martes, 27 de mayo de 2014

TEMA 2. LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX: EL ROMANTICISMO.



CONTEXTO HISTÓRICO
El siglo XIX español se abre con la Guerra de la Independencia y se cierra con el llamado “Desastre del 98”.
Tras la invasión francesa de 1808, sube al trono español José I, hermano de Napoleón, hecho que desencadenará la Guerra de la Independencia y que provocará que el país se divida entre afrancesados, que apoyan la invasión (algunos ilustrados que defendieron la ocupación fueron Moratín o Meléndez Valdés) y los que se oponen a la invasión extranjera, grupo muy heterogéneo ideológicamente y que inluía tanto a ilustrados liberales (como Jovellanos) como a nobles y gran parte del clero español que veían peligrar su poder y privilegios.
En 1812 se aprueba la Constitución, de signo liberal, en las Cortes de Cádiz, pero dos años después queda anulada al llegar al trono Fernando VII. Su reinado se abre con seis años de rígido absolutismo y continúa con un periodo liberal de tres años conocido como “Trienio Liberal” (1820-1823) que impone el levantamiento de Riego en 1820, pero de nuevo se restaura el poder real absoluto, periodo que durará hasta la muerte del monarca en 1833. El reinado de Fernando VII se caracteriza por una etapa de fuerte represión que obligó a muchos intelectuales liberales a huir a Francia o a Inglaterra, hecho también de gran trascendencia pues a su regreso trajeron consigo las nuevas ideas y tendencias culturales que estaban cuajando en Europa.
Durante la minoría de edad de Isabel II (1833-1843), asume la Regencia su madre, María Cristina. En este periodo se dan los primeros pasos hacia la instauración de un régimen liberal y comienzan a regresar los liberales exiliados.
Pero la relativa tranquilidad que supone la muerte de Fernando VII se va a ver pronto rota: el reinado de Isabel II (1843-1868) fue perturbado por las Guerras carlistas, que enfrentó a los conservadores o carlistas y los liberales, y que ensangrentaron el país y ralentizaron el progreso. En su conjunto, el reinado de Isabel II fue una etapa de rápido desarrollo económico y de afianzamiento de la burguesía.
En 1868 la revolución conocida como la Gloriosa acaba temporalmente con la monarquía borbónica y hace que los liberales vean de nuevo la posibilidad de gobernar el país. El Sexenio Revolucionario (1868-1874) se vio marcado por los continuos cambios de gobierno.
La Restauración borbónica llegará en 1875 con Alfonso XII. Es una época de paz y estabilidad que produjo una cierta pacificación de los espíritus, aunque no dio solución a los graves problemas españoles y desembocó en la derrota del 98.
La muerte del rey en 1885 hace que liberales y conservadores lleguen a un acuerdo de alternancia en el poder. Es un período de grandes transformaciones sociales, pero el desarrollo económico resulta insuficiente en comparación con el crecimiento de la población.
Mientras tanto, las colonias americanas españolas empiezan a luchar por su independencia, que irá siendo progresiva durante todo el siglo XIX hasta que en el desastre del 98 España pierde Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

EL ROMANTICISMO
El Romanticismo es un movimiento no sólo literario, sino también ideológico, que alcanzó a todas las manifestaciones de la cultura del siglo XIX. Tuvo su origen en la Alemania del siglo XVIII ( “Sturm und drang”)y surgió como un movimiento cultural que se opone a los principios de la Ilustración y que es consecuencia de la profunda crisis social de un mundo en acelerado cambio. El declive de los valores tradicionales, la despersonalización del individuo ante la masa, el auge del materialismo..., condujeron al rechazo de la nueva realidad bien añorando un pasado perdido, bien forjando mundos ideales, bien reivindicando un progreso que tuviera un modelo social más humano y en el que tuviera cabida la imaginación, la espiritualidad y la justicia.
Como movimiento estético supuso una reacción contra el Neoclasicismo francés de los siglos XVII y XVIII, internacional y racionalista, que suponía una interpretación rígida y escueta de las normas y preceptos de la literatura grecolatina. Se rompe con las reglas y con la moderación y el buen gusto: los románticos mezclaron los géneros, combinaron prosa y verso en muchas obras, recurrieron a la polimetría en la lírica y en el teatro, rompieron con las tres unidades dramáticas y mezclaron de nuevo, tanto en novelas como en dramas, lo trágico con lo cómico.
El subjetivismo y el individualismo adquieren categoría de dogma, por eso el romántico despreciaba el aspecto externo del poema, la forma por la forma, atento únicamente a la creación individual y subjetiva. En las obras se expresa el alma exaltada del autor, cuyas ansias infinitas chocan con los límites que les impone la realidad circundante. Esos anhelos son de amor, pero también de justicia social, de añoranza del tiempo ido, de deseos de felicidad frustrada.... El genio creador se impone por encima de todo.
Se defiende el instinto, la intuición y la imaginación como formas de conocimiento, ya que la razón es incapaz de descubrir la esencia de la vida (irracionalismo).
Ahora bien, ese subjetivismo exacerbado tenía que llevar forzosamente a buscar la soledad, el aislamiento, la lejanía y el drama: el romántico se siente distinto a los demás y afirma constantemente su yo frente al resto del universo, por eso busca la evasión hacia un mundo ideal, del que procede el gusto por la Edad Media, que en España lleva a la revalorización del romance y a la exaltación y dramatización de tantas y tantas leyendas medievales que andan dispersas en crónicas y romanceros (por eso también despreció lo pastoril). Cobra por ello importancia también el elemento mágico y maravilloso, presente en casi todas las leyendas, lo mismo en prosa que en verso (ej: Maese Pérez, el organista de Bécquer o A buen juez, mejor testigo de Zorrilla).
El paisaje se convierte en la proyección espiritual del poeta: se exaltan las ruinas, la nocturnidad, lo tormentoso y sepulcral, lo triste y melancólico. Cambia la visión serena y dulce, clásica, del paisaje, y se da paso a la devoción por una naturaleza agreste, dura, sin pulimentos, en libertad, virgen.
Es frecuente el contraste entre lo feo y lo desagradable (elogio del patíbulo, de los bajos fondos, por Espronceda) y la exaltación de la mujer y del amor. La mujer es un producto de la circunstancia del poeta y aspira a que sea una proyección de su espíritu. La mujer, como el paisaje o la sociedad, es una creación subjetiva. Naturalmente, este choque entre lo real y lo ideal, entre la hipersensibilidad del hombre romántico y el mundo prosaico que le rodea, le ocasiona un tremendo desengaño, una decepción que se traduce en el suicidio (como Larra) o en esa desesperación y melancolía romántica tan enfermiza y tan fácil de distinguir en la lectura de muchos poemas, como es el caso de Canto a Teresa de Espronceda o las Rimas de Bécquer.
Su Idealismo les hizo buscar, no lo bello, lo justo o lo libre, sino la Belleza, la Libertad y la Justicia en términos absolutos, lo que les provoca una sensación de insatisfacción constante.
En oposición al internacionalismo dieciochesco, el Nacionalismo reivindica el concepto de pueblo como entidad espiritual a la que pertenecen un conjunto de hombres con características comunes (historia, lengua, costumbres). Se exalta lo peculiar de cada país, y fruto de ello serán el costumbrismo y la preferencia por los temas legendarios e históricos. Además, se desea conferir rango literario a las lenguas vernáculas: aparición de regionalismos y nacionalismos.
El Romanticismo en España es impulsado e introducido de manos de los emigrados en Europa que huyeron durante la época absolutista como Ángel Saavedra, Espronceda o Martínez de la Rosa. El apogeo del Romanticismo español comprende los años que van desde 1834 a 1850.

EL ROMANTICISMO EUROPEO.

ALEMANIA
El Romanticismo europeo tiene su cuna en la Alemania del siglo XVIII en la que se creó el movimiento conocido como Sturm und Drang, que pronto se extendió por toda Europa. Será la poesía lírica el género que mejor se preste a la expresión del sentimiento romántico. Entre sus autores tenemos que destacar:
F. Hölderlin, cuyo modelo es la Grecia clásica: El archipiélago.
Novalis: sus Himnos a la noche son la consecuencia de la muerte de su amada y en ellos nos muestra la nueva forma subjetiva e intuitiva de entender el mundo.
H.Heine: gran sensibilidad y feroz estilo satírico. Destaquemos Sueños.
En la narrativa destacan los cuentos de E.T.A. Hoffman y en el teatro H. von Kleist.

INGLATERRA
La publicación de las Baladas líricas de Wordsworth y Coleridge en 1798 inaugura el Romanticismo inglés. En ellas se ensayan nuevas posibilidades poéticas. Los autores más destacados fueron: L. Byron (canalizó la crítica a la sociedad contemporánea a través de sus poemas), P. Shelley (poesía inconformista e irreverente debido a la injusticia y a la tiranía generadas por la sociedad; destaca Adonais, elegía que dedicó a Keats), J. Keats (poesía subjetiva e individualista cuyo eje central es el amor a la belleza; destaca Endimion). En narrativa cabe destacar Walter Scott, autor de la novela Ivanhoe y cuya muerte marca el final del Romanticismo inglés.

FRANCIA
La introducción del Romanticismo en Francia corre a cargo de Madame de Stäel y de Chateaubriand. Otros autores a destacar en el ámbito de la novela: George Sand (Aurore Dupin), que defendió los derechos de la mujer y su independencia; Alejandro Dumas, autor de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo. ; Victor Hugo: principal novelista de la primera mitad de siglo en cuya obra toma partido por los oprimidos como en Nuestra Señora de París o en Los Miserables (denuncia de la injusticia social de la época a través de su protagonista).
En poesía podemos destacar a Lamartine y a Musset.


ROMANTICISMO ESPAÑOL.
POESÍA.
La libertad y el rechazo a las normas convierten la poesía lírica en el mejor vehículo de expresión del yo romántico. Sus temas habituales son la melancolía o el hastío y el tono pesimista y desalentado, o, por el contrario, la exaltación y la protesta contra las normas sociales o contra la vida misma. Sus ambientes preferidos son la noche, los lugares apartados, los cementerios, el mar embravecido, la tormenta.
En cuanto a la métrica: polimetría y combinación de distintos metros y estrofas en el mismo poema. Fundamental será también la adopción de un lenguaje simbólico (por ejemplo, las desilusiones se comparan con las hojas caídas de los árboles), la búsqueda de imágenes nuevas diferentes a los tópicos clasicistas, y el uso de expresiones y palabras llamativas por su sonido, por su significado, por ser poco frecuentes o demasiado vulgares y poco "poéticas" ”( piélago, aquilón, fulgor, harapo...). Abundan también las exclamaciones e interrogaciones retóricas en correspondencia con la exaltación sentimental.
Pero no fue la poesía lírica la que gozó de más éxito en este período, sino la llamada poesía narrativa. El verdadero lirismo romántico se dará en la poesía española más tarde que en los demás géneros con las figuras de G.A Bécquer y Rosalía de Castro (ya en la segunda mitad). En esta época destacan como cultivadores de la poesía lírica el Duque de Rivas, Martínez de la Rosa, Gertrudis Gómez de Avellaneda... pero sin duda el poeta que más se ha valorado en la historia literaria es José de Espronceda.

José de Espronceda (1808-1842)
Fue un joven rebelde, inconformista y defensor del liberalismo de cuya vida cabe reseñar su relación amorosa con Teresa Sancha, una mujer casada que murió joven y que dejó una honda huella en el poeta.
Dos son los poetas extranjeros que influyeron fuertemente en Espronceda: Ossian, del que tomó temas como la huida irreparable del tiempo, la impotencia del hombre, que sobrevive a todo lo que ama, el deseo de conservar en la memoria los tiempos que no han de volver con una actitud añorante, la nada de las esperanzas humanas o la apóstrofe a los astros; y Lord Byron.
La base más sólida de la fama de Espronceda la constituyen sus cinco Canciones (Canción del pirata, El canto del cosaco, El mendigo, El reo de muerte, El verdugo) junto con sus dos poemas largos: El Estudiante de Salamanca y El diablo mundo.
Las Canciones.
En ellas destaca unitariamente el inconformismo y la rebeldía ante una sociedad que está podrida, por eso busca la libertad al margen de las estructuras establecidas. La crítica apunta a que las cinco figuras (pirata, cosaco, mendigo, reo de muerte o verdugo) son creaciones simbólicas de su ideal de libertad. Sin duda la más famosa de todas ellas es la Canción del pirata, que supuso una innovación rítmica (variedad) y temática, al concentrar en ella todos los rasgos típicos del romanticismo. En el Pirata Espronceda canta desde dentro de él, en primera persona:

El Estudiante de Salamanca
El poema consta de 1704 versos y es una leyenda fantástica de contenido simbólico, con la que el autor pretende expresar el concepto romántico del mundo. Se ha señalado la influencia de L. Byron y de Tirso de Molina para la creación del personaje del poema, Don Feliz de Montemar, un personaje insolente y vanidoso que pasa la vida entre amores y juego, desafiando a hombres y cortejando a mujeres a las que después abandona sin ningún remordimiento
El poema se estructura polimétricamente en cuatro partes: la métrica se adapta al movimiento del asunto. En la primera parte asistimos a la descripción del protagonista y al abandono de Elvira, ángel de amor, que en la segunda parte enloquece de pesar y muere. En la tercera (que es como un intermedio en forma dramática), don Félix asesina al hermano de Elvira. En la cuarta parte entramos en los dominios de lo sobrenatural y lo fantástico y el Romanticismo se apodera del poema y el estruendo macabro resuena en todo el poema. Hay, además, una perfecta conjunción entre los pasajes narrativos, lo dramático (el diálogo de las escenas de la parte tercera) y las partes líricas (parte segunda).

El diablo mundo
Es un extenso poema inconcluso simbólico-filosófico que consta de una Introducción y seis Cantos, de los que destaca por su belleza el Canto II, Canto a Teresa, que según el propio autor es “un desahogo de mi corazón; sáltelo el que no quiera leerlo, sin escrúpulo, pues no está ligado de manera alguna con el poema”. Este Canto no es sólo la elegía por la muerte de Teresa Sancha (con la tuvo un hijo y que luego lo abandonó), mujer que vivió su vida intensamente, sino la elegía por el fracaso vital, del que es el amor la más exacta cifra, la elegía a la juventud y los placeres perdidos. La vida de Teresa se traduce en un ritmo: el movimiento tranquilo de la pureza (río), la marcha agitada de la pasión (torrente) y la inmovilización pútrida del estanque.
Recoge los temas típicos de la tradición elegíaca como el ubi sunt y el carpe diem. En El diablo mundo expresa el autor su rebeldía contra el mundo, el vivir agobiado por la edad y amargado por las experiencias. El mundo no es bueno ni armónico, está mal hecho. El protagonista, Adán, es un hombre sin pasado ni recuerdos, un anciano rejuvenecido enfrentado a una sociedad regida por el mal. La salida es la contemplación.


Tras una primera generación de poetas románticos en la que destacó Espronceda los autores se lanzan a la búsqueda de un romanticismo más espiritual y sencillo en su expresión. Mucho más tarde, pasado ya el movimiento romántico en Europa y cuando dominan otras tendencias artísticas, aparecen en nuestro país las mayores figuras del romanticismo español: G.A. Bécquer y Rosalía de Castro.

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)
Nació en Sevilla, pero se trasladó a Madrid, donde vivió de su oficio de redactor del periódico El Contemporáneo, en el que publicó muchas de sus leyendas, tradujo obras de teatro y fue censor de novelas. Se casó y se separó, aunque al final de su vida volvió a vivir con su mujer. Fue un hombre que sintió devoción por el pasado, pero también admiración por el progreso y fe en el porvenir. Murió en Madrid a causa de una pulmonía a la edad de 34 años.
Destacaremos de su poesía las Rimas y de su obra en prosa las Leyendas.
Las Rimas
Un total de 79 poemas que constituyen un solo poema de amor en el que el poeta habla de su vida interior a un “tú” como si de una carta o conversación se tratara, y que muestran un proceso que va de la inocencia al pecado, de la ingenuidad a la decepción.
Se suele decir que la poesía de Bécquer es “ natural, breve, seca”. En efecto, sus poesías son breves y en ellas utiliza un número limitado, pero suficiente, de recursos retóricos entre lo que prefiere la comparación, ya que el “como” explícito le da un aire de sinceridad. Prefiere la rima asonante y se vale de una gran riqueza de combinaciones estróficas: utiliza los versos de la tradición española, con dominio del endecasílabo y del heptasílabo, y con un uso frecuente del pie quebrado que le permite eficaces giros en el ritmo. Su poesía es un ejemplo de conciliación entre poesía culta y popular. La crítica afirma la musicalidad de los poemas de Bécquer. Como vemos, bajo la aparente sencillez se esconde una gran elaboración. Logra la apariencia de una poesía confidencial en tono de conversación íntima entre el lector y el poeta.
Su expresión es sencilla, nada grandilocuente, y se le puede considerar antecedente del Simbolismo ya que más que describir alude a ideas y sentimientos interiores mediante vocablos que designan realidades exteriores. En el léxico abundan los vocablos que se refieren a la luz (símbolo del bien, de la alegría; es el ideal, y la forma de unirse al ideal, es el beso) y a la oscuridad (es el misterio, el pesar).
Suelen dividirse temáticamente en cuatro partes:
Rimas I-XI: suponen una reflexión sobre la misma poesía y el fenómeno espiritual de la creación literaria.
Rimas XII-XXIX: el poeta trata del amor y de sus efectos en el alma (exaltación amorosa). El amor aparece identificado con la mujer, que es la expresión máxima de la belleza, pero que es un ideal porque es inaccesible, un misterio que se desvanece o un sueño.
Rimas XXX-LI: se centran en la decepción y el desengaño.


Rimas LII-LXXIX: es el grupo más variado y recoge la depuración última de la experiencia vivida por el poeta, realizada sobre todo en la soledad en que queda frente al mundo y a la muerte. El sentimiento dominante es el dolor y la angustia que se proyecta sobre la condición humana, la muerte, la pregunta por la inmortalidad.

La obra en prosa: Leyendas
Son veintiocho relatos cortos de carácter fantástico y ambientación romántica. En ellas tratará temas como la mujer ideal y el amor imposible (El rayo de luna), lo exótico (El caudillo de las manos rojas), el ansia del amor absoluto... Sus dos temas centrales son la fuerza del amor y la presencia en la vida cotidiana de lo sobrenatural y maravilloso. Ambos expresan la insuficiencia de la razón para comprender el mundo, ya que la realidad no es racional.
Sus personajes representan ideas: suelen ser caballeros, galanes, artistas o bellas mujeres. Aquellos que aspiran al amor no lo consiguen, pero sí quienes miran a Dios.
El acierto de Bécquer fue crear un nuevo género: la leyenda lírica o poemas en prosa, prosa que destaca por su ritmo y por la insistencia en imágenes plásticas y sonoras.
Bécquer sitúa las leyendas en un tiempo lejano (suele remontarse a la Edad Media), aludido vagamente. Los espacios son naturales o ámbitos sagrados, es decir, lugares no contaminados por la razón o la civilización. La estructura argumental de las leyendas está poco desarrollada: lo que ocurre en el interior de los personajes es más importante que los hechos exteriores. No todas se narran de manera novelesca, sino que el escritor dice haber llegado hasta ellas de algún modo, a través de una experiencia personal y este marco de la pesquisa para dar con la información se integra en el relato legendario.
Las leyendas siempre transmiten un mensaje ético: casi todos los personajes están aprisionados en su falta de fe, en su orgullo o en su vanidad, y la única salida es la conversión o el infierno. Muchas veces las fuerzas del mal están representadas por una mujer que lleva al hombre a la perdición. La figura femenina suele ser la mejor caracterizada, pero de los rasgos físicos sólo conocemos una belleza abstracta.
Destacan entre otras: El rayo de luna, El monte de las ánimas, Los ojos verdes, El beso, Maese Pérez el organista...

Rosalía de Castro (1837-1885)
Nació en Santiago. El hecho de tener que abandonar su Galicia natal produjo en ella un sentimiento de profundo desarraigo. Sintió hacia Castilla un resentimiento tanto social como estético.
Como Bécquer, escribe una poesía intimista, une lo culto y lo popular, busca la expresión natural y sencilla de los sentimientos y tiene preferencia por la asonancia. Pero ella estaba inserta en el mundo, y se hace portavoz de los temas del proletariado gallego, expresando con gran lirismo y economía de recursos poéticos la miseria, el desempleo y la crisis que conducen a la tragedia de la inmigración.
Escribió en gallego sus Cantares gallegos y Follas novas. De su producción es castellano destaca como la mejor En las orillas del Sar, en la que domina, como en sus obras gallegas, el dolor, aunque ahora provocado por el desengaño y la pérdida de las primeras ilusiones.
Cantares gallegos (1863) es su primera gran obra y en la que intenta dar a conocer su tierra. Hay en ella un tono alegre que no volverá a repertirse.
Follas novas (1880) tiene dos partes: una primera parte de poemas subjetivos en la que destaca la desolada visión de la existencia de una persona que está en la plenitud de la vida (siente que vivir es padecer: identifica vida y dolor); la segunda, es de carácter social y se centra en las familias de los inmigrantes para revelarnos el carácter heroico de las madres que cuidan a sus hijos en soledad, sin amor ni consuelo.
En las orillas del Sar ((1884) desaparece el mundo exterior y se centra más en su propio espíritu. La naturaleza le sirve para expresar sus sentimientos (soledad, dolor, nostalgia). Su visión del mundo es de extremada desolación. Destaca la referencia a los “tristes”: seres predestinados únicamente al dolor. Se refleja también la contradicción que siente entre la existencia del dolor en el mundo y Dios.
Cabe destacar en esta autora sus innovaciones métricas: deforma las estrofas clásicas y prefiere la asonancia. Escribe en combinaciones de versos sin medida regular que riman en asonante. Sus metros más renovadores son los versos de 14, 16 y 18 sílabas.
Su estilo: en su afán de claridad no abusa de la metáfora y emplea numerosas comparaciones. El recurso más usado es el símbolo, junto a repeticiones y contrastes. Destaca la naturalidad con que se refiere a lo extraordinario.


TEATRO
El género que realmente contribuye al éxito del Romanticismo en España es el teatro, por ser espectáculo, porque llega a más gente.
El principal género dramático del Romanticismo es el drama, que es una mezcla de todo, que refleja la complejidad de la vida con su variedad de clases sociales, mezcla del lenguaje coloquial y culto, de penas y alegrías.
Los cuatro o cinco dramas más representativos del Romanticismo español tienen unas características comunes que son las siguientes:
la voluntad de romper con las estructuras del drama neoclásico impone la libertad como principio creador, de ahí la ruptura de las fronteras que separan los géneros dramáticos (búsqueda de nuevas sensaciones y emociones) o la mezcla de la prosa (escenas narrativas) y el verso (escenas líricas) de acuerdo con los estados internos (después se escribirá sólo en verso con una rica polimetría.) Se rompen también las unidades de espacio, tiempo y acción., se amplían los lugares escénicos (predilección por el panteón, paisaje abrupto y solitario, tormentas, mazmorras...) y la acción se desarrolla siempre en épocas pasadas, con preferencia por la Edad Media, a veces tomando acontecimientos históricos como marcos del drama.
El drama romántico se divide en jornadas, que suelen ser cinco, y éstas a su vez en escenas. Las jornadas suelen llevar títulos, que resultan a veces muy efectistas (ej, en Don Álvaro o Don Juan Tenorio.)
En cuanto a los personajes, los rasgos definitorios del héroe del drama romántico son el misterio (origen desconocido) y la pasión fatal, signo y símbolo de la nueva concepción romántica de la vida. Es portador de un destino adverso para él y para todo el que le rodea. Hermoso, con una belleza tanto física como espiritual, hay a la vez en él algo de angélico y diabólico. En medio de esta borrascosa existencia, la heroína romántica es un “ángel de luz”, un ser divinizado capaz del mayor sacrificio y heroísmo y predestinada, desde el momento en que ama, a la muerte. Alrededor de ellos los demás personajes parecen existir para oponerse al cumplimiento del amor de la pareja protagonista, o para asistir impotentes a la catástrofe final.
Los temas predilectos serán el amor, que se desarrolla en complejas tramas argumentales, y el sino, que genralemente viene impuesto por una serie de casualidades e infortunios que conducen a los personajes a la tragedia final. El dolor y el sufrimiento marcan la vida del héroe.
Es un teatro muy espectacular, con muchos cambios de luz, peleas en escena y mucho colorido. La ambientación es muy importante.
Es evidente que estos elementos no se dieron en todos los dramas románticos de igual medida: hay primero una introducción, después un momento de plenitud y exaltación frenética y finalmente, truncada la trayectoria romántica, triunfa el drama histórico.
Son pocas las obras que configuran el teatro propiamente romántico:
La conjuración de Venecia, Martínez de la Rosa (1834): es un drama político lleno de efectismo y sentimentalismo romántico. Parte de un hecho histórico, las luchas por el poder en la Venecia del siglo XIV, al que añada la historia de amor entre Ruggiero y Laura, casados secretamente. El autor defiende la libertad, pero una libertad que respete las normas de la sociedad.
Macías, Larra (1834): tema del amor adúltero que lleva a la muerte, obsesión para el autor, que se identificaba con el protagonista. Cuenta los amores y la muerte del trovador gallego Macías, enamorado de Elvira, dama de la corte que está casada con otro hombre.
Don Álvaro o la fuerza del sino, Duque de Rivas (1835): su estreno causó mucho asombro debido a que su autor incorpora los grandes temas del Romanticismo: el hombre marginado, el amor, la superstición, el pesimismo, la melancolía, la incorporación del lenguaje cotidiano... Por encima de todos, la fuerza del destino que se impone a la voluntad del hombre y que es producto de una serie de casualidades fatídicas que le empujarán al suicidio como única salida. La fatalidad es el verdadero eje del drama.
Rompe, además, con la regla de las tres unidades dramáticas y mezcla prosa y verso.
El Trovador, García Gutiérrez (1836): sus dos temas centrales son el amor y la venganza. Está inspirado en un suceso del siglo XV de Aragón: Manrique, el trovador, es víctima de la venganza pero héroe de amor pues logra conquistar a Leonor.
Los amantes de Teruel, E. Hartzenbusch (1837): dramatiza los amores de Diego Mansilla e Isabel Segura, asunto que parece ser una tradición local de Teruel.
Don Juan Tenorio, Zorrilla(1844): es la obra más representativa del teatro romántico junto con Don Álvaro. Fue subtitulada como “drama religioso fantástico” y en ella el autor retoma el tema del libertino que recupera la fe. El drama se basa en la obra de Tirso de Molina (siglo XVII) El burlador de Sevilla, pero el final cambia gracias a su mejor creación: Inés, ángel de amor que logra la salvación del libertino y la redención romántica del héroe. La obra se divide en dos partes bien diferencias: una comedia de capa y espada (gran despliegue de acción y violencia, y concentración de tiempo) que consta de cuatro actos en los que nos presenta la personalidad del héroe (lances, apuestas, armas de seducción), el encuentro amoroso entre Inés y Don Juan (rapto de la joven, escena de amor) y la huida del protagonista. Es una parte muy dinámica invadida de motivos románticos (peleas, elementos carnavalescos, apuestas, tapias de convento...) La 2ª parte tiene lugar cinco años después, cuando Don Juan regresa a Sevilla. Hay una lucha de fuerzas hasta que finalmente triunfa el amor que redime su vida del libertinaje. No dejan de aparecer motivos románticos: sepulcros, cipreses, nostalgia del protagonista, campanas fúnebres... el ritmo es más lento, acorde con el estado meditabundo del protagonista. Destacar: el convidado de piedra y la cena macabra.
Ruptura de las unidades dramáticas y rica polimetría.

PROSA
Salvo contadas excepciones, no hay durante la primera mitad de siglo prosistas de calidad. Sin embargo, sirve de preparación para la novela de la etapa posterior. Hay que destacar, por otra parte, el desarrollo de un entramado editorial que multiplica las publicaciones periódicas y hace rentable la publicación de fragmentos de obras extranjeras y la crítica literaria. Nace la figura del redactor o colaborador periodístico y los escritores comienzan a poder vivir de su trabajo en prensa.
El género más representativo de la prosa romántica es la novela histórica. Las principales producciones del género son El doncel de don Enrique el Doliente, de Larra y Sancho Saldaña de Espronceda. Los protagonistas no son grandes figuras históricas sino personajes de segunda fila o inventados. El narrador es el principal elemento estructurador de la obra e interviene constantemente en el relato: recuerda datos históricos al lector, aclarando la interpretación... El lenguaje está lleno de arcaísmos en consonancia con la época en que se sitúan.
También se publican novelas sentimentales o de terror.
A mediados de siglo comienzan a publicarse novelas por entregas que incrementan la masa de lectores, principalmente de público femenino.
Vinculado también a la prensa periódica se desarrolla el género literario en prosa que llamamos costumbrismo en los artículos de costumbres. Los autores de estos artículos quieren retratar personajes o situaciones y costumbres característicos de la vida colectiva en España. Se suelen distinguir dos variantes del artículo de costumbres: de tipo, si pintan personajes, y de escena si pintan situaciones. El costumbrismo que domina es conservador (a excepción de Larra) y su finalidad es presentar lo propio español desde la nostalgia: se pretende recordar las costumbres que se están perdiendo. En estos textos se unen narración y descripción.
Los principales autores de este costumbrismo conservador son Estébanez Calderón, que recreó una Andalucía pintoresca en sus Escenas andaluzas, y Mesonero Romanos que se dedicó principalmente a retratar el Madrid de la época con gran detallismo es sus Escenas matritenses. A ambos les falta una visión de conjunto de la sociedad y sólo les interesa lo marcadamente folclórico. Su observación de lo cotidiano influirá en la creación de ambientes de la novela realista, que será el género más importante surgido en el siglo XIX.
Frente a ellos, Larra muestra un tono progresista en sus artículos e insiste que la finalidad de los mismos no es agradar (como Mesonero o Calderón), sino corregir y educar, con esa ansia reformadora de los males de la patria. España es el tema central de su obra crítica y satírica, pero su rebeldía melancólica le irían llevando a la autodestrucción provocada por un alejamiento cada vez mayor entre su interior y el contexto social.
En cuanto al estilo, suele ser claro, directo, evidente, muy gráfico y sencillo. Utiliza mucho la caricatura, las enumeraciones caóticas y la ironía (como mecanismo principal para desvelar apariencias). Contribuyó a crear una lengua moderna liberada de adornos gastados que no significaban nada.
Seudónimos: Duende satírico del día, Pobrecito hablador, Bachiller Pérez de Munguía, Andrés Niporesas, Fígaro.
Nos dejó mas de doscientos artículos, que se suelen clasificar en tres grupos:
-Artículos de crítica literaria y cultural, en los que trata sobre la libertad de expresión, la censura y la incultura. Pide utilidad en literatura no sólo forma. Gran preocupación por le teatro de su tiempo del que tenía una visión muy negativa (malas condiciones de los locales, poca ayuda del estado, fallos de dirección de los autores...).
-Artículos de costumbres y de crítica social: se aleja de sus contemporáneos Mesonero Romanos y Estébanez Calderón, que crean definitivamente el cuadro de costumbres, pero que se limitan a pintar, a describir, unos cuadros alegres, agradables a la lectura y a la vista de lo que hacen imaginar, pero vacíos, sin intención ulterior alguna. Larra no busca agradar sino corregir y educar, en ningún caso intenta divertir ni describir lo pintoresco simplemente, ni se contenta con hacer reír al lector. Utiliza una sátira aguda e hiriente, con intención de avispa (aunque sea para corregir defectos y debilidades de comportamiento), con una patriótica ansiedad de reformador de su propio país. La labor del escritor satírico ha de ser trascendental y con una función regeneradora. Entre los vicios nacionales que le irritan y preocupan destacan la pereza, la hipocresía, la brutalidad y el retraso de España, a la cola del resto de Europa, por lo que reclama una educación básica y fundamental para el pueblo. En ningún caso personaliza: crea un tipo risible y caricaturesco,con la intención de que, quienes pudieran parecerse a este prototipo irrisorio, se corrigieran los defectos.
-Artículos políticos. Son escritos de agudísimo ingenio, aunque para muchos críticos, predomina en ellos una calidad y un valor extraliterarios. Hay que destacar el valor y la arrogancia de un escritor que, a veces con velada ironía, a veces de cara, comenta la mediocre política de su tiempo en una época confusa, de censura absolutista y en la que podía exponerse incluso la vida. La verdad y la razón son dos de los temas que más le preocupan.
Artículos más importantes: “El café”, “El casarse pronto y mal”, “El castellano viejo”, “Vuelva usted mañana”, “La Nochebuena de 1936”, “Los amantes de Teruel”...



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