo fundamental es expresar una ideología, a la que se supeditan
conflictos y personajes. Los temas predilectos de la alta comedia son la más
cumplida expresión del nuevo estado moral traído por el cambio económico.
Autores: López de Ayala, José de Echegaray
y Manuel Tamayo y Baus.
Los géneros musicales tales como la
zarzuela, la ópera bufa, la revista y el sainete gozaron de gran éxito.
3. LA POESÍA
En la poesía intimista postromántica destacaron los dos
“románticos rezagados” que estudiamos en el bloque anterior: Bécquer y Rosalía
de Castro.
La mentalidad burguesa y realista no
favoreció el desarrollo del lirismo: la poesía no es tanto expresión del
individuo como exaltación de los valores familiares y religiosos de esta clase.
Las tendencias típicas del momento son:
—Poesía realista antirretórica: se caracteriza por un
lenguaje prosaico alejado del Romanticismo. Su principal representante es Ramón
de Campoamor, que defiende un lenguaje claro y sencillo que acerque la poesía a
la prosa. En su obra destacan Humoradas y Pequeños poemas.
—Poesía realista grandilocuente: enlaza con el
Neoclasicismo y su principal representante es Gaspar Núñez de Arce, que compone
poemas con un lenguaje cercano a la oratoraria política del momento. Citaremos Gritos
del combate (1875).
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